Desde este 23 de junio, y durante dos meses, la Galería Mariano de la prestigiosa Casa de las Américas en Cuba expondrá La ventana del Arca con piezas de la artista visual peruana Rosamar Corcuera. Arte por Excelencias contactó con la creadora para, con este noble pretexto, dialogar con ella y complacer a nuestros lectores.
Rosamar, usted proviene de una familia con una reconocida obra en el mundo del arte, ¿cuánto le debe a esa relación?
Sí, he tenido la ventaja de nacer en una familia de artistas y el arte era bien visto, aceptado, porque venía en los genes y no sólo por la familia de mi padre: los hermanos de mi padre, sus hermanas, mis primos, … todos hemos tenido una buena relación con el arte. Y sí, claro, me ha beneficiado en la medida en la que he aprendido de las personas que me rodeaban.
¿Ese hecho supone un reto o una ventaja?
Al haber nacido en la casa de una familia de artistas lo respiras desde niño y ahí puede haber una ventaja porque ya el lenguaje del arte se te hace familiar y te sientes más cómodo dentro de ese ambiente, es como tu naturaleza.
No tomé el arte como un reto porque para mí fue muy natural. Nunca dije tengo que llegar acá, a esa cima o subir o avanzar. Lo he trabajado tranquilamente y así lo he visto también en mi casa, con mi padre, siempre tratar de disfrutarlo sin esa necesidad de que sea algo difícil.
En su trayectoria profesional ha tenido la oportunidad de exponer junto a otros artistas en diversos países, ¿qué importancia le concede a poder hacerlo en Cuba, en una muestra personal y, especialmente, en la Casa de las Américas?
Exponer en Cuba es súper especial para mí, es algo que siempre quise hacer. Es un país que mi padre amó muchísimo y, además, fue Premio Casa de las Américas y también jurado de ese certamen en años anteriores.
Desde niña he tenido familiaridad con ese país: mi padre me ha transmitido el amor que ha sentido por el pueblo cubano. De pequeña a veces usaba polos que decían “CUBA” y mi padre me traía caracoles de sus playas; entonces siempre ha habido una afinidad. Yo he estado hace muchos años en La Habana, pasé por ahí alguna vez.
El libro Noé delirante cumple 60 años y se hace un homenaje a ese texto emblemático de mi padre y yo he querido celebrarlo allá, llegando ese puerto que él amó tanto, que quiso tanto y al que viajó tantas veces. También son las 6 décadas de la muerte de Javier Heraud. Esta muestra se la quiero dedicar a toda mi familia.
Vivimos en una época en la que se habla cada vez con más frecuencia de arte digital y de NFT, ¿seguirá siendo la cerámica su opción para expresarse artísticamente?, ¿por qué?
El arte digital no lo conozco mucho. Me parece una buena y gran herramienta, pero creo que es algo complementario, no me dedicaría sólo a eso. Para mí es súper útil coger el barro, dibujar, expresarme de esa manera. Tengo la necesidad de hacerlo y me gusta porque da muchas posibilidades de creación con la materia directamente en las manos.
La ilustración también ha formado parte de su carrera profesional, cuéntenos del encanto que puede haber en ese tipo de creación.
La ilustración me encanta porque siempre me ha gustado dibujar. Y cuando uno lee tiene imágenes y plasmarlas es bonito: es como crear también tu propio poema. Lo he hecho desde siempre, desde niña, dibujar, y la ilustración está relacionada con el dibujo.
Fotos: Eduardo Suárez