«Korda fotografió en su vida a decenas de mujeres hermosas, pero no es posible todavía trazar el recorrido estético que hizo por sus rostros y por sus cuerpos. Solo podemos intuirlo a través de las escasas copias en plata gelatina que algunas de sus antiguas modelos conservan y que han permitido las impresiones que hoy se conocen; o en las publicaciones de época ―numerosas en Cuba hasta 1968― que solían comisionarle sus anuncios publicitarios y sus secciones de belleza».
La introducción de las palabras al catálogo de la exposición Obsesiones interruptas, redactadas por la curadora de la muestra, Cristina Vives, son un excelente pretexto para llegarnos en estos días a la sala María Eugenia Haya (Marucha) de la Fototeca de Cuba ―Plaza Vieja del Centro Histórico de la capital cubana―, para disfrutar de muchas obras poco conocidas de quien, sin duda alguna, representa la más alta cumbre del arte fotográfico de la mayor de las Antillas, no solo por ser el autor de una de las más difundidas imágenes de la historia: la de Ernesto Che Guevara en la despedida del duelo a los mártires del atentado al vapor francés La Coubre, sino también porque se supo mover en todos los ámbitos de la creación artística, convirtiéndose en el fundador de la fotografía de modas en Cuba cuando aún ni soñaba en convertirse en el fotógrafo de la épica revolucionaria.
«A otras mujeres hermosas ―nos sigue diciendo la curadora de Obsesiones interruptas― las encontró posteriormente en las manifestaciones políticas y han sido extraídas recientemente, casi a contrapelo, entre los cerca de cincuenta mil negativos sobre la Revolución que se conservan en los archivos del Consejo de Estado de Cuba por razón de su valor histórico y documental. Estas milicianas hermosas, que hoy pueden vivir en igualdad de condiciones con sus trabajos publicitarios o sesiones fotográficas en Studios Korda ―cuando este era el headquarter de la sensualidad habanera―, se encuentran mezcladas con las fotografías de los líderes, cuando Korda creaba entre 1959 y 1968, sin darse cuenta, el más estético testimonio gráfico de la Revolución Cubana que existe. Lamentablemente no tenemos mucho más.
La exposición, que estará abierta hasta el próximo 20 de octubre, es resultado de la colaboración de Estate Korda, el Estudio Figueroa-Vives y la Fototeca de Cuba, y en ella se han reunido algunas imágenes prácticamente rescatadas del olvido. Un excelente homenaje al Maestro Alberto Korda, nacido en la barriada habanera del Cerro el 14 de septiembre de 1928, hace ya noventa años, y fue acreedor de la Orden Félix Varela de Primer Grado otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba.
La Fototeca de Cuba es una institución perteneciente al Consejo Nacional de las Artes Plásticas del Ministerio de Cultura, y tiene como objetivo primordial «contribuir, mediante un trabajo sistemático y especializado, al desarrollo y valoración de la fotografía cubana, como una forma de expresión de nuestra cultura nacional». Obsesiones interruptas suma méritos a la excelente labor que durante más de tres décadas han realizado sus especialistas.
«Intentamos hoy ―concluye Cristina Vives― armar un rompecabezas con lo que ha quedado de la depredación histórica, y lo cierto es que estamos aún buscando los espacios vacíos en esa ruta accidentada. Solo así entenderemos a Korda como el fotógrafo de la belleza que fue en primera instancia, y sabremos cómo logró hacer las eficaces fotos de la Revolución, que fueron sus sucedáneas».
Por: Redacción Excelencias