Texto y fotos: Toni Piñera
Toda esa experiencia que lleva adentro de baile, pasión y vida salió a flote en unos instantes para el recuerdo, donde se fusionaron palabras/energías en pleno movimiento. Antonio El Pipa, el célebre bailaor, coreógrafo y director de una Compañía que lleva su nombre en España, se escapó en su cuarta visita a Cuba hasta la sede del Ballet Español de Cuba (BEC), en la barriada habanera de Santos Suárez para regalar y compartir experiencias –flamenco mediante- con los jóvenes integrantes de la agrupación, maîtres y profesores, entre ellos, el director, el maestro Eduardo Veitía.
La clase de El Pipa será recordada largamente por las huestes de Veitía. El estilo es la manera de utilizar la técnica para que pueda trasmitirse la intención que subyace en una obra determinada, los matices del baile español y en específico del flamenco, la caracterización de un personaje, los valores y el universo social/mental del coreógrafo… Contrariamente a lo que tan comúnmente se enseña, el estilo no es sólo cuestión de matiz o línea; es la forma de trabajar el movimiento o que lleva a dominarlo –como insistía el Maestro. Y así El Pipa los puso primero a aprender a andar por la escena: partiendo de una sensación de aire, pisando seguro, el andar erguido… “!Las líneas largas! ¡Hombros! ¡codo! ¡muñecas!, ¡que nunca caiga la mano! Los hombres, la mano hay momentos en que puede utilizarse, pero deben mantener la línea larga, la fuerza! La mujer tiene cinco dedos: 1, 2, 3, 4 y 5, con movimientos. Sean generosos cuando bailen. ¡Sigan creciendo, como si alguien les estuviera tirando de arriba!...”. La voz de Antonio El Pipa, resonó fuerte en los salones de ensayo. Y aunque fue demasiado corto, era una verdadera revelación.
El célebre artista, entusiasmado, feliz y con la sangre “hirviendo”, en este, su cuarto viaje a la Isla del Caribe, contó, vino de vacaciones, “pero con las botas puestas para subir a escena, para lo que sea”, pues, aunque comentó que en sus anteriores visitas, trajo a su agrupación, y en el 2010 a montar El amor brujo, con el BNC, en ocasión del 22do. Festival Internacional de Ballet de La Habana, “siempre me quedo con las ganas de seguir bailando en Cuba, de conocer el país. El público es maravilloso, culto, tan entededor en cuestiones de danza, y eso nos gusta a los artistas”, dijo. En la Gala de clausura de aquel Festival, Antonio El Pipa recibió las más fuertes ovaciones y cada vez que salía a escena era una fiesta de aplausos y gritos de ¡bravo! Es de esos artistas que llevan el baile en el alma, y con un carácter que se echan en el bolsillo a los espectadores, con una magia y un carisma enaltecedor. Como lo volvió a enseñar en las más de dos horas que duró su clase en el tabloncillo del BEC. Todos atentos a sus indicaciones, enseñanzas. ¡Solo existía la música y él!
Antonio El Pipa, cuyo nombre es Antonio Ríos Fernández nació en Jérez de la Frontera, en el seno de una familia gitana. Su abuela es la matriarca del baile flamenco: Tía Juana la del Pipa, y es sobrino de Antonio El Pipa, a quien debe su nombre artístico. Considerado por la crítica como fiel heredero del baile gitano –“puro/auténtico- sin afeites ni artificios”, ha formado parte, durante su amplia carrera, del Ballet de Cristina Hoyos, las compañías de La Tati, Antonio Vargas, Ricardo Franco…, entre otras, hasta que hace 20 años fundó la suya: Antonio El Pipa, con la que ha montado obras como Vivencias, Generaciones, Puntales, De la Tierra, Pasión y Ley, De tablao y Puertos adentro, en las que se respira la pasión, la fuerza y esa fibra artística que permea todo lo que toca con su talento. Sus ojos claros transparentaron un amor especial por “Alicia y el BNC. El montaje de El amor brujo nunca lo olvidaré”, como tampoco a los intérpretes, dijo, Viengsay Valdés (Candela), Jessie Domínguez (Lucía), Alfredo Ibáñez (José)…, “excelentes bailarines”, y la soprano Dayamí Pérez, quien con su voz narraba la historia. El, sugería y dibujaba el Destino en la pieza, subiendo/bajando las tensiones, con su presencia y ese taconeo que llegaba desde lo más profundo… Un momento especial para los integrantes del BNC, pues reunía el folclor español con la danza clásica, motivada por la excelente partitura de Manuel de Falla. Fue una lección de flamenco.
Para el Ballet Español de Cuba y su director, Eduardo Veitía, a quien conoce desde hace años, tuvo frases de elogio. “Enseguida acepté la invitación. Me gusta colaborar, compartir las experiencias más que enseñar, porque soy bailaor, “los muchachos no saben que el mayor privilegiado soy yo, me lleno de energías con ellos, con el espíritu y esas ganas de bailar que tienen. ¿El flamenco? “Es algo que llevo dentro. Desde los 15 años lo único que he hecho es bailar por el mundo. Soy gitano, de Cádiz, igual que Manuel de Falla. Y me siento un privilegiado por vivir de lo que más amo, teniendo como preferencia algo pasional: bailar. No todo el mundo puede decirlo. Debo reconocer que soy un afortunado”.