Recorriendo la exposición se viaja por la historia y el presente del pueblo gitano.
Por: Yordanis Ricardo Pupo / Fotos: @yricardo
El Centro Federico García Lorca, de Granada, acoge por estos días la exposición internacional de pintura y escultura gitana contemporánea "Akathe te beshen, sastipen thaj mestepen (Aquí nos quedamos, salud y libertad)”, que reúne por primera vez en España a artistas de esa etnia.
La exhibición, que ya se ha podido ver en otros países europeos como Francia y Alemania, ha sido organizada por el Instituto de Cultura Gitana y comisariada por Moritz Pancok, de la galería berlinesa Kai Dikhas –un referente en la promoción de la cultura romaní-. Cuenta, además, con la colaboración del Instituto Goethe y del RomArchive.
En ella se juntan técnicas tan variopintas como sus autores: acuarelas, óleos, ilustraciones, fotografías, instalaciones, performance audiovisual y esculturas creadas por artistas de varios países europeos, algunos españoles, gitanos en su mayoría.
Recorriéndola, el espectador viaja por la historia y el presente del pueblo gitano: miedo, exilio, campos de concentración, HOLOCAUSTO… gritos de supervivencia, de recuperación de la memoria colectiva, de homenaje a las víctimas, de libertad creativa y de movimiento.
Porque, aun hoy, el pueblo gitano o romaní es una comunidad muy ramificada en el ámbito internacional, pero sin territorio propio definido. Tras tantos siglos nada parece haber cambiado, y sobre ellos sigue cayendo persecución, discriminación y trabas para integrarse a la sociedad.
La serie fotográfica “Gladiador”, de Nihad Nino Pušija (Sarajevo, 1965) y las esculturas de Kálmán Várady (Alemania, 1958) presentan el lado guerrero de estos hombres y mujeres, que han sabido superar los obstáculos y mantener sus costumbres, cultura e, incluso, su propio idioma.
Entre las obras resalta la instalación de Delaine Le Bas (Reino Unido, 1965): una carpa donde bordados, pinturas, dibujos, esculturas y objetos hablan de exclusión, identidad y estereotipos casi siempre relacionados con los romanís.
Por su parte, la española Lita Cabellut (1961) aporta una serie de lienzos del notable cantaor gitano Camarón de la Isla, considerado una de las principales figuras del flamenco. Mientras que Aurora Carbonell, viuda del también cantaor Enrique Morente, recrea el Paseo de los Tristes granadino con tal precisión que es posible sentir el crujir de las hojas.
Otro español presente es David Zaafra, el artista granadino que “convirtió el flamenco en pintura”, y que, antes de fallecer el pasado noviembre, legó sesenta de sus obras al Instituto de Cultura Gitana, en agradecimiento al pueblo que “tanto le había dado desde su niñez, su fuente de inspiración constante”.
En la actualidad, entre diez y quince millones de europeos son gitanos; de ellos, un millón habitan en España, principalmente en Andalucía. Tras la Segunda Guerra Mundial y desde comienzos del siglo XXI, una horda de artistas de origen gitano han ido abriéndose paso y llamando la atención de la crítica.
Algunos de ellos han llegado para quedarse, como Daniel Baker, Gérard Gartner, Gabi Jiménez, Lola Ferreruela, Juan Rafael Ferreruela, Manolo Gómez, Henrik Kállai, Damian Le Bas, Valérie Leray, Tamara Moyzes, Ceija Stojka, Antonio M. Suárez, Imrich Tomáš, Alfred Ullrich, George Vasilescu y David Weiss, presentes también en esta exposición que habla de la libertad y de la buena salud de esta cultura milenaria.
"Akathe te beshen, sastipen thaj mestepen” puede visitarse hasta al 7 de enero de 2018, en el Centro donde se conservan los fondos bibliográficos de Federico García Lorca, el poeta andaluz más universal.