Por: Octavio Borges
La Habana.- El pasacalle dominical del XVI Festival Internacional de Teatro de La Habana clasifica como su más trascendente acción hasta ahora, al borrar fronteras entre arte y vida, y permitir franca gozadera de los transeúntes del Malecón con opciones únicas y de lujo mundial.
Para empezar, esa fue la única ocasión para poder disfrutar de la Compañía de Rosario Cárdenas, ubicada entre la élite universal de la danza contemporánea.
Por solo esta ocasión, sobre el muro del Malecón, con el mar y el cielo de fondo-, se pudo apreciar en esta edición de la cita teatral capitalina, tal propuesta, porque no está en la programación oficial que abarca hasta el próximo primero de noviembre.
A Rosario y sus bailarines le bastaron ese mínimo espacio para desplegar su talento y regalar uno de los pasajes estelares de su más reciente estreno: Tributo a El Monte, en homenaje a otra de las descubridoras de la cubanía, la antropóloga Lydia Cabrera.
El pasacalle guiado por el grupo Tropatrapo, de Angelito Guilarte, con muñecos de producción de Maricosa, en bandolera y el acompañamiento de los músicos de la Compañía de Danzas Folclóricas Ban Rra Rrá y otros que se sumaron espontáneamente, guió a la multitud de teatristas.
Pero sobre todo se personaron gentes comunes, por ese recorrido desde Malecón y Prado hasta las inmediaciones del Hospital Hermanos Amejeiras.
En ese trayecto se disfrutó de la entrega de 15 compañías adscriptas a diversas manifestaciones de las artes escénicas, incluidos artistas de la Agencia de Promociones Culturales Actuar y del Circo Nacional de Cuba.
También estuvieron los estelares colectivos Morón Teatro, con una contradanza colonial de sus típicas estatuas de barro, y Mirón Cubano, de Matanzas, con un espectáculo titulado El viejo y el Mar que puso a dialogar a Ernest Heminway con los transeúntes casuales de ese inmenso diván costero y participativo de La Habana.
A ellos se añadieron los espontáneos, como Katia Alonso, del Consejo Provincial de las Artes Escénicas de Villa Clara y productora de este Festival, quien empuñaba un muñeco de Tropatrapo, el diseñador Eduardo Guash Estiú, con una “Maricosa” en bandolera, o los ecuatorianos del grupo Gestus, que dirige Bernardito Menéndez.
Mientras, encima del muro del Malecón, Leonardo Pérez, de la Banda Municipal de Música de Marianao, improvisaba con su saxofón singles clásicos de jazz a su libre albedrío y un grupo de adolescentes dirimían un enconado partido de fútbol, segundos antes de que el pasacalle se les acercara.
En fin, para los organizadores de esta cita teatral en La Habana, lo ocurrido este domingo y la aceptación popular que tuvo, sirve de experiencias para comenzar próximas ediciones con un pasacalle similar.
Lo ocurrido en el Malecón habanero fue una provocación para que, aquellos que no son habituales a las salas teatrales se animen a debutar y comenzar a conocer un arte milenario, que en tan singular escenario difuminó las barreras aparentes entre el arte y la misma vida.
Fuente: AIN