Vuelve Nicolás Guillén a visitar la Alameda de Paula en el Centro Histórico de la Ciudad. Cuando se cumplen treinta años de la partida física del Poeta Nacional de Cuba, el artista Enrique Angulo ha querido erigirle una escultura. Se esculpió a un Guillén en su mediana edad, cuya mirada se pierde entre el horizonte, el vuelo de las gaviotas y el ulular del viento en la misteriosa bahía de La Habana. ¡Quién sabe adónde lo transporten sus pensamientos!
Es muy probable que este camagüeyano, donde quiera que esté, considerado el máximo exponente de la poesía negra centroamericana, siga contándonos sobre la cultura afrocubana, ese mestizaje y la herencia africana que también nos define. Porque seguimos cantando versos como el «Son 16»: «Yoruba soy, y cuando no soy yoruba, soy congo, mandinga, carabalí».
La poética de Guillén estuvo vinculada a la música y especialmente al son, a la poesía popular, su relación con España y su militancia política. Le concedió importancia al ritmo en la concepción de una poesía mulata, negra o afrocubana que comenzaba a despuntar en sus poemarios Motivos de son (1930) y Sóngoro cosongo (1931). Aún hoy nos acompañan el Negro bembón, El son entero, Elegía a Jesús Menéndez, La paloma de vuelo popular…
También recordamos al primer presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba la casa de los intelectuales cubanos, a la cual convirtió en el centro de su vida, y quien además mereció el Premio Viareggio y el Premio Nacional de Literatura, este último en 1983. Guillén retrató a La Habana mestiza, mucho más rica y diversa que la de las postales turísticas. El pintor René Portocarrero creía que no había otro como Nicolás Guillén para sentir y vivir en sus versos la psicología habanera.
Los que habitamos una Habana de casi cinco siglos de existencia, seguimos redescubriendo su fisonomía contada en tus poemas y en tu prosa. Nos duele tu ausencia mortal, pero nos confortamos con las certeras palabras de Eusebio Leal, Historiador de La Habana: «Gracias, Nicolás, tu obra y tu vida te han salvado del olvido».