Por: María C. López
Cuando en febrero de 2013 el grupo de la construcción del Arzobispado de Santiago de Cuba, iniciaba sus labores en la restauración de la SBMI Catedral de esta ciudad, parecía lejano el día en que pudiera decirse las labores están concluyendo.
Más de dos años después, y pasada la fecha para la que se deseó tener terminada coincidiendo con el 500 aniversario de la fundación de la otrora villa de Santiago de Cuba nacida, como muchas otras en el nuevo continente, bajo la protección de Santiago Apóstol el 25 de julio de 1515.
Cerca hemos estado en este tiempo, siguiendo paso a paso el reverdecimiento de este casi bicentenario templo, único en Cuba construido como Catedral y una de las estructuras de madera más antiguas, grandes y complejas de América.
En más de un 90 % de culminación de las obras conversamos con los responsables del grupo encargado de la restauración artística de paredes, columnas, techos y cúpula, esta última una de las más complejas.
Otto Francisco Maletá Freijoso, Licenciado en Rehabilitación de profesión y es responsable del grupo de restauradores de la parte interior de la cúpula, nos explicaba que los integrantes del grupo son en su mayoría artistas plásticos de la ciudad (escultores, pintores, talladores, grabadores…), y él en particular pertenece a un grupo de montaje y decoración privado. No tenía ninguna experiencia anterior en este tipo de labor de restauración, que asumió a petición de un hermano y reconoce que para él, el reto mayor que han debido asumir en esta obra es el calor, y la deshidratación por las altas temperaturas en el área de trabajo.
Israel Tamayo Zamora, responsable general de toda esta brigada o grupo de restauradores, ya había tenido experiencia en trabajos anteriores, pero “trabajar en una cúpula como esta, es la primera vez”. Nos explica que inicialmente se había “calculado un tiempo record de terminación y muchas cosas nos han traicionado.” Debido a la complejidad del trabajo, al iniciarlo “hablábamos de restauración, pero en realidad en cuanto al trabajo de decoración artística todo se hizo nuevo; por lo tanto hacer una cúpula como esta, hubiera requerido por lo menos un año de trabajo, trabajando continuamente en condiciones bastante difíciles”.
Visitando la cúpula luego de escalar cuidadosamente los peldaños que nos acercan a su interior, a más de 10 metros de altura, el intenso calor inmediatamente nos hace preguntarnos ¿cómo pueden? Tamayo continúa su explicación… “Un equipo reducido trabaja de 7 de la mañana a 7 de la noche, 12 horas en condiciones de altura, escasa circulación del aire, altas temperaturas… condiciones extremas en las que hay que estar muy atentos pues puede darte la impresión que estás bien y darte un “black out”, perder el conocimiento”.
Detrás de las estructuras de madera, andamios que sirven para facilitar el trabajo de los artistas-restauradores, sobresalen las bellas figuras de los ángeles que parecen sostener el aro del cupulino y su linterna. Belleza que muestra las soluciones técnicas que ha este equipo que implementar; por ejemplo, “en la parte de la base del cupulino al interior de la linterna, los carpinteros no pudieron hacerla exactamente como era originalmente y esto nos llevó a buscar una solución artística a ese cambio, y a nuestro entender se ve mucho mejor que la original. Los ángeles que la adornan al ser desmontados no tuvieron el cuidado que se debió tener, no nos llamaron tampoco, y para hacer los moldes hubo que unir piezas diversas, restaurarlas y para luego poder extraer el molde”. “Puedo decirte que esta cúpula ha quedado mucho mejor que la decoración que anteriormente tenía, primero por el tratamiento del color que es mucho más clara; con una estructura mucho más ligera”, comenta el maestro Israel a lo que asienten otros de los artistas que desde sus andamios escuchan.
Ahora ya se está en fase casi final, y es casi obligada la pregunta… Cuando todos los andamios se hayan retirado y observen esta obra de restauración y reposición del interior de la cúpula de la Catedral santiaguera… qué les quedará a ustedes como artistas, como santiagueros. Rápidamente responde Israel, “Creo primeramente que el haber contribuido a la belleza de una obra arquitectónica emblemática de la ciudad de Santiago de Cuba, realizado por el insigne arquitecto Carlos Segrera, y en la que trabajaron muchos artistas como Desangles, el padre de Ferrer Cabello y el propio Ferrer Cabello que fue profesor de muchos de los artistas plásticos que estamos aquí. Y es también un poco, el sentirnos continuadores de esos grandes maestros que nos enseñaron muy bien, hemos aprendido también en el camino y este es un reto para lo cual hemos tratado de dar todo lo mejor de nuestro arte. Sé que si ellos estuvieran escuchándonos o viéndonos, sentirían satisfacción y orgullo”.
Y así sin esconder su “vanidad” nos dice: “Tenemos una ventaja respecto a las columnas que es necesario que sean cuidadas por todos, aquí nadie puede “subir” a tocar nada. En el interior del templo si será necesario que todos los que visiten la Catedral, lo cuiden mucho, con cariño porque ha dado trabajo, ha costado mucho dinero realizarlo, pero sobre todo por el trabajo que cada uno ha puesto en la obra; no solo los artistas, también albañiles, carpinteros, yeseros (por ejemplo todo el yeso que se aplicó en el fondo de todas las figuras) que también es necesario reconocer y hablar de ellos”.
El 22 de septiembre cuando el papa Francisco entre a la Catedral de Santiago de Cuba, donde será acogido por cientos de familias de esta ciudad y de toda Cuba, podrá disfrutar de la belleza en todo su esplendor de esta casa de Dios, de este templo que es testigo fiel de la misión evangelizadora de la Iglesia a través de los siglos.
Fuente: http://www.sierramaestra.cu