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Visiones fotográficas de sentida ritualidad
04October
Artículos

Visiones fotográficas de sentida ritualidad

Visiones donde la imagen establece un puente entre verosimilitud y fantasmagoría, retratos que acentúan los efectos de atmósfera y carácter, además de cementerios que alcanzan dimensiones metafóricas más allá del ámbito mortuorio significativo, han sido series y caminos de la expresión fotográfica manejada por Juan Carlos Romero. Su filiación dentro de la estética del lente suele darse en ese proceder que hace del realismo un enjambre de pulsiones subjetivas, en las cuales la lectura del espectador puede hallar inusitadas connotaciones.

Esta vez Juan Carlos nos ofrece un mesurado ensayo fotográfico que acentúa casi de modo naturalista los momentos testimoniados. A diferencia del interés por aprovechar las posibilidades de la foto en blanco, negro y gris (que en él resulta sin dudas el “plato fuerte” del hacer profesional), ha optado por las estampas a pleno color. Hay, evidentemente el propósito de captar y revelarnos el sentido del azul en el contexto ritual de referencia: la acción de los correspondientes creyentes en su adoración de la Virgen de Regla. El cromatismo de las escenas con toda su carga “pictórica”, así como  el afán de ser fiel al registro de lo emocional, lo mítico, la costumbre, la pobreza  ambiental y la sicología popular, arman un “puente” entre lo dramático y lo ilusorio, dentro de la atmósfera típica del grupo humano allí caracterizado.

El fotógrafo optó por un título que le incluye a manera de "presencia ausente" o partícipe que cumple también la función de documentador: Mi otro yo/ Homenaje a la Vírgen de Regla (o Yemayá). Las representaciones elegidas  parecen estar conformadas desde la percepción turística, lo que puede facilitar la identificación de las fotografías con éstos, y servir a la vez para subrayar variantes de significación que hoy tienen los ceremoniales religiosos sincréticos, en tanto manifiestan creencias sinceras de una parte de la población cubana, traen consigo códigos de muy distante procedencia, constituyen evidencia antropológica y etnográfica, y con frecuencia son utilizados en calidad de “atractivos folclóricos” mercantilizados.

El ensayo montado por Juan Carlos Romero en la Galería de los Oficios, en calle homónima del Casco Histórico habanero, cuando ésta arriba a otro de sus Aniversarios, porta la carga espiritual del autor, alude a certezas de la intimidad y muestra como nueva, por ser sincera y casi “radiografiada” en sus detalles, una tradición cuyo origen entre los portadores esclavos fusionó el cristianismo con el panteón africano correspondiente, la miseria con las esperanzas, las cicatrices de la vida con una gestualidad que viene del cuerpo y de la mente. Hay en ese reflejo fotográfico indudable alusión a uno de los componentes de lo “maravilloso” (casi surreal para algunos; de existencia impalpable para otros) presente en el seno de un pueblo que suele escudarse y andar con los recursos ideales de resistencia y pasión, transfigurados en ídolos y en símbolos.

En portada: Foto de la exposición tomada de CubaSí