Conocía a Silvio, no al ≪pintor del agua≫. Primero con los paisajes martianos que integraron Bajo la mirada de José Martí, la exposición suya en mayo pasado en el Memorial José Martí. Luego, a través de las redes sociales, donde hemos compartido creaciones y opiniones.
De modo que cuando llegué a la inauguración de Bajo el mar… no todo es azul, ya había disfrutado de ciertos encantos de su nueva propuesta plástica. El creador me había adelantado algo vía digital y hasta había estado en parte de su montaje.
Pero era no más que una parte. Solo cuando navegué las paredes de la sala transitoria del Memorial, sumergido en el olor del óleo y el susurro dialogante de las obras, pude percibir a plenitud los mensajes urgentes de Silvio Martínez Cabrera.
Con un lienzo bajo el mismo nombre de la muestra se inicia la mitad azul y el discurso que centra esta nueva propuesta. Le añaden significados y sentidos En la cuerda, SOS —escogida para el cartel promocional—, Contaminación, Desde lo profundo SOS y Bajo el mar no todo es azul II. Tres de las metáforas ≪cuelgan≫ con palillos de una cuerda: un mundo como una bolsa de plásticos, tres pomos que contienen los mensajes que el mar le encargó pintar a Silvio y una submarina cola de bolsas de plásticos. Como en la instalación Contaminación, al final de la sala, clara alusión al caos generado por el desenfrenado consumismo de la especie humana.
En la última de esta ≪dramática≫ orilla, se avistan unas colas de ballenas sobre un nailon azul, imagen que me recordó la impactante noticia de la ballena muerta con cuarenta kilos de plástico en su estómago. Entonces pienso que la vida surgió en el mar y desde allí puede llegar el fin. Tal vez desde el ocaso — submarino— se observa el bote con el que Silvio roza otra acuciante problemática contemporánea: la emigración.
Frente a la costa de azules advertencias, deleita la otra, germinal y salvadora mitad. Fecundada en otros seis lienzos de mediano y gran formato: Huellas, Como gotas, Rocío en azules, Rocío en dorado, Hojarasca caída y Verde rocío, más una obra invitada, Convivencia, del también pinareño Humberto El Negro.
Montadas en una gradación tonal, sintetizada en Rocío en dorado, la primera de esta serie es la dramaturgia de la muestra toda. El tránsito desde la tétrica oscuridad del caos hasta la esperanzadora constelación del rocío.
Estas nos hacen suspirar. Nos abraza como liana una frase de Martí: ≪Se siente crecer la vida admirando los contornos de la naturaleza≫. Invitación a hallar en esos detalles, efímeros, sutiles, la conexión con la Madre Tierra. En una gota que tiembla la levedad de su peso, en el rocío del brillo o en una hojarasca que cae sobre la turgencia de un charco.
Impresionan porque no hay una intención hiperrealista en la obra del pintor pinareño. Sus pinceladas equilibran mesura y expresión. Los reflejos y trasparencias que consigue, los espectros luminosos, las gotas en verde, en dorado, en azul…, como la naturaleza misma provocan sensaciones. Sublime es el poema ≪Verde rocío≫. Un lienzo donde dos hojas rojizas, aun capilarizadas de verde, aluden dos pulmones o dos corazones a saber, a imaginar, a sentir…
Con ellas, Silvio regresa a sus orígenes naturalistas, a lo que aprendió con los paisajistas de su Pinar del Río natal. A esa sensibilidad y destreza técnica al pintar el líquido vital por la que críticos colombianos le confirieron el título de ≪pintor del agua≫. Composiciones que acarician la vista y agitan el cerebro.
Emerge, como otro valor formal, el uso intencional de planos y ángulos típicos en la fotografía contemporánea, más el minimalismo simbólico que evidencia su formación catalítica. Vale apuntar que, además de pintor, Silvio es diseñador gráfico, fotógrafo y escultor. Se graduó en la Escuela Nacional de Arte (1968) y en la Escuela Nacional de Diseño (1973).
Los cuadros, fechados este año, fueron facturados con experticia técnica por un artista multifacético que no para de experimentar. De ahí el uso de la técnica de sublimación en piezas como Huella y Bajo el mar no todo es azul I. O el toque de resina —como gotas de agua— con el que remata la pieza En la cuerda. Tal vez porque no ha parado de enseñar. Silvio es profesor de la Academia de Artes, Hobbies y Trazos en Bogotá, con más de cincuenta alumnos, en cursos de distintas duraciones. Los jóvenes le preguntan: ≪Maestro, en qué tiempo puedo convertirme en pintor?≫, y Silvio responde: ≪Yo tengo cuarenta pintando, y aún estoy aprendiendo≫.
Su iconografía, organizada armónicamente en tres niveles de codificación, interconecta las pinturas entre sí y devienen orquestación armoniosa con el motivo central de la muestra. Valores que había notado en su anterior exposición aquí.
Bajo el mar… es la primera exposición centrada enteramente en un tema ambientalista, aunque Silvio ya había abordado el tema en otras piezas. Nos contó en su presentación la diseñadora e ilustradora Patricia Díaz Velez del trabajo del artista con el ambientalista y filántropo colombiano Rafael Comeras. ≪Fue un ecologista muy amigo de nosotros, de la izquierda, que llegó a proponer referendos sobre el tema y que el Congreso nunca aprobó. Nos visitábamos mutuamente y nos sensibilizó mucho sobre el cuidado del agua y del medio ambiente≫, me amplió Silvio el día de la inauguración.
Aun fue posible ser más del agua y de la naturaleza. El arduo proceso de investigación y realización de las obras acrecentó su sensibilidad con este tema, con la gestión de los desechos plásticos y su preocupación frente al caos que producimos en el mar y en las ciudades, en Bogotá y en La Habana. ≪Hasta tal punto de que cuando voy de compras no solicitó bolsas plásticas, llevo de tela≫, me ejemplificó.
Silvio Martinez es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Ha realizado catorce exposiciones personales en Cuba y quince en el exterior, además de participar en más de cien exposiciones colectivas. Sus creaciones aparecen en colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, en España y en colecciones privadas en Portugal, Brasil, Colombia, Canadá, Francia, Alemania, Argentina, Estados Unidos y Costa Rica.
Radicado desde hace dieciocho años en Colombia, es además un activo promotor cultural y de la solidaridad entre los dos pueblos. Eso explica la presencia, en la inauguración, del excelentísimo señor Juan Manuel Corso, embajador de la República de Colombia en Cuba.
En portada: Detalle de Sublime es el poema. Verde rocío