Skip to main content
Salvador: Un hombre de fe comprometido con sus ancestros
16April
Artículos

Salvador: Un hombre de fe comprometido con sus ancestros

Arte por Excelencias lamenta el fallecimiento del artista visual Salvador González y lo recuerda desde una entrevista concedida, para la edición # 2 de la revista Excelencias Turísticas del Caribe

Vea además: Fallece el artista cubano Salvador González Escalona

Salvador y los orígenes del Callejón de Hammel 

Salvador González pasa los 50 años de edad. Comenzó sorpresivamente su obra artística mural en el Callejón de Hammel en 1990, en atrevida incursión como autodidacta, y triunfó.

Ocho países de América, el Caribe y Europa han sido escenarios de su creación o de disertación sobre ellas. En algunos de ellos ha quedado estampado su arte creativo, en murales, siempre con el sagrado compromiso de divulgar la cultura cubana, a partir de sus raíces africanas.

El Callejón de Hammel es el santuario de su obra cumbre: un amplio mural que cubre la superficie de edificios enclavados en esa callejuela que le ha dado nombre en la escena internacional del arte.

Sorprendido en el reposo, en una tarde soleada y calurosa de este isla tropical, luego de su recorrido habitual por uno y otro lados de la vieja callejuela, Salvador habla de las motivaciones y fundamentación de su obra que ha convertido en panteón de sus antepasados.

 

detalle de obra de Salvado en el Callejón de Hammel

 

- Mi obra es mezcla de surrealismo y abstracción, siempre a partir de la más pura esencia de la cultura africana. Es la transmisión de un mensaje con criterios bien definidos sobre movimiento y abstracción, presentes en toda su realización muralista.

-De esa forma creo llegar mejor a los espectadores porque hay un espacio más amplio de meditación. Si la expresión de ella fuera enteramente plana, naturalista, la atracción sería relativa, pero esta forma tiene distintos códigos de interpretación. Para mí, como artista, resulta también más interesante desde punto de vista estético.

Simplemente Salvador 

 

Salvador junto a obra de arte

 

Salvador posee una especie de fuerza de particular magnetismo. Conversador incansable, se detiene a cada dos o tres pasos en su continuo andar, desde media mañana, por el Callejón o áreas aledañas, para hablar con sus vecinos que lo detienen en curiosa interrogación o para contarle, a veces, situaciones de la mayor intimidad, confiados en su habitual tratamiento, casi paternal.

De sus aspiraciones iniciales como muralista confiesa que estas surgieron por el deseo de trabajar, de tomar por asalto las paredes que, como dice un poema inscrito en una de las entradas de la instalación, estaban "desnudas de tanto esperar... y estampar en ellas toda su fuerza creadora, impulsada por los orígenes de nuestra africanidad".

Insiste en aclarar que su obra no fue un proyecto preconcebido, sino el anhelo de un artista de ponerse a prueba ante el ojo crítico del pueblo, una de las más duras experiencias por la que debe pasar todo creador.

De ahí, que sus pretensiones estén orientadas a materializar ahora ideas que surgen del interés de los visitantes, cuando descubren y aprecian los valores contenidos en las exposiciones.

De lo que no caben dudas es que, si bien no hubo un proyecto original como afirma su autor, la coherencia de su expresión artística indica que su ejecución parte de ideas bien organizadas que, quizás, fueron enriqueciéndose en la marcha con nuevas iniciativas.

En torno al tema, el artista plástico expresa en su obra y verbo, más que inclinación, devoción por la cultura de sus antepasados africanos y el compromiso personal de contribuir a perpetuarla.

 

Obras expuestas en el Callejón de Hammel

 

La salvaguarda de una cultura ancestral  

Vestido con un traje de diseño típicamente africano, estampado con rayas, entre beige y carmelita, los ojos de Salvador parecen tomar el color de la variada gama de colores que se juntan en el pictórico panel cuando se para frente a él para recrearse.

Con marcada pasión refiere que la cultura afrocubana -definición común acerca del resultado de la manifestación cultural criolla, a partir del rico aporte de presencia de África-, fue por años duramente cuestionada por los gobiernos de Cuba, hasta que triunfó la Revolución, quizás por el interés de situarla en un nivel inferior, como una subcultura.

"La cultura negra ha tenido que saltar muchos abismos", opina el artista para explicar su "decisión de contribuir espontánea y voluntariamente a los esfuerzos del país en el rescate de esa cultura, por mucho tiempo enclaustrada".

Precisamente con este y/ otros trabajos en la plástica, Salvador concreta ese propósito de salvaguardar los valores, tanto éticos como filosóficos y científicos de esa "cultura ancestral".

