Fotografías interesadas por el universo de la mujer
En la galería barcelonesa Carles Taché, situada precisamente en la calle México, al lado mismo de la plaza de España, se puede contemplar la exposición Pájaras de Paola Bragado. Es la segunda vez que la artista madrileña muestra su trabajo en la galería, ya que presentó Raval-Berlín, en 2010. Se trata de una serie de fotografías que hizo durante el periodo 2015-2020, mientras residía entre México y España. Actualmente vive en la ciudad californiana de Truckle y en Ciudad de México.
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Paola Bragado (Madrid, 1977) siempre se ha sentido interesada por el universo de la mujer, principalmente por su cuerpo, ya que su “producción visual se vincula sobre todo a lugares de paso y representaciones de lo femenino”, tal como ocurre ahora con Pájaras, centrada en la figura de las ficheras, mujeres que acompañan a los clientes de un night club para que bailen con ellas.
Bragado se formó en Bellas Artes en la Chelsea School of Arts de Londres y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde realizará un master de Artes Visuales. También ha estudiado en la Universidad Complutense de Madrid y en el Institut des Beaux-Arts Saint Luc de Bruselas. Estuvo un tiempo viviendo en Estados Unidos, aunque después regresó a España, concretamente en 2006, donde colaboró con dos de los más célebres fotógrafos del país como son Alberto García-Alix y Chema Madoz, desempeñando la tarea de jefe de laboratorio.
Ha realizado diferentes proyectos fotográficos como, por ejemplo, la feria de fotografía MACOFOTO 2915 y la Fundación Casa WABI, ambas de México. Ha efectuado diversas residencias en Madrid y Palma de Mallorca. Ha obtenido premios de fotografía, caso del Centro de Arte de Alcobendas dentro del festival Photoespaña de Madrid, así como el de Talento Emergente del diario El País, de la misma ciudad, y la Mención Honorífica del Premio FNAC. Su obra se ha expuesto principalmente en México, aunque también se ha podido ver en Madrid, Gijón, Rosario (Argentina), Santiago de Chile, Bruselas, París y Hamburgo.
Su trabajo está relacionado con diferentes espacios de las ciudades en las que ha vivido, principalmente en la Ciudad de México, donde ha compartido con “otras mujeres que han seguido trayectorias similares a la suya”. Durante estos últimos años se ha centrado en mostrar la vida de mujeres que podríamos considerar como nómadas y emigrantes, por lo que la artista se acercó a ellas para mostrar sus quehaceres cotidianos, sobre todo dentro del mundo del espectáculo, donde le preocupaba la “relación entre el cuerpo y la imagen”. Por ello, se aleja del tratamiento puramente fotográfico para sumergirse en el terreno más personal, para así conocer con más detalle la singularidad de cada uno de los personajes representados.
Respecto a la exposición Pájaras, la artista muestra el mundo de los clubs nocturnos de música en vivo. Utilizó la sala de baile Barba Azul de la capital mexicana, que le sirvió de estudio o taller para mostrar la figura y el entorno de las ficheras. Una característica esencial en su devenir creativo es que para alejarse de la “corporalidad espectacularizada que el interior de la sala suscita, organizó clases de yoga, invirtiendo la lógica del espacio: los hombres esperaban sentados mientras las mujeres, en el centro de la escena, se preocupaban solamente de su propio cuerpo”.
El año pasado debido a la pandemia del Covid 19, las salas de fiesta, como otros tantos lugares públicos, estuvieron cerrados, por lo que Paola Bragado se tuvo que adaptar a las circunstancias. Por ello se dedicó a revisar y ampliar infinidad de fotografías realizadas en dicha sala, incluyendo la recuperación de imágenes descartadas o dañadas, así como negativos sin revelar. Empezó a coser los diseños Otomi, también denominados como Tenangos. Se trata de patrones tradicionales de bordado que están relacionados con la cultura tradicional y popular mexicana. Bordó desde tortugas, gallos, ciervos y aves, hasta estrellas y plantas.
Cosía sobre un cuerpo blanco y negro las fotografías, traspasando la “biodimensionalidad del papel fotográfico y en el reverso de la obra solamente se puede ver un abigarramiento de hilos verdes, naranjas, azules, rojos y amarillos” que, de hecho, vemos en algunas de las piezas que se exhiben en la galería Carles Taché, en las series The mexicanas y Pájaras. La primera consiste en un conglomerado de imágenes que “parecen salir de un armario de coleccionista de fotografías antiguas “, como si fueran extraídas de un libro de viajes, en las que se ven imágenes de la ciudad de la capital mexicana.
En Pájaras se aprecia su interés por mostrar el cuerpo de la mujer en diferentes posiciones, como si estuvieran haciendo ejercicios gimnásticos, o sea, en posiciones inverosímiles. Los cuerpos semidesnudos indican la fragilidad de los mismos, así como también señalan que la belleza no sólo se encuentra en los mismos cuerpos, sino también en la elasticidad y el movimiento que los acompaña. También hay alguna imagen donde se ve a una mujer de edad avanzada que está mirando a la cámara, cómo indicando que su belleza no se ha extinguido por la edad, sino que aún permanece en su rostro.
Respecto a las fotografías intervenidas, o sea, las que tienen una doble representación, en el anverso se aprecia la fotografía de una mujer llena de hilos de diversos colores que cubren su cuerpo desnudo, mientras en el reverso se observan unas aves u otros animales bordados. Por ello, la artista ve en esas obras unos “pequeños discos animados del siglo XIX que mostraban un pájaro en una cara y una jaula en la otra, puedes ver a los dos a la vez si te mueves rápidamente”.
En conjunto podríamos determinar que el trabajo de Paola Bragado se mueve en el terreno conceptual, ya que su preocupación por todo aquello relacionado con la realidad de su entorno más cercano, al menos en México, por sus costumbre y ritos, la acerca a la antropología social que, en este caso, se basa en el mundo de la mujer, que además ha cedido su imagen, o sea su propio cuerpo, para que “pueda aparecer con un gesto que ya no es el suyo: ni el espectacular gesto que las estigmatiza en la sala de baile, y en el gesto documental que las naturaliza en el circuito cerrado de sus espacios íntimos”.
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