La Organización de Turismo del Caribe ha declarado al 2019 como el año de los festivales en esa región, coincidente con la celebración de la 39 Fiesta del Fuego en Santiago de Cuba, dedicada a Uruguay y al contagioso candombe, un ritmo de tambores africanos que distingue al carnaval de Montevideo, tan contagioso y pasional como las intensas noches y madrugadas de carnaval en Santiago de Cuba y La Habana.
Razón de más para dedicar nuestra revista a los carnavales y fiestas populares. Porque esos eventos en este caluroso verano de Iberoamérica y el Caribe son verdaderos símbolos culturales del arraigo de siglos en nuestros pueblos y comunidades. Defender ese legado y transmitirlo sin prejuicios a las nuevas generaciones es también un deber en pleno siglo xxi porque son la mayor expresión de nuestras fiestas populares tradicionales, las mismas que disfrutaron nuestros tatarabuelos y de las que gozarán nuestros nietos.
Según el Guinnes, Río de Janeiro sigue siendo la más famosa de todas las fiestas, mas como del Sambódromo hemos publicado tanto, en esta edición preferimos hablar de cómo se origina en los barrios de Montevideo el carnaval más largo del mundo, con sus cuarentaiún días y sucesivas noches, el mismo que se inicia con el desfile clásico por la avenida principal y, justo una semana después, entre los barrios Sur y Palermo, rompe el extraordinario Desfile de Llamadas en la calle Isla de las Flores, la máxima fiesta de la colectividad negra, donde los protagonistas son miles de tambores que tocan el candombe y que congregan a otros miles de uruguayos.
También en esta edición podrán saber un poco más del afamado Carnaval de Cádiz por la boca de su entusiasta historiador, y tener una crónica vívida del siempre espectacular Carnaval de Oruro, en Bolivia; y ponernos el sombrero final con el de Barranquilla, en la costa Caribe de Colombia, considerado el segundo más grande e importante de América Latina, que junto al boliviano fue declarado por la Unesco Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Y hasta irnos en un viaje de ida y vuelta entre los dos más trascendentes carnavales cubanos que han gozado de igual reputación internacional, sea el de Santiago de Cuba como el de La Habana, este último inmerso en las celebraciones por el aniversario 500 de la capital cubana.
Wikipedia intenta explicar que el carnaval, a pesar de las diferencias que presenta en los diversas ciudades del mundo, tiene como característica común la de ser un periodo de permisividad y cierto descontrol. Y parece probable que el origen de su celebración esté en las fiestas paganas, hace más de cinco mil años, con celebraciones muy parecidas en la época del imperio romano, los míticos festejos saturnales de la antigua Roma o las bacanales de la antigua Grecia, desde donde se expandió la costumbre por Europa, siendo llevado a América por los navegantes españoles y portugueses a fines del siglo xv. Los expedicionarios europeos trajeron —junto a su dios— tradiciones, leyendas, festejos cristianos y paganos. El Carnaval vino en sus equipajes, y se mezcló con la savia de los nuevos pueblos de las Américas.
Estos y otros temas se debatirán en Santiago de Cuba en los días de la 39 Fiesta del Fuego, durante el Coloquio «El Caribe que nos une». Al aceptar la invitación de Uruguay como País Invitado, el embajador de la República Oriental del Uruguay en la Isla, Eduardo Lorier Sandro, aseguró en Santiago de Cuba: «Nuestro principal objetivo es unir pueblos, unir culturas y cultivar la solidaridad, tenemos algo en común: la cultura de nuestros negros, de nuestros ancestros».
Inaugurada en abril de 1981 por el inolvidable escritor e investigador cubano Joel James Figarola, director-fundador de la Casa del Caribe, la Fiesta del Fuego constituye un suceso cultural y el espacio ideal para el intercambio. Cuando circule esta revista de mano en mano, más de un centenar de delegados uruguayos desandarán la capital del Oriente cubano, entre ellos grupos de la cultura afrouruguaya, en especial del candombe, con sus tambores y cantantes, además de artistas de la plástica, poetas, investigadores, representantes del tango cantado y bailado, la Orquesta Sinfónica Juvenil y agrupaciones corales.
Bienvenida sea, por tanto, una nueva edición del Festival del Caribe, el más grande de todos los dedicados a las culturas populares de nuestros pueblos. Y si se entusiasman, como nosotros en el Grupo Excelencias allá por 1997, quédense hasta que comience el Carnaval, en La Habana o en Santiago. De seguro vivirán la tentación.