-Cuba no puede desprenderse de ese legado que África simbólicamente le entregó con mucha sangre y sacrificios.

 

Piezas escultóricas en el CAllejón de Hammel

 

Un poco de historia 

Recordó entonces, con un inusual gesto de tristeza, que un número todavía desconocido de barcos negreros que transportaron millones de esclavos africanos hacia el Nuevo Mundo, no llegaron a tocar tierra. "Se hundieron con sus cargas de "ébano" o fueron lanzadas a las profundas aguas de los océanos".

-No queda rastro de ninguno de ellos. Cuba es algo excepcional porque tuvo el privilegio de contar con numerosos y/ grandes asentamientos de esclavos en las plantaciones que se extendían por distintos lugares de toda un área de más de 111 mil kilómetros cuadrados que tiene el país.

El fenómeno del sincretismo o transculturación -como lo definió Fernando Ortiz,- fue un proceso que permitió a los esclavos evadir la persecución y represión colonialista.

Aunque no generosa, por las propias características del sistema esclavista, la dominación hispánica en Cuba se desarrolló, sin embargo, con alguna flexibilidad, resquicio que aprovecharon los esclavos para llevar a cabo sus prácticas religiosas mediante los cabildos y sociedades de socorro mutuo que, tras una aparente aceptación de la hegemonía católica, alababan a sus orishas.

-Las fiestas del Día de Reyes, tradición cristiana que se celebraba el 6 de enero, era ocasión para rendirle tributo a sus verdaderas deidades y retornar, en imaginario viaje, al lejano continente.

Salvador considera que tales posibilidades dieron un carácter diferente a la colonización española en Cuba y facilitó que tuvieran lugar en este territorio grandes manifestaciones de religiosidad popular.

De esa manera se asentaron hasta nuestros días la Regla Osha o santería, el culto a Ifá y la Regla Conga o Palo Monte, y la secta secreta de los Abakuá, esta última existente sólo en Cuba.  Todas de origen africano, esas manifestaciones religiosas tienen un gran y creciente arraigo.

En relación con el mismo tema, el artista recalca que el abordarlo en su mural tiene el objetivo de subrayar que la cultura africana se mantiene viva y de expresar su respeto a todos esos valores ancestrales.

 

Obra de Salvador expuesta en el Callejón de Hammel

 

¿Pintura religiosa? 

Interrogado acerca de si el contenido de su pintura es expresión de un compromiso religioso, Salvador se presenta como un hombre de fe, que responde con su expresiva obra a perpetuar los valores legarlos por sus antepasados.

Sobre la base de esos principios, explica el respeto que tributa a los mayores (ancianos) porque en ellos se resume toda la riqueza cultural, algo más importante que él mismo, que trasciende su propia obra porque forma parte de su identidad cultural.

En cada una de las líneas, trazadas con fina imaginación, los murales de este artista llevan implícito su concebido mensaje, probablemente de más fácil comunicación para los creyentes. Al efecto su creador explica:

La obra responde a códigos de muy fácil comprensión y su mensaje está presente en la variedad de temas, trazos y en los propios colores utilizados, siempre desarrollados a partir de valores auténticamente africanos.

Como una gran exposición, el Callejón exhibe sus riquezas en ese gran complejo en el que pinturas y símbolos rituales completan una panorámica de la cultura cubana, a partir de su reserva todavía viva.

Objetos representativos de las prácticas más extendidas en el país componen el atractivo complejo artístico. Acerca de ellas, el artista explica:

-La Ngangá es más que una muestra de religiosidad. Se ha convertido en verdadero símbolo para los creyentes y una curiosidad para los que no lo son. A ella unos y otros visitantes tributan un especial respeto.

Dice al respecto que, como por magia, lo que concibió como una pieza escultórica, la Ngangá, y por extensión todo el Callejón, ha tomado carácter de una especie de templo del barrio al que reverencian vecinos y transeúntes de lejanos lugares y hasta turistas extranjeros.

Siempre, con un pensamiento positivo, Salvador insiste en aclarar por qué, según la leyenda, las ngangás, pequeños o enormes calderos, centro del ritual del Palo Monte o Palo Mayombe, poseen una carga de especial energía espiritual, conceden gracias o castigan, de acuerdo con la manipulación y propiedades de su dueño.

Con el mismo origen, se dice que a los congos -dueños de ngangas- se les entregó en África el poder de la ''brujería", término peyorativo dado a las prácticas religiosas de los negros de esa etnia.

Sus cultos, igual que la santería fueron perseguidos, aún después de la abolición de la esclavitud en Cuba ( 1886) y dentro de la República mediatizada (1902-1959).

