Cuentan que 1939 fue el año de los paseos concéntricos, lentos y pausados, alrededor del parque Mayor General Calixto García. Estaban en el candelero los helados del café Venus, el carrito de Ávila, y la comida española de la Gran Vía.
El 2 de junio de 1939 se inauguró el Teatro Wescenlao Infante, en Holguín, para cuya obra se aportaron todos los recursos de la ingeniería y la técnica disponibles en la época.
El Infante pasó a ser el teatro más moderno de Cuba y su amplificación, pantallas y proyectores Motiograph-modelo K de la Western Electric, fueron presentados como non plus ultra en la Feria Internacional de Nueva York, en agosto de aquel año. La pantalla, del tipo Hudley, de 20x22 metros, se presentó también por primera vez en Cuba, y en igual sentido, el sistema New Everlitt de perforaciones graduales de luz.
La sucesión W. Infante dedicó este teatro a la memoria de su padre Wenceslao Infante Bidopia (1861-1925). Ese día de junio el público se apiñó frente al teatro, cerrando el tránsito. La película de estreno fue Jesse James o Epopeya sin Ley, en tecnicolor. En el renglón teatral se presentó la orquesta femenina Ensueño y el maestro de ceremonia del programa fue Miguel Otero Bargalló.
Acoge en 1961 la primera puesta en escena del Teatro Lírico Rodrigo Prats, con La leyenda del beso, bajo la tutela de Raúl Camayd. Luego cambió su nombre por el de Teatro Comandante Eddy Suñol, en 1981. El paso indetenible del tiempo hizo que este exponente del art decó se deteriorara y cerrara sus puertas por más de una década hasta su reapertura en julio de 2011.