“Meter La Habana en Guanabacoa, una exposición para trascender límites”

El pasado viernes 16 de junio, la Galería-taller Corral Falso 259 abrió sus puertas con una nueva propuesta expositiva. Fue inaugurada “Meter La Habana en Guanabacoa“ -con curaduría de Tomás Núñez y Beatriz Hernández-, una exhibición colectiva que reúne las obras de 50 grandes creadores de las artes visuales cubanas.

El lenguaje popular cubano, como el de cada sociedad, está impregnado de referencias extraídas del escenario social, cultural e histórico. Los usos lingüísticos de tales referencias se traslucen generación tras generación. Vamos conformando un exquisito surtidero del que hacemos uso, conscientes o involuntariamente, y al que llamamos refranero.

Meter La Habana en Guanabacoa es uno de los epítomes de la cultura proverbial cubana. Su origen, según fuentes esencialmente orales, proviene del siglo XVI. La Villa de Nuestra Asunción de Guanabacoa fue fundada el 12 de junio de 1554 bajo las órdenes del Cabildo de San Cristóbal de La Habana. Un año más tarde, el corsario francés Jacques de Sores arribó al puerto habanero, cuya única fortificación -el antiguo Castillo de la Fuerza- no resultó un impedimento a sus intereses. A raíz del saqueo y posterior incendio de la Capital, el gobernador Gonzalo Pérez de Angulo junto a un grupo de regidores y habitantes se trasladó al territorio de Guanabacoa, a la sazón un pequeño caserío destinado al agrupamiento de los pocos indígenas que quedaban en el occidente del país. Durante los seis meses que duró la contienda, en dicha zona radicó el Gobierno Colonial y con este la Capital de Cuba. Todo parece indicar que en dicho contexto y ante el asombro de los locales nació la frase: “no se puede meter La Habana en Guanabacoa”, quedándose en el imaginario popular como alusión a la imposibilidad de introducir en un espacio reducido algo de mayor envergadura.

A las puertas del verano del 2023, la exposición "Meter La Habana en Guanabacoa" se propone apologizar el 469 aniversario del territorio, penetrando precisamente en uno de sus más populares refranes. La propuesta curatorial se ha soñado y planeado como intento de desmitificación, como un proyecto que desde el espectro cultural materialice y posibilite la citadina utopía. Concentramos más que La Habana, un sustrato importante de la cultura cubana -y universal- dentro de un pequeño espacio, ubicado en una pequeña pero gran ciudad (Guanabacoa). Bajo esta premisa se decide aunar a un importante número de artistas cuyas generaciones, manifestaciones, técnicas artísticas y discursos estético-conceptuales son parte de la necesaria diversidad. Las obras de jóvenes y talentosos creadores, de otros con mayor consagración y trayectoria internacional, así como de grandes maestros del arte cubano, de quienes bebió toda generación posterior, vienen a crear alianzas y a reflejar contextos. Desde sus propios imaginarios hilvanan una historia de convergencias y desencuentros, donde se potencian los nexos entre el arte del pasado y el presente.

No hay intención de concentrar el discurso en una temática precisa, pero si fuera necesario hablar de una esencia compartida entre las obras, sería el hombre. Ese que habitó la ciudad -o cualquier otra-, que la usurpó o la defendió, que se sintió en casa o en tierra ajena. El hombre que la recorre, huye de ella o la evoca en la añoranza, el que se funde a la tierra, se convierte en ave, árbol, raíz…, el que se encubre en sí mismo y evita su realidad, el que se libera de todo orden y toda premonición, el de fervor y el de herejías. El hombre de ayer y de hoy. El hombre que lee estas líneas.

Corral Falso 259 pretende ser más que espacio expositivo o eje articulador de un aniversario. Procura ser nuevamente el tabernáculo donde encuentre refugio, como lo harían nuestros ancestros, este vastísimo y exquisito universo de la plástica cubana.

Fotos: Cortesía de Néstor Martí