A las representantes de la Galería Hache -Herminda Laitte y Silvina Pirraglia- las encontramos en la sección Nunca lo mismo dedicada al Arte Latinoamericano en esta importante feria. El espacio cultural argentino llega por primera vez a ARCOMadrid pero lo hace a lo grande: promoviendo la obra de su coterráneo, el artista Santiago García Sáenz.
¿Qué previsiones tenéis para la edición 2022 de Arco?
Para nosotros es la primera participación, así que solo es esperanza y muchas ganas de conocer este mercado, a todos los colegas, a los coleccionistas, a las instituciones, así que todo es hermoso.
Y, por supuesto, dar a conocer la obra del artista que estamos presentando - Santiago García Sáenz-, un creador que falleció en el año 2006 y que nosotros hemos trabajado su legado desde el año 2012. García Sáenz tuvo su primera muestra antológica en Colección de Arte Amalia Fortabat, en Buenos Aires en el 2021; lo que estamos presentando aquí es una pequeñísima selección de las obras que formaron parte de esa gran exhibición, curada por Pablo León de la Barra y Santiago Villanueva.
Cuéntanos más sobre el artista, sobre sus tendencias…
Santiago García Sáenz fue hasta el momento de su muerte mayormente conocido como un pintor religioso y naif; pero con el paso del tiempo, y gracias al trabajo que se viene haciendo en torno a su obra, hemos ampliado esa mirada que se tenía sobre su labor.
Y fue un artista que, si bien trabajó con iconografía religiosa cristiana, ha tocado temas que necesitaban ser tratados: la crisis del SIDA, la intolerancia sexual, la comunidad gay, el trabajo de los obreros y de los peones en los campos, las migraciones, el reconocimiento mestizo, el mestizaje en nuestra relación cultural, la analogía o la metáfora de las ciudades en destrucción, como la sociedad corrupta y la vuelta a la naturaleza como el mito original. Es muy complejo, tiene muchas capas, es muy latinoamericano.
Nuestro trabajo ha sido hacer una puesta en valor y dar nuevos aportes y lecturas a este artista que, tal vez al principio, en vida, fue reconocido por otras temáticas y no por estas problemáticas tan actuales.
Por lo que me cuentas, es un artista bastante comprometido con temáticas sociales, algo sorprendente porque hace varios años el tema no estaba tanto en la palestra.
Sí, las lecturas contemporáneas han podido rescatar ese compromiso, pero ese compromiso era desde la pintura, desde el arte. Por eso uno ve los cuadros, los óleos que estamos justamente presentando acá y todo sucede. García Sáenz trabajó sobre otras disciplinas, pero en la pintura, es muy fuerte, es como que la pintura hablara de sí mismo.
Sin ser un artista contestatario, no estamos hablando de un artista político, pero sí de un artista, como decía su gran amigo y compañero de taller, José Garófalo, que fue un gran testigo de su época y un testimoniador, un periodista del momento en el que vivió.
Digamos que la iconografía religiosa es metáfora para hablar de otra cosa general: del dolor, de la humillación, del martirio, de la persecución a las diversidades sexuales, pero también la persecución por raza, por religión. Abordó temas como la intolerancia en Medio Oriente o atentados a la comunidad judía, situación esta última que se dio en Argentina. Siendo él un artista practicante católico tocó todos esos temas.
En definitiva, expresar la realidad del momento, de alguna forma…
Sí, exactamente. Un gran testigo y testimoniante de su época.
Vemos cuadros con espacios naturales, y también un contraste bastante claro entre la luz y la oscuridad, ¿qué quiere expresar con esos cuadros que presentan aquí?
Justamente tratamos de traer – lo has dicho bien- el contraste entre el día y la noche, porque él alojaba esas contradicciones: el ser gay, el estar enfermo y pertenecer a una familia de misa diaria, tal vez de alcurnia. Además, ser el artista, lo que se dice popularmente la oveja negra de la familia, en momentos en los que todos estos temas eran tabúes.
Es por lo que os iba a preguntar, es curioso que consiga juntar dos conceptos tan distintos como el catolicismo y esas identidades sexuales que quizás no están tan bien vistas.
Lo que pasa es que él humanizaba a Cristo, la metáfora. Por eso Cristo se repite una y mil veces en estos cuerpos que a veces son enfermos, pero que a veces están llenos de deseos. Cristo todos los hombres, esa es la metáfora que él usa, o sea, el Cristo obrero, también es Cristo.
En su obra el cuerpo es un lugar central. El cuerpo no es solamente el de los trabajadores o de los Cristos, o de la persona que profesa una fe, sino que también es el cuerpo deseante, es el cuerpo que se encuentra con otros cuerpos. Y eso es lo maravilloso de su trabajo: cómo a partir de una iconografía tan asociada a determinadas cuestiones, él trabaja desde una complejidad mucho mayor.
Sí, es una visión poco habitual del catolicismo
Muy poco habitual, pero hay artistas latinoamericanos que se animaron a eso por eso tienen su identidad tan marcada. Él es uno, es claramente uno.
Le puede interesar:
Benjamin Gonthier: “Es muy importante para nosotros traer nuestros proyectos a Madrid”
Maurizio Rigilio: “Intentamos construir un puente entre culturas”
Galería Helga de Alvear no deja de sorprender en ARCOMadrid’22
Galería Constitución y el dueto Dufour – Passolini en ARCOMadrid’22
Galería Crisis en ARCOMadrid’ 22: arte entre tradiciones e historia
Sergio Rubira: “ARCO es mucho más que una feria y un evento comercial”