A ritmo de guitarra, inició este jueves la programación cultural conmemorativa por los 25 años del inicio de las migraciones ecuatorianas a España. Fue la Fundación Ortega-Marañón en Madrid, el escenario elegido. Bajo el nombre de “El Pasillo: Vivo en la identidad ecuatoriana”, el tributo devino una velada musical dedicada a este género parte indisoluble del alma del país mitad del mundo y declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2021.
El acto estuvo presidido por la embajadora de Ecuador en España Wilma Andrade y el Director de Cultura de la Fundación Federico Huyot, y contó con la presencia de una representación del cuerpo diplomático de Ecuador y otras naciones iberoamericanas.
En nombre de la Fundación, devenida referente para el diálogo y el intercambio cultural entre España y América Latina, Huyot, destacó la importancia de estos eventos para fortalecer los lazos entre ambas regiones: “Este centro cultural fue concebido como un punto de encuentro, y esta velada cumple perfectamente con ese objetivo: un lugar para el diálogo, la música y la divulgación de la cultura”, señaló.
El pasillo como puente cultural
“El pasillo es la voz de nuestra alma, una melodía que lleva en sus notas la ternura, que torna los poemas canción. Lleva nostalgia, los susurros de nuestros recuerdos y el eco de una identidad mestiza que ha prevalecido a lo largo de los siglos”. Así, la embajadora dio la bienvenida a los asistentes a una cita que puso la raíz ecuatoriana sobre las cuerdas. Más adelante, aprovechó la ocasión para expresar su solidaridad con los habitantes de Quito, tras los incendios forestales recientes.
Pero esta parte de la esencia sonora de Ecuador, surgida al calor de las luchas por la independencia, es a su vez, un símbolo de la historia compartida con España y por tanto, la mejor manera de celebrar los lazos que unen a ambas naciones. “En él encontramos el eco del vals europeo, el minué y el bolero español. Todos ellos abrazados por los ritmos autóctonos de nuestra tierra como el yaradí y el sanjuanito”, añadió Andrade.
La música corrió a cargo de los artistas ecuatorianos María Fernanda Guevara, Darío Castro y Christian Mejía, guiados por la conducción del también músico Carlos Grijalva, quien invitó a cada uno a revelar el significado del género en su vida profesional y personal.
Y es que, aunque el pasillo inició como un estilo más de baile y de salón, se ha consolidado con los años como un género que transcurre cada vez más en el espacio público. Ha bebido de temas como la pérdida, ya sea del amor, del terruño, de la patria, de la familia, e incluso de la vida. De ahí su estrecho vínculo con la esencia del homenaje.
Desde sus distintas experiencias los artistas coincidieron en percibir el pasillo como un nexo entre la patria y la diáspora. En el caso de Christian Mejía, quien actualmente reside en España, el género le ha supuesto un camino y esencia de su propio ser. “Me da alas artísticas para poder seguir volando e imaginando que nuestra música se pueda convertir algún día, en una música universal. Porque en esa migración, uno va llevando en la cédula un cancionero de pasillos”, refirió.
Por su parte, el cantante y compositor Darío Castro comparó lo que significa el pasillo a Ecuador como el tango en Argentina, un género que es más sentido que pensado: “Cuando escribo canciones, siempre está presente esta tristeza, este sentimiento de abandono que caracteriza al pasillo y a la música latinoamericana. El pasillo es una expresión de la lucha interior y del mestizaje cultural, donde se entrelazan las influencias indígenas, afrodescendientes y europeas. El pasillo es una de esas expresiones que nos ayudan a encontrarnos”, afirmó.
María Fernanda Guevara, la voz femenina de la velada, expresó su orgullo por representar a la mujer ecuatoriana en la música: “El pasillo ha dado a la mujer una oportunidad de presentarse en iguales condiciones", comentó, quien junto a su hermana forma parte del dúo “Las Lolas”.
Aunque con variaciones, el pasillo también ha tenido presencia en otras naciones latinoamericanas como Costa Rica, Colombia, Panamá, Nicaragua y Honduras. Sin embargo, como afirmara Grijalva, el valor de la versión ecuatoriana radica en cuánto se ha impregnado de su geografía, clima e incluso gastronomía.
Como continuación de la agenda de la primera gran ola migratoria que atravesó el Atlántico, tendrá lugar el próximo 9 de octubre la exposición “25 años de migración”, un registro desde el arte de los desafíos y las vivencias de los migrantes ecuatorianos en España que será parte de la Bienal Iberoamericana de Diseño 2024. La muestra contará con obras de los artistas Soraya Constante, Eduardo León y Beto Valencia.