Santiago de Cuba, entre montañas y mar
Santiago de Cuba, está considerada la ciudad más caribeña de nuestro país, entre otras cosas, porque en ella se han mezclado diversas etnias y culturas que han contribuido a formar la idiosincrasia de sus pobladores, sus costumbres, el ritmo que los caracterizan.
Vea además: Playitas de Cajobabo. Sitio histórico
La villa que está al cumplir, el próximo mes de julio, 506 años de fundada; cuyos paisajes urbanos y naturales no se parecen a ningún otro de la Isla por estar siempre vinculados con las montañas de la Sierra Maestra y el mar; tiene mucha historia que contar y muchos sitios que visitar.
Hoy comenzaremos nuestro recorrido por esta ciudad, dándoles a conocer uno de los lugares más relevantes e intricados de esta geografía: el Complejo Agroindustrial Cafetalero “La Isabelica”.
La Isabelica
La Isabelica, fue el nombre con que fue bautizada la hacienda cafetalera, propiedad del francés Víctor Constantin Couzo, inspirado en el amor que sentía por su esclava María Isabel. Se halla en una zona de La Gran Piedra, situada a 1150 m sobre el nivel del mar y a 26 km de Santiago de Cuba, en un área protegida por la variedad de plantas exóticas y especies endémicas que la rodean en el mismo corazón de la Sierra Maestra.
Fue construida a finales del siglo XVIII y principios del XIX, al igual que otras 171 haciendas más, en la región sureste del oriente cubano. En ese momento se instalan en la zona un grupo de colonizadores franceses con sus esclavos que habían salido huyendo de Haití, luego de los sucesos de la guerra antiesclavista en 1791. Estos aprovechan la fertilidad del suelo y crean pequeños complejos agroindustriales para desarrollar el cultivo del café.
El inmueble constituye un verdadero ejemplo de arquitectura vernácula, donde se reproduce con materiales propios del lugar una nueva forma de construir traída por los franceses, diferente a la ya acostumbrada por los españoles. Tiene dos niveles, el primero destinado a almacenes antecedido por un portal con arcadas, construido de piedras que funcionan como muros de carga y de contención del terreno, y el segundo destinado a vivienda.
Se destaca por su majestuosidad, pero sobre todo, por su sentido práctico y funcional, en perfecta armonía con el abrupto relieve, adaptándose a las condiciones topográficas del terreno.
Sobresale, además, el innovador sistema de recolección y evacuación de las aguas pluviales tanto en el inmueble como en el resto de los objetos de obra que conforman el complejo. Son considerados un aporte a la ingeniería hidráulica y al sistema moderno para el procesamiento del grano. En esta construcción propia de esta región del país, se aprecia la maestría de los ingenieros, albañiles, carpinteros y mano de obra esclava.
En las áreas exteriores se encuentran la cocina, la despensa, el reloj de sol, la casa de los perros, el horno de cal, el baño de Víctor e Isabel, un aljibe y una pequeña barraca donde dormían las esclavas domésticas. Además la carretera interna y el área de senderos empedrados, los secaderos de café y otros objetos de obra relacionados con la actividad productiva como la tahona o despulpadora del grano.
En 1959 el investigador don Fernando Boytel Yambú, luego de la realización de excavaciones arqueológicas en el sitio, somete al inmueble a un proceso de restauración con el fin de convertirlo en museo. Así el 18 de mayo de 1961 es inaugurado como tal, el tercero de estas instituciones abiertas al público en la etapa revolucionaria, sin imaginarse que ese día, muchos años después, coincidiría con el seleccionado por la UNESCO para la celebración del Día Internacional de los Museos.
En el Museo La Isabelica podrá ver objetos vinculados con la historia de la emigración franco-haitiana. Se muestran elementos de arte decorativas expuestos en las salas ambientadas de la casa vivienda, otros colocados en la cocina, o en el área de almacenes donde se exhiben objetos de interés relacionados con el cultivo del grano. Además instrumentos de trabajo doméstico y agrícola o de uso represivo, utilizados para someter a los esclavos y todas las áreas exteriores que conforman el complejo agroindustrial.
Fue declarado Monumento Nacional el 29 de noviembre de 1991 y Patrimonio de la Humanidad en el año 2000 junto a todo el conjunto de ruinas cafetaleras del sur del Oriente cubano, en la categoría Paisaje Arqueológico. Constituye La Isabelica la única representación museística de los cafetales franceses en Cuba.
La visita a este lugar paradisíaco le otorgará al turista nuevas experiencias a través del disfrute del senderismo necesario para acceder a cada uno de los espacios del Complejo. También del ambiente creado por el propio microclima del lugar, los colores aportados por la flora, que varían según la época del año y momento de la cosecha; de los olores de las flores y de los frutos, y de los sonidos cuando el silencio se irrumpe con el canto de los pájaros o con el golpe del pilón, instrumento donde se tritura el grano tostado, para concluir con el sabor que nos deja la degustación de un auténtico café cubano.
Le puede interesar:
El Yunque de Baracoa: monumento natural cubano