El Festival Internacional de Cine de Gibara arribó a sus primeros quince años con la edición que sucedió del 7 al 13 de julio. Su programa delató un amplio cariz multicultural, con el séptimo arte como gran núcleo y eje, algo subrayado por su presidente, el actor, realizador y pintor Jorge Perugorría, como uno de los grandes propósitos del certamen. De ahí que el eslogan para este año fuera «Un mar de artes».
Las noventa y cinco obras audiovisuales que pudieron apreciarse como parte del concurso oficial, muestras paralelas e institucionales, presentaciones especiales y homenajes, compartieron la atención de los públicos asistentes con un nutrido programa de artes escénicas y visuales, conciertos, mesas de pensamiento, además de eventos colaterales culinarios y de innovación tecnológica para el arte.
Cincuenta y nueve películas y quince guiones optaron por los premios Lucía en los apartados de Largometraje y Cortometraje de ficción, Largometraje y Cortometraje documental, Cortometraje animado, Cine en Construcción y Guion inédito. La impronta cultural de veintiséis naciones de varios continentes matizó particularmente esta muestra, donde prevalecieron las propuestas de España, Argentina, Alemania, Colombia, China, Kenia, Holanda, Irán, Rusia y Cuba, de los más variados géneros, temáticas y posturas creativas.
Por tercera vez los galardones Lucía de Honor reconocieron los obras de vidas dedicadas al cine, esta vez las de la actriz Daisy Granados, reconocida como «El rostro del cine cubano»; el multipremiado actor puertorriqueño Benicio del Toro, un incondicional de FIC Gibara en los últimos años; y del realizador cubano Fernando Pérez, de imprescindible huella en la filmografía nacional.
El Festival también honró la memoria de la recientemente desaparecida cineasta Agnès Varda (1928-2019), con la proyección de sus documentales Salut les Cubains (Saludos, cubanos), de 1963, y Visages Villages (Rostros y lugares), de 2017, codirigido con el fotógrafo francés JR. La celebración de los veinticinco años de la compañía Teatro de las Estaciones protagonizó las ofertas escénicas, que incluyeron presentaciones de las obras 10 millones, de Carlos Celdrán, para Argos Teatro; Hembra, de Yunior García; y un fragmento de la coreografía Infinito, de Susana Pous, para Mi Compañía.
La música siguió marcando pautas profundas durante el certamen, con la inauguración este año a cargo de Kelvis Ochoa, David Torrens y José María Vitier, quienes unieron voces e instrumentos para homenajear a Silvio Rodríguez y a Pablo Milanés, sucedidos por Isaac Delgado. La clausura de FIC Gibara corrió a cargo de una reunificada Habana Abierta y de Cimafunk, dos fenómenos indiscutibles de la música cubana contemporánea, con par de décadas entre ambos.
La nómina melódica la completaron y distinguieron Eliades Ochoa, Zeus, Telmary, Qva Libre, Pancho Céspedes, Toques del Río, los españoles Santiago Auserón (Juan Perro), Nøgen, Fermín Muguruza (quien presentó además su cinta de animación Black is Beltza), Matah y Chalart’58, entre otros.
Las artes visuales encarnaron en más de quince exposiciones personales y colectivas, con propuestas de artistas como Cirenaica Moreira, Wilfredo Prieto, Reinerio Tamayo y Adonis Flores. Particular interés guardó la muestra continua La pobreza irradiante, 24 horas de videoart contemporáneo, bajo la curaduría del artista y profesor René Francisco.
El Festival continúa siendo evento germinal de nuevos y autónomos espacios, que de manera paralela prestigian a la también conocida como Villa Blanca. Tales fueron los casos del evento Saborear a Gibara, que por segunda vez profundizó en las tradiciones culinarias locales, e Innovación FIC Gibara, que en su primera edición contó con una feria expositiva de varias iniciativas relacionadas con el audiovisual —efectos visuales, realidad virtual, videojuegos—, y el panel teórico «Tecnología+Cultura».
Fotos: Tomadas de las redes sociales del Festival