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Un paisaje exploratorio en tiempos de festival
25October

Un paisaje exploratorio en tiempos de festival

Saeed Pezeshki, Miriam Castañeda y Francisco Arrieta conforman Circuito Liquen, una agrupación de teatro contemporáneo surgida en México hace 16 años; que se propone en sus piezas conjugar elementos del teatro aéreo, el teatro físico y de objetos, así como diversas técnicas que hoy diferencian a los artistas performers.

En esta 18 edición del Festival de Teatro de La Habana participaron con la pieza Tur {Paisaje #1}, que dirige y protagoniza –por primera vez en ambos roles– Saeed Pezeshki. Con él, conversamos en Arte por Excelencias.

Háblame sobre la agrupación y su concepto de ver e interpretar el teatro.

Circuito Liquen se fundó en México, luego nos movimos a Buenos Aires y estuvimos seis años trabajando, posteriormente estuvimos cinco en España, y ahora radicamos en Colombia; por eso una de las características de la compañía ha sido lo migrante.

A veces vamos todos juntos, a veces nos separamos, pero encontramos que esa dinámica era interesante porque somos tres fundadores, y entre nosotros tenemos plena confianza de que lo que monte alguno será firmado como Circuito Liquen. En realidad, la mayoría de las obras son dramaturgia y dirección mía, pero hace unos cinco años que mis compañeras empezaron también a dirigir, y ese rol se ha diversificado.

Venimos de la escuela formal del teatro, después entré a la escuela de circo y ahí tuve un descubrimiento del cuerpo, de otras posibilidades de contar más allá de la palabra, del discurso narrativo aristotélico, del principio- nudo-desenlace. Después, por influencias que fui teniendo en Buenos Aires, donde hay un punto de vanguardia muy interesante, pues tuve influencias hacia el teatro aéreo y el teatro físico.

El primero fue como una manera de despegarme del circo pero sin perder la altura, pues el circo es un entrenamiento muy profundo y con mucha disciplina. Sin embargo, a nivel de lenguaje escénico empezó a ser insuficiente para nuestro trabajo, aunque lo respeto mucho y por eso mantuve el trabajo con la altura, con ese concepto del cuerpo en riesgo. Entonces justo la danza aérea llegó a Buenos Aires a ser un nuevo brío en ese trabajo. También hay mucho de disciplina oriental, énfasis en la estructura del movimiento, y todo eso junto es lo que ha generado un lenguaje propio de la compañía.

En este caso lo que trajimos al festival es el primero de un ciclo de paisajes escénicos que estoy construyendo, y tiene que ver con generar un paisaje sobre la memoria, con imágenes y movimientos, que no necesariamente tiene una historia lineal o narrativamente estructurada.

 

actor de Circuito Liquen

 

La sinopsis de la obra nos adelanta que se trata de un viaje hacia la memoria, una especie de descubrimiento personal, de tu historia como vía para desarrollar un proceso escénico...

En este caso particular, mi familia paterna es iraní y la materna mexicana, pero yo crecí solo con la de mi madre. Salvo mi padre, no conocía a nadie de mi familia, y hace unos años quise investigar toda esa mitad de mí que no conozco y viajé a Estocolmo, donde residían mis abuelos. Decidí documentar el encuentro en 2015 con mi familia y luego ese proyecto se convirtió en más que un audiovisual.

Por eso la obra es la proyección documental, y lo que yo hago es intervenir en escena como performer justamente de ese diálogo. No hay texto en toda la obra, es solo movimiento, y es precisamente la recreación de la memoria en el cuerpo: cómo repercute la ausencia, como repercute la soledad, el invierno.

La película en sí misma tiene pausas, bloques de negro que están justamente para reflexionar el público, para que yo pueda accionar, etc. Así se teje la relación entre el cuero y la memoria que es ahora la imagen.

 

escena de Tur de Circuito Liquen

 

¿Qué retos y principios afrontaste para crear esta pieza?

Pues ante todo el pensar en la escena como un paisaje y no como un hecho representativo. En ese sentido abandonamos los personajes, la línea narrativa concreta, no es importante lo que se cuenta sino lo que se dice desde lo situacional, dónde está parado ese cuerpo y cómo interactúa con el paisaje. Esta idea de la obra parte curiosamente de mi primera experiencia en Cuba el año pasado, durante un taller de estudios de dirección escénica que organizó el Laboratorio escénico de experimentación social. En esa residencia tuve el concepto de Tur, pues la locación donde estábamos primaba el paisaje, y eso me provocó muchas ideas para trabajar el concepto de la memoria.

