Pasar al contenido principal
Andy Montañez ¡ahora sí tiene la llave!
14November
Artículos

Andy Montañez ¡ahora sí tiene la llave!

Para el Niño de Trastalleres, Andrés Montañez Rodríguez, las puertas de Cuba siempre han estado abiertas desde su primer viaje a la Isla en la década de los ochenta. Popularmente conocido como Andy Montañez, ha elegido ser cantante por vocación, aunque cuando pequeño quiso ser abogado. Así lo reflejó cuando le entregaron el título de Doctor Honoris Causa en Humanidades, en el estado de Florida.

«Cuando niño quise ser abogado. Ese fue mi sueño. Crecí en una comunidad de escasos recursos económicos, una clase a la que pertenecí, a la que honro y respeto, que me enseñó que el sueño de ser alguien en la vida es una necesidad más que una opción. Me visualizaba defendiendo a mi gente de las injusticias. Pero al ser el mayor de dieciséis hermanos, mi prioridad era la responsabilidad familiar. Así que me hice técnico de televisión, reparé radios y televisores. Mientras estudiaba, ayudaba a mi hermano, que era un ebanista sin escuela, en sus primeros trabajos montando gabinetes de cocina.

»Así fui trazando mi destino, hasta que un buen día llegó al barrio Rafael Ithier, a ofrecerme una plaza vacante como cantante en una institución musical llamada el Gran Combo de Puerto Rico. Lo que comenzó siendo una prueba de seis meses torció mi destino. Fue en 1962 que me inicié a trabajar como cantante, y hoy entiendo y estoy convencido de que esta era y es mi vocación. Hoy puedo decir que mi carrera profesional tiene más de cincuenta años».

Con el Gran Combo puertorriqueño, Andy, autodidacta por naturaleza, tuvo quince exitosos años y más de treinta y siete canciones que van con él a todas partes: El barbero loco, Julia, Guaguancó del Gran Combo, Un verano en Nueva York, Vagabundo, Milonga sentimental, Las hojas blancas, La soledad, el clásico A mi manera…

En 1977 salió de la Universidad de la Salsa, como también se le llamó a El Gran Combo, y se enfrentó a los impredecibles designios de la suerte. Asumió el reto más riesgoso de su carrera artística: salir de la agrupación que lo dio a conocer internacionalmente para cantar en la popular orquesta venezolana Dimensión Latina.

Andy fue como agua bendita para la Dimensión Latina. El primer trabajo discográfico disparó los termómetros del hit parade. En 1980, el salsero grabó con Puerto Rico All Stars, lo cual se convirtió en la antesala de su regreso a la Isla del Encanto. Había acumulado lindas experiencias en otros suelos hermanos, y ya era hora de fundar su propia orquesta. Con la producción Andy Montañez se creó la orquesta. Cinco temas de ese álbum se mantuvieron durante treinta semanas en la lista de música tropical de la revista Bilboard. Después continuaron grabando una retahíla de buena música, hecha desde el corazón, contenida en alrededor de cien discos, cifra para nada despreciable.

Con su sencillez, versatilidad y excelentes cualidades vocales y humanas, el Niño de Trastalleres se convirtió en el primer puertorriqueño en tener una estrella en el Paseo de la Fama de Estados Unidos. En 2006 obtuvo el Grammy Latino por el mejor álbum tradicional con AM/PM. Líneas paralelas, junto al cubano Pablo Milanés.

El Andy que regresa

A riesgo de no contemplar todas sus visitas a Cuba, me interesa resaltar al Andy amigo, ese que nos ha abrazado cuando otros nos volteaban la cara. Me remonto a 1989, año en que le prohíben participar en los Carnavales de Miami por habernos visitado antes. O en 1994, cuando regresó en uno de los momentos más difíciles del país. En esa oportunidad venía acompañado por su esposa Xiomara Acuña y los gemelos Andrea y Alfredo, de dos años y medio. En el mes de marzo de 1997, en San Juan, el puertorriqueño y el cantautor Silvio Rodríguez se abrazaron. El gesto provocó indignación en Miami, y otra vez le fue negada su participación en los Carnavales de la Calle 8.

A partir del abrazo sincero de dos músicos y las crecientes muestras de repudio y ofensas por parte de la prensa neoliberal y amarillista, el boricua volvió cada vez más. Desde ahí no se hicieron esperar sus presentaciones en Santiago junto al emblemático conjunto Son 14, así como en La Habana en el Festival Internacional Boleros de Oro. Uno de los memorables conciertos fue en el Teatro Karl Marx, titulado Los salseros cantan boleros, junto a NG La Banda y otros exponentes del género. Además, recibió el Premio de Honor Cubadisco y fue el invitado especial de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana en Holguín en 2007. Al año siguiente recorría las zonas afectadas por el huracán Ike en esa provincia. 

Ese es el Andy que regresa. El mismo que se hace acompañar de su familia, que accede gustoso ante cualquier lente curioso, el amigo que no claudicó en las tempestades. Su amor por Cuba es total. No es casualidad que escogiera el teatro América, de un precioso estilo art decó, para celebrar su medio siglo de vida artística, en compañía del Septeto Nacional Ignacio Piñeiro y Rumberos de Cuba. También estuvo en el Cubadisco y en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano dedicados a la tierra borinquen, y en el programa La Victrola, de la emisora Habana Radio, que conduce Ismael Rensoli.

Este 2018 vino a la 38 edición del Festival del Caribe, caminó una vez más las calles santiagueras, recordando su primera visita a la ciudad indómita en 1980, en la que popularizó el estribillo «No es por na’ ni na’, Santiago está durísimo». Asimismo, regaló un concierto junto a Karachi en el Complejo Cultural Heredia. Allí recibió la Llave de la Ciudad. Este es el Niño de Trastalleres, sencillo y carismático. Su día tiene más de veinticuatro horas. Si sus visitas ya eran incontables, esta es diferente: ¡ahora sí tiene la llave!

Le puede interesar: Entregado a Chucho Valdés Grammy Latino a la Excelencia