Con Azul y Gris¸ expuesta en la galería El Zaguán, del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en Holguín, el joven artista Ramón de Jesús Pérez de la Peña realizó, luego de aparecer en varias muestras colectivas en la ciudad, su primera exposición personal.
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Toda primera muestra personal marca un antes y un después: es una especie de parteaguas que pone una obra que hasta ese momento ha formado parte de la curaduría de un proyecto colectivo, a ocupar un sitio privilegiado, mostrar un corpus propio. Y toda primera muestra es, por demás, una osadía, una interrogante, una búsqueda, en la que el artista se “ofrece” y se expone a la mirada acuciosa de quien mira (o más aun, la mirada de quien observa y escudriña en la propuesta que nos ofrece).
Ramón de Jesús salió airoso en este primer juego (apuesta) de colores y texturas, ese espacio de confluencias de rostros y formas expresivas que es su primera exposición. En Azul y Gris (colores psicológicamente fríos y en el caso del azul, primario) predominan dos líneas, que al mismo tiempo se complementan en una sola poética: por un lado los retratos y por otro la pujante fuerza de sus abstracciones.
Sus retratos son rostros mayormente femeninos, como sacados de revistas o sesiones de fotos, como modelos que posan desprejuiciadas frente a él, sabiendo que “atrapará” la sensualidad de la mirada, el labio insinuante y procaz, la levedad del momento, la fragilidad del cuerpo, la osadía…
Pero al mismo tiempo, estos rostros femeninos evaden el kitsch de la primera mirada, para cargarse de complementos, de manchas de color, de relieves y mixturas… No son rostros abstractos, pero en la figuración –en esas miradas femeninas como las de Frida Kahlo y Marilyn Monroe, que es excepción en el rostro del Lennon de “Imagine”– encontramos la base de la propia abstracción con que va poblando su pintura; donde, además de las cualidades físicas que captura, la expresión cobra fuerza (es como si la luz del trópico, siempre subversiva, lo inundara todo).
Por otra parte, lo que más me llama la atención de la obra de Ramón de Jesús Pérez de la Peña son sus abstracciones cargadas de fuerza y lirismo, influenciadas principalmente por el action painting y el color field painting; imágenes que desde la no figuración que sí encontramos en sus otras piezas, intentan expresar mediante el color y la materia del cuadro, sensaciones como el movimiento, la velocidad y la energía (el “automatismo” de Jackson Pollock, que redujo su gama cromática prácticamente al negro, el blanco y el gris azulado, y los brochazos irreverentes de Franz Kline, por ejemplo, son palpables en piezas como “Cronos”, “Encuentro I y II” y “Semana”).
Incuso donde más autonomía alcanza precisamente Ramón de Jesús es en esos “paisajes” abstractos que pueblan su mirada, como vemos en piezas como “Mi primavera” (mi obra preferida de la muestra), “El cuarto de Tula”, “Cromos” y “Tu piel”.
Ramón de Jesús Pérez de la Peña, graduado de la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba y con formación en los estudios de animación Anima de Holguín, no plasma imágenes o retratos femeninos en óleo sobre lienzo al azar: en sus obras vemos momentos, emociones, acciones, pensamientos, inquietudes, que captura, a veces con la rapidez del trazo o la acción inmediata, con las influencias de los maestros de la abstracción, pero sin depender, en su esencia, de ellos. Los colores, que conoce y explota, la espátula, el brochazo, la línea segura en el dibujo, las gotas y trazos que pueblan la orografía de su arte, son acaso excusas para mostrarnos las formas que no vemos siempre, pero que rigen nuestros días con la sencillez impresionante del azul y el gris.
Fotos: Cortesía del autor