Mi encuentro con Lorenzo R. Fajardo, director general de Caricatos, tuvo visos de disculpa. Me recibió en su oficina de la calle 8 de Miramar como en otras ocasiones: casi sin escala desde la puerta de entrada y a través del pasillo que lleva a su siempre acogedora oficina. Yo había ensayado las mil maneras de decirle que no había podido asistir al estreno de una inusual experiencia. Un viernes en la tarde fue la presentación del grupo teatral Aire Frío en un espacio no habitual para estas lides: el Centro Cultural Pepito’s Bar, de Artex, más conocido como Club Barbaram. Y es que el público cubano no tiene la costumbre de disfrutar de una puesta escénica en un lugar donde, normalmente —y no sería esta la excepción— uno disfruta de un trago con su pareja o rodeado de amigos.
«Pues estás a tiempo, se repite hoy, y en el mismo lugar». Y me habla entusiasmado de la génesis de este proyecto de Caricatos y Artex. «Es la prueba piloto, como decimos todos. Cuando se establece un espacio lo que más demora es la arrancada, y con esta que hemos tenido hay razones para sentirse optimistas, pues es una nueva puerta que se abre para las artes escénicas en esta ciudad que arriba a su aniversario quinientos. Es la primera vez que una compañía teatral se sube al escenario de un club como el Barbaram, donde no solo se expenden bebidas, sino que aquellos que acuden están acostumbrados a otro tipo de espectáculos, diseñados expresamente para otra confluencia con el público. El debut el viernes pasado fue magnífico, y para la repetición esta semana nos ha llamado mucha gente, incluidos actores y actrices que desean que nadie se los cuente y quién quita que muy pronto se atrevan a sumarme a la experiencia. Es un espacio que puede seguir en el Barbaram, pero que es susceptible de ser llevado también a otros centros culturales de Artex como El Sauce, de gran afluencia y con tantos proyectos interesantes. No estamos hablando de escenografías, sino de adaptar las obras a las características del centro nocturno, para que los artistas interactúen con el público y se pase bien con otro tipo de propuesta cultural, tan enriquecedora como la del teatro».
No hay que decir que la segunda oportunidad no la desaproveché, y fui uno de los tantos que reflexionó, sin dejar de pasarla bien, con las propuestas de tres de las actrices del grupo teatral Aire Frío en el club Pepito’s Bar, frente por frente a ese pulmón natural de la ciudad que todo el mundo conoce como Zoológico de 26. Mientras las veía aprovechar al máximo el pequeño escenario de este afamado club habanero, recordé la entrevista que le hizo al propio Lorenzo mi colega Diana Rosa Riesco en el número 38 de nuestra revista —y ya vamos por el 47— donde se citó al crítico Norge Espinosa. Este último decía que la apuesta por un teatro vernáculo cubano «se ganará sobre las tablas, por encima de cualquier negación absurda o recelo demasiado estetizante».
Y un proyecto como este, en que dos instituciones culturales como Caricatos y Artex funden esfuerzos para lograr en esta ciudad algo tan afín a otras urbes del mundo, es digno de aplaudir. Tras hacerlo, conversé con Eduardo Eimil, director de Aire Frío, para que diera las coordenadas de la inserción de su colectivo en esta experiencia que se abre en el Barbaram: «Somos un grupo que, desde su fundación en el 2010, nos hemos dedicado a hacer comedias, pero desde una perspectiva teatral. Para este tipo de lugares alternativos hemos readaptado una obra que está concebida para una sala teatral para que funcione perfectamente en un lugar como este y ante un público que asiste con otras expectativas. Queremos hacer estas incursiones con obras ligeras, refrescantes. Y Todos los hombres son iguales se ajusta perfectamente. Está dirigida a un público que comparte, que se toma un trago. El panorama cultural en Cuba está cambiando. No es hacer humor y punto, sino teatro, adaptado a las circunstancias del sitio donde se presente. Y se puede realizar hasta rozando lo picante, pero sin caer en lo chabacano, sino todo lo contrario: con cierto grado de estilización».