A inicios de esta semana, el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, fundado en 1929, reabrió sus puertas tras cuatro meses de una reparación tanto arquitectónica como artística que ha dejado la instalación no solo renovada sino más extensa, ya que su espacio expositivo ha crecido en un 30% más.
En los aproximadamente 3,700 metros cuadrados de nuevas galerías se incluyen un estudio para programar arte en vivo y un "Laboratorio de Creatividad" con fines educativos, que buscan acercar el arte a los tres millones de personas que lo visitan cada año.
El MoMA, que abrió por primera vez en 1939, para ser ampliado sucesivamente en 1964, 1980, 2004 y ahora en 2019, ofrece al público una extensa colección de obras de los grandes artistas modernos, entre ellos Andy Warhol, Jackson Pollock, Constantin Brancusi, Henri Matisse o Pablo Picasso, que aparecen expuestas junto a las de otros que les inspiraron, en una suerte de mestizaje.
Ann Temkin, comisaria jefa de pintura y escultura, adelantó a los medios de prensa que se ha optado por la interdisciplinariedad, con "obras de artistas de muchos periodos, de muchos países, todos trabajando en muy diferentes campos, que se están mezclando unos con otros".
Su director, Glenn Lowry, ha expresado a las agencias de información: "Pedimos al equipo que se aseguraran de mantener la conexión entre el museo y el centro de Manhattan, que es tan vibrante y explosivo, y que la energía de la calle entrara en el museo y lo animara".
Renovado por el estudio de arquitectos Diller Sofidio + Renfro, el nuevo MoMA cuenta en su fachada de la calle 53 con un gran alero que parece levitar como un ala de mariposa, así como grandes cristaleras que dan a la planta baja, en la que hay varias salas de acceso gratuito.