Participar en la celebración por los 45 años de que la ciudad de Quito haya sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad nos permitió conocer a muchas personas empeñadas en mantener la cultura y las tradiciones de una preciosa localidad. Sin embargo; el trabajo que realizan tiene un mayor alcance.
La conversación que sostuvimos con Sebastián Chiriboga, jefe de Marketing y Relaciones Públicas de la Fundación de los Museos de Quito, así nos lo corroboró.
Algo importante que tiene esta ciudad es la Fundación de los Museos de Quito, ¿Cómo se constituyó?
La Fundación de Museos nace de un proceso histórico. Empieza con la recuperación del edificio civil más antiguo de la ciudad denominado el antiguo Hospital San Juan de Dios, el edificio que más tiempo ha asumido un hospital en la historia del mundo. En el 98 se abren las puertas de este de este gran edificio y empieza a conectarse a la ciudadanía de una forma distinta. De ahí empieza a ramificarse la Fundación y finalmente se termina consolidando una organización con cinco museos, los más grandes de la ciudad -y probablemente del país-, por la capacidad operativa y el tamaño y cada uno tiene una vinculación distinta.
En este momento estamos en el Carmen Alto, un convento con 370 años de historia y convive con el Museo de la Ciudad. Un poco para arriba tenemos el Yaku, que es el segundo museo guardián del agua de Latinoamérica -solamente existe uno en México-. También tenemos el Museo Interactivo de Ciencia que es una antigua fábrica industrial que se transformó en un museo de difusión para niños, es de ciencia, de educación, de sostenibilidad. Finalmente, el Centro de Arte Contemporáneo, que es el puntal de la difusión cultural emergente del país, tiene esa lógica de inversión, artistas que están naciendo o que están en procesos de construcción de contenidos contemporáneos y les damos esos soporte y espacio de difusión para que su producto se pueda consolidar.
La Fundación, ¿de dónde consiguen los fondos?
La Fundación tiene una mixtura de fondos porque mantener el patrimonio es muy complejo. En este momento, en el museo en el que estamos, hubo un proceso de restauración que costó cerca de 190 mil dólares, entonces siempre necesitamos del Fondo Municipal para sostener la estructura que necesita una técnica y un trabajo un poquito más experimentado, un trabajo un poquito más minucioso. Sin embargo, existe una complementariedad con el modelo de autogestión: tenemos un modelo de gestión donde básicamente hemos diversificado diversos servicios que aprovechamos desde el conocimiento de los museos para fundar otros museos. Por ejemplo, la capacidad de los espacios para generar eventos de cualquier nivel, la creación de contenidos para hacer diferentes experiencias para personas que nos puedan visitar y, desde esa lógica, levantamos un ticket que nos permite reinvertir en procesos culturales y también en procesos comunitarios, porque la intención de esta liquidez no es simplemente que la institución tenga liquidez por sí sola, sino que se pueda devolver a la ciudadanía desde la construcción de contenido cultural pero también desde el desarrollo comunitario y empezar a trabajar con pequeños sectores vulnerables para darles espacios aquí y que puedan generar también productos con nosotros y generar algo de equidad.
Se monta dentro de este museo lo que es también una Fundación para el movimiento y para la defensa de los sectores marginales. La mujer tiene un valor importantísimo y tenéis instalaciones también que hacen ellas mismas. ¿Eso es parte también de la obra social de ese mismo Ayuntamiento?
Claro que sí, de hecho, viene de un programa que se llama Mediación Comunitaria en los museos y empezó hace 10 años. La intención es entender cómo el museo se conecta primero que nada con sus alrededores. Los museos de Quito están ubicados en el centro histórico que tiene muchos contrastes sociales y entre esos hay ciertas necesidades. Entonces se empiezan a desarrollar programas de vinculación, de desarrollo, que aprovechan el espacio para apoyar a jóvenes, a mujeres, a mujeres excarceladas, etcétera y así cada uno de los museos desprende. Esto no significa que nos quedamos solamente en la conformidad de nuestro espacio, tratamos de llegar a espacios un poquito más difíciles, por ejemplo, tenemos un proyecto de fomento de inversión que se llama el Mariana Aguilera, un proceso de inversión de más de 100 años en la ciudad que básicamente entrega dinero a artistas para que la generación cultural. Uno de los beneficiarios del proceso anterior fue un grupo denominado Mujeres para adelante que son mujeres excarceladas. Hemos tratado de encontrar caminos para que se vinculen porque la culpa aleja a las personas y no se cumple esa restitución. Entonces esa es la finalidad del museo: si bien la gente puede venir aquí a vivir experiencias culturales, pasarlo muy bien y vivir y consultar cultura, finalmente lo importante es que esto se transforme en equidad y esa equidad se está logrando a través de estos programas comunitarios.
Muchísimas gracias.
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