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Coincidencias y similitudes visuales
23October
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Coincidencias y similitudes visuales

THE SEATTLE-LA HABANA-TEHERÁN POSTER SHOW: 69 PIEZAS REALIZADAS EN LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS POR DISEÑADORES RESIDENTES EN TRES PUNTOS DE LA GEOGRAFÍA PLANETARIA

Pepe MenéndezSerá en el 2017 cuando le toque sorprenderse a la capital de Irán con The Seattle-La Habana-Teherán poster show, una notable exposición que en 2015 abrió en Estados Unidos y que este año acogió el Centro Hispanoamericano de Cultura de la principal ciudad de Cuba, como parte de la segunda edición del Festival del Cartel.


En la Isla, The Seattle-La Habana-Teherán poster show agrupó 69 piezas, realizadas en los últimos diez años por diseñadores residentes en tres puntos de la geografía planetaria tan distintos como complejos, con el fin de ofrecer una mirada muy particular hacia la cartelística como manifestación.


En conversación exclusiva con Arte por Excelencias, Pepe Menéndez, reconocido diseñador y cocurador por la parte criolla del proyecto, reveló que la muestra se documentó para, posteriormente, hacer una audiovisual a manera de memoria, pero —por el momento— toda la información puede verse en el sitio www.shtshow.com.


«Esta exposición tuvo como antecedente la primera visita que realizó a La Habana David Smith, diseñador norteamericano y gestor principal del actual proyecto. Hace diez años Smith tuvo la oportunidad de conocer la escena en que se desarrollaba el joven cartel en Cuba, que ya en esos años tenía un dinamismo que ha ido creciendo con el tiempo. Su sorpresa fue grande al percatarse de que había un paralelismo entre lo que sucedía aquí, en La Habana, y lo que estaba ocurriendo en su ciudad, Seattle.


«A partir de ese hallazgo inicial se motivó y nos propuso a Pedro Contreras —mi querido amigo, ya fallecido— y a mí que juntos construyéramos una exposición en la que se exhibieran ambas cartelísticas, es decir, producciones de carteles con la idea de mostrarlos en pareja. En ese momento se llamó Seattle-La Habana posters show. Diez años después, con el propósito de hacer un homenaje, se incorpora una tercera ciudad, que es Irán».



MOTIVACIONES Y RECUERDOS


Admite David Smith que resultó un reto venir a La Habana hace una década. «Aquí descubrimos el interesantísimo trabajo que se hace en Cuba, un país que en política es totalmente opuesto a Estados Unidos, pero esa exposición que curamos con carteles de diseñadores cubanos y estadounidenses funcionó muy bien. Sin embargo, con el transcurso del tiempo quise ir a un lugar mucho más difícil y retador. Partí hacia Teherán a buscar y conocer la estética de los carteles hechos por diseñadores jóvenes iraníes.


«Llegué a esa convulsa realidad gracias a un proyecto de intercambio de paz que me permitió visitar un país muy confrontado con Estados Unidos. Durante el día, el grupo tenía un programa de diálogos con líderes políticos y figuras religiosas; y en las noches me las ingenié para contactar con diseñadores iraníes. En ese viaje conocí a Iman Raad y nos hicimos buenos amigos; en apenas dos semanas me presentó a un grupo nutrido y relevante de diseñadores jóvenes y pude conocer sus maneras de hacer».

David Smith¿Cómo fueron seleccionados los artistas responsables de esos 69 carteles?
La exposición se estructura a partir de coincidencias y similitudes visuales. Los curadores de cada ciudad elegimos carteles que se pudieran relacionar —en otras palabras: que tuvieran puntos en común—. Hay que aclarar que la exposición no está hecha con autores, sino con obras. En Seattle, por ejemplo, hay diseñadores prominentes, notables y respetados que no tienen ninguna pieza en la exposición porque no encontramos ningún cartel que pudiera dialogar. No hallamos puntos de contacto.

Vemos que hay carteles que están promocionando cosas absolutamente diferentes y, sin embargo, aparecen códigos que se repiten una y otra vez...
También para nosotros fue sorprendente. Ya lo habíamos hecho con Seattle-La Habana —cuando encontramos coincidencias entre dos diseñadores—, pero llevar esta experiencia a escala de tres fue aún más asombroso. Y ahí es donde está el corazón de este proyecto y, quizá, lo más hermoso: que debajo de las similitudes visuales se revela el hecho contundente de cuánto nos parecemos a pesar de que estamos tan distantes.

¿Será que los diseñadores tienen un idioma, un lenguaje, común?
No es algo relacionado con los diseñadores gráficos, sino que son las expresiones artísticas en general vinculadas a los seres humanos. El mundo está interconectado. Es un hecho. 

Sin dudas, usted es un artista al que le encanta compartir.
Cuando viajé a La Habana por primera vez eran muy pobres, casi inexistentes, las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y sentí que podía dar un pequeñísimo paso. Como estadounidense tenía la facilidad de estar amparado en un proyecto cultural para viajar a Cuba. Pero para un cubano era casi imposible visitar mi país.
Debo recordar que cuando se realizaron —auspiciadas por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau de La Habana, y Prógrafica Cubana— las distintas ediciones de los Salones de Arte Digital (Sharing Dreams), vinieron a La Habana muchos diseñadores norteamericanos, entre los que me cuento. Sin embargo, ningún cubano —bajo el gobierno de George W. Bush— pudo obtener la visa para visitar Estados Unidos. Fue una relación absolutamente asimétrica.

Como diseñador seguramente trabaja por encargo.
De eso se trata mi trabajo: lidiar con las concesiones y con ese pulso inevitable que se establece entre lo que uno cree y lo que el cliente estima. Hay que demostrar qué es lo mejor. No se trata de preferencias. El diseño gráfico tiene que buscar un punto medio en el que se satisfagan las expectativas y necesidades del cliente, y el diseñador tiene que tener la capacidad de encaminar esa necesidad.