Los congoleses eran acorralados por las autoridades coloniales y luego por la policía republicana, bajo serias acusaciones de criminalidad.

En el fondo, como se ha encargado de demostrar la historia, tales imputaciones eran encubiertas justificaciones para liquidar a la religión y a las personas iniciadas en ella.

Los congos como otras etnias de origen Bantú, Yoruba, Arará o Gangá, tuvieron una significativa participación en las guerras independentistas de Cuba, junto a chinos y personas de otras nacionalidades, quienes asumieron como suyas las luchas libertarias cubanas.

Salvador evoca entonces a los asiáticos con una frase que aparece inscrita en un monumento a los chinos que estuvieron presentes en la lucha de la isla contra la dominación colonial: Jamás hubo un chino cobarde o traidor.

Por esa y otras razones, insiste en que el símbolo africano en exhibición como muchos otros, muestra, sobre todo a las nuevas generaciones, los valores ancestrales de una cultura, cuya existencia se remonta a milenios y explica que ningún artista que se respete a sí mismo puede estar al margen de esta realidad.

 

Obra escultórica de Salvador en el CAllejón de Hammel

 

El Callejón de Hammel: un regalo a la comunidad 

- La obra del Callejón es una ofrenda social a la comunidad, una obra de participación. Todos los domingos grupos de danza y músicos, entre ellos afamados percusionistas, cantantes y actores, poetas, poetisas y escritores, ofrecen su arte en el lugar en el que cabe todo tipo de manifestación artística.

-No es el arte efímero para la comunidad. Es el arte perpetuo, estable, dentro de la población, quien recibe esos valores éticos, esa documentación e información que necesita porque es bueno, porque forma parte de su propia identidad.

-Esa identidad es mezcla de influencias africana, hispana, asiática, yucateca, francesa y hasta anglosajona, esta última cobró vida en algunas localidades del interior del país donde estaba representada por potentados del sector azucarero.

Explica el artista, que aunque cientos de turistas han pasado por el Callejón, lo que ha constituido una posibilidad de que el mensaje que se ha propuesto trasmitir trascienda los límites del país, objeta que su arte se inserte en la categoría de folclor porque bajo ese criterio se minimizan conceptos y trabajos de una alta calidad artística.

-El visitante foráneo que llegue hasta aquí debe sentirse como un miembro más de esta extensa familia cubana, participar de una obra cultural, genuinamente popular, dedicada a la sociedad, a la humanidad. Esas son nuestras pretensiones.

Como un experto en la flora, este hombre que parece dominar secretos de magia y religión, abunda en detalles sobre el uso de la yerba que, además de ejercer una función medicinal, tiene su simbología religiosa en Osaín, orisha yoruba, muy venerado sobre todos por los babalawos.

Son muchas las personas de los alrededores que buscan en el local estratégicamente ubicado en una de las entradas del Callejón, determinadas plantas para dar respuesta a problemas extrafísicos mediante ceremonias en la que las yerbas son el instrumento esencial.

- En los campos de Cuba el uso de las plantas es una tradición tan vieja e interesante que incluso, Fernando Ortiz, Lydia Cabrera y Argeliers León lo recogieron en sus respectivas obras, resultado de serias investigaciones.

Juan Tomás Roig, botánico cubano, un sabio en las propiedades de las plantas, hizo un voluminoso tratado sobre el tema. Más recientemente, Víctor Betancourt, joven sacerdote de Ifá, que encabeza un grupo de osainistas (culto a Osaín) escribió un libro con el nombre de: El babalawo, médico tradicional que dedica un espacio a la divulgación del uso de yerbas curativas.

- La versión contemporánea de este fenómeno es muy importante por el hecho de que, a pesar de que el mundo está impresionado con los medicamentos de procedencia industrial, todavía millones de personas de zonas altamente desarrolladas utilizan la misma medicina verde con la que se curaban nuestros antepasados.

Con energía sostenida, tras recorrer una y otra vez el viejo Callejón para mostrarnos y explicar en detalles el lenguaje de su obra, Salvador se detiene en un pequeño rincón, muestrario de sus cuadros, en el que perpetúa su rica imaginación.

Convertido en un templo popular de la cultura cubana y bendecido por Olofi, al decir del popular artista, el Callejón de Hammel, es una puerta siempre abierta a los visitantes.

 

Estudio de Salvador en el CAllejón de Hammel

 

Le puede interesar: 

Grupo Excelencias entrega a importantes personalidades e instituciones los Premios Excelencias Cuba 2015

El Callejón de Hammel