Una conversación continuada de generaciones se inició entre los años 40 y 50 del pasado siglo, cuando el destacado jazzista Dizzy Gillespie reconoció que en la música cubana, específicamente la afrocubana, había elementos muy ligados al jazz. Esta afirmación motivó que naciera un diálogo intergeneracional e intercultural con artistas cubanos que hoy burla las fronteras idiomáticas y geográficas.
Arturo O'Farrill, destacado pianista y compositor, hijo de Chico, otro de los grandes exponentes del Jazz de todos los tiempos, arribó a Cuba una vez más con la perpetua idea de tejer puentes de entendimiento a través de la cultura, y para ello llegó a la mayor de las Antillas con integrantes de su proyecto The Afro Latin Jazz Alliance Alja Education, jóvenes estudiantes de música provenientes de New York que han encontrado en la música cubana más de una razón para acercarse a la cultura y al pueblo antillano. Este proyecto encabezado por el pianista, compositor y maestro, Arturo O´Farrill y su hijo Zack O´Farrill crece como un ejercicio vital que se afirmó con excelencia en esta reciente visita.
Del Jazz al Son
Al decir del propio Arturo no habría jazz si no existiera Cuba, si esta Isla no le hubiera regalado al mundo tanta riqueza genérica, tanta mezcla y fusión reconocidas. Por eso creemos que nuestros jóvenes -si están interesados en buscar sus propias raíces- tienen que conocer qué es Cuba, y qué significa musicalmente para el resto de las naciones. Porque llegar a Cuba es buscar raíces propias, y encontrarlas de manera auténtica.
El primer concierto de tipo didáctico de estos jóvenes invitados se produjo en el Teatro Bertolt Brecht. Para la ocasión interpretaron temas como Almendra, Habana Plus (versiones del propio Chico O´ Farril), Elogio del tambor, El Sur, de la autoría de Arturo O Farrill; mientras una cantante invitada, Nora Cabo, asumió el conocido tema de Violeta Parra, Volver a los diecisiete. Una presentación que recorrió un amplio espectro musical, donde primó el talento y la calidad estética. Por ello, la segunda apuesta ganada a favor de la música fue acudir al siguiente día a la ciudad de Matanzas para encontrarse con una emblemática agrupación de la Atenas de Cuba: Los Muñequitos de Matanzas.
Rumba de la buena…
Los chicos visitantes -tomando el espléndido sol que inunda por estos días a la mayor isla del Caribe- arribaron a Matanzas; conocieron la significación de la ruta del esclavo como conformación de la esencia musical de este país. Además visitaron sitios de valor histórico y cultural de la ciudad y compartieron con quienes son savia inmensa de potencial folclórico y popular cubano: el proyecto musical. Los muñequitos de Matanzas.
Movimiento, sensualidad, dinámica insuperable, Los Muñequitos de Matanzas han logrado legar ese respeto por las raíces más genuinas de la música afrocubana; por tanto el colofón de la visita se tradujo en que todos, como familia, a golpe de tambor, disfrutaran rumba de la buena.
Excelente preámbulo para que en la jornada siguiente se pudiera conformar una banda musical inmensa.
Nació una banda inmensa
Uno de los premios a los jóvenes ganadores del programa La Banda Gigante, el más reciente espacio de participación de la televisión cubana, era compartir con una prestigiosa Jazz Band. Y la oportunidad vio la luz en el Hostal de Tejadillo, ubicado en el centro histórico de la capital.
Los integrantes de La Banda Gigante participaron en una valiosa jornada con el proyecto The Afro Latin Jazz Alliance Alja Education, además de compartir el escenario con Arturo O´Farrill, su hijo Zack O´Farrill y músicos de la propia orquesta de Arturo.
Fue una tarde inolvidable. Nació una banda inmensa que, al decir de Arturo O´Farrill, era la mejor afirmación de que a través de la música se rompe todo lo feo que el gobierno actual de los Estados Unidos se propone contra Cuba. Cuando se escucha a todos estos jóvenes que recién se conocieron, se borran las razas, el dinero, y solo mandan los sentimientos.
A los chicos cubanos de La Banda Gigante los conocí cuando estaban aún en plena competencia, hoy son otros, mucho más maduros musicalmente, pero lo mejor, estoy seguro que son mejores seres humanos porque la música sensibiliza, hermana. Y estoy convencido de que a los chicos nuestros la vida les ha cambiado para bien, porque han estado en un ambiente desintoxicado, alejados de otros bienes que no sean los que la música les regala como elegidos de ella.
Añorado encuentro
No es solo este el título de una célebre canción cubana, es, por demás, el espíritu de un encuentro que satisfizo expectativas. Se vivieron nuevas experiencias y el saldo quedó a favor de la música como fuente de vida. Fue un tránsito valioso para ambas naciones y para los nuevos gestores de melodías en próximos tiempos, esos que darán otros motivos de satisfacción, seguros de que existe un camino fiel, libre y valedero que se puede recorrer del jazz al son.