Habaneros con ritmo: Cheo Belén Puig

Con una calidad insuperable como músico y director, Cheo Belén Puig forma parte de esa lista patrimonial de artistas ilustres de la capital cubana.

El hijo de José Belén Puig, cursó—justamente con su padre— los primeros estudios de música que luego continuó con Carnicer y Cumpertino González. Notables fueron sus actuaciones como pianista solista  en 1925, según recordó el mismo Cheo Belén en una entrevista que concedió a la revista Bohemia [1].

Fue en 1927 cuando grabó su primer disco para la firma Columbia, tocando el piano con la orquesta de su padre. De esa grabación se desprendieron los números: El rey de los bongoseros  y Ráscame aquí.

Su ascenso musical y el dominio de varios instrumentos le permitió compartir el escenario con otros valores de la cultura cubana como María Teresa Vera y Miguelito Valdés. Ya para 1934 Cheo Belén tenía su propia orquesta, donde brilló uno de los intérpretes más discutidos en la década del 30: Pablo Quevedo, bautizado como “La Voz de Cristal”.

Un año después de “pegar” varios éxitos en la antigua emisora CMCJ como Mi gran tristeza o Mi rival, el grupo de Cheo Belén brilla en la popular CMQ con ¡tres horas diarias! en la programación, todo un reto si tenemos en cuenta la cantidad de artistas y agrupaciones que desfilan por allí.

Cuando murió Pablo Quevedo en 1936—de forma repentina—, llegan a la orquesta de Cheo otras voces que marcarían el panorama artístico cubano para todos los tiempos: Alfredito y Vicentico Valdés, Alberto Aroche y la Emperatriz Paulina Álvarez.

Quizás para tener todos los elementos a la hora de defender su obra, Cheo se graduó de abogado en 1949. El “leguleyo musical” siguió con su pasión, ofreciendo todo su entusiasmo y experiencia en la música.

Con más de 60 años fue profesor de la Sección de Música de la Dirección de Extensión Cultural del Consejo Nacional de Cultura y también como Director Musical del muy recordado programa de televisión “San Nicolás del Peladero”, del canal 6.

Murió con 63 años en mayo de 1971. Pudo hacer más…pero siempre la muerte se presenta inoportuna.

Fotos: Tomadas de la Revista Bohemia. 1970