¿Qué tal la experiencia de ser tu propio director?

Es la primera vez que lo hago y fue muy circunstancial, porque siempre pienso que debe haber un ojo externo. Pero anteriormente, en el proceso de montaje, tuve asesoramiento; y ahora acá estoy con Francisco Arrieta y a través de sus ojos puedo limpiar, pulir y en este caso está funcionando.

 

Actor de Circuito Liquen en Tur

 

¿Este es el primer paisaje de cuántos?

Ahora mismo hay estrenados 3 paisajes. El segundo se estrenó en Bogotá, se llama Puto y mexicano, y es un biograma igual, aunque lo protagoniza Francisco Arrieta. Usé como pretexto una obra de Bernard-Marie Koltés, que se llama De noche justo antes de los bosques, tomamos su situación y a partir de ella hice una línea transversal en la vida de Francisco como hombre, mexicano, homosexual en un contexto de mucha homofobia, persecución como lo son los países latinoamericanos. Justo en ese cruce entre la vida de él y la obra de Koltés surge este segundo paisaje.

El tercero se llama Missing, y es una búsqueda de algo que nos mueve mucho en México y Colombia: los desaparecidos; ya sea por guerra, narcotráfico, cuestiones paramilitares, etc. Es algo que tenemos para investigar, así como las formas de desaparición, porque está la forzada, pero existe la que uno elije no saber más de nadie, o la enajenación tecnológica, en la que a donde quiera que vas están todos con el teléfono en la cara y no se miran, no hay diálogo.

Para el próximo año comenzarán a viajar las tres juntas, como ciclo de paisajes.

 

Circuito Liquen en el 18 festival de teatro de la habana

 

¿Cómo fue la acogida del público durante las presentaciones?

La recepción fue muy emotiva, yo sé que es un trabajo distinto, que de pronto es difícil para quien está acostumbrado a una teatralidad más cotidiana. Hay mucho reflejo en el público justamente por lo geográfico, por los signos de emigración, de separación familiar, etc.

Es una obra extensa, que reconozco que puede no conectar con todos los espectadores, pero es lo que nos gusta hacer, si yo me sintiera cómodo en un teatro realista, naturalista, de representación, pues lo haría. Lo que hago es la manera que tengo de formar un diálogo con el espectador.

¿Cómo ha sido trabajar en una agrupación que tiene a sus integrantes en diversos países?

Pues un reto, Miriam Castañeda está Buenos Aires, y Francisco en México; pero, aunque no vivimos juntos nunca ha pasado un año en que no logremos financiamiento para hacer algún proceso y encontrarnos. Independientemente, cada uno tiene sus proyectos como Circuito Liquen, utilizamos un equipo artístico fijo, pero los integrantes somos nosotros tres. Nuestras poéticas y maneras de hacer teatro son compartidas a la perfección, por eso tenemos ya tantos años de trabajo, y somos un núcleo sin importar la geografía.

 

escena de tur en festival de teatro de la habana

 

¿Este segundo viaje a Cuba les ha traído algún provecho artístico?

Pues sí, estamos en proceso del cuarto paisaje que se llama Isla y tiene que ver con Cuba. Está enfocado en las experiencias que hemos tenido Francisco y yo aquí, y es justamente como el cuerpo interactúa con esos paisajes rodeados de agua, con la metáfora de la insularidad, partimos de un poema de Virgilio Piñera, La isla en peso, que es el gran detonante. Ahora estamos en proceso de investigación, y se estrenará mediados del próximo año.

Un viaje hacia la memoria, un enfrentamiento hacia el teatro desde otra mirada, el concepto del cuerpo objeto-sujeto indistintamente es lo que nos plantea Circuito Liquen en cada obra que representa. Sin dudas, una nueva forma de enfrentarse a las artes escénicas que puede (¿por qué no?) generar nuevas interrogantes una vez que se guarda silencio y  las luces encienden la escena.

 

festival de teatro de la habana, obra tur de Circuito Liquen

 

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