Hace tan solo unos días, el pasado 12 de enero, falleció en La Habana, el distinguido cineasta cubano Enrique Pineda Barnet, quien ostentaba el Premio Excelencias Cuba, junto a otros lauros y el respeto y admiración nacional e internacional.
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Nacido en La Habana, el 28 de octubre de 1933, el realizador se ganó el reconocimiento de sus compatriotas fundamentalmente por su obra magna: La Bella del Alhambra (1989), pero son muchas sus obras cinematográficas, todas las cuales constituyen de una u otra manera, una representación desde el humanismo, de su visión de la realidad pletórica de agudeza y cubanía.
Entre sus piezas de alto valor se cuentan Soy Cuba (1963), Giselle (1963), David (1965), Mella, (1975); Aquella larga noche, (1979); Tiempo de amar, (1981), y Angelito mío, (1998), por las que ha recibido además, múltiples lauros nacionales e internacionales como los del Ballet Center de New York; Festival de Cine de Moscú; Festival de Tashkent; Premio Festival de Troia, en Portugal; Premio del Público Quebracho y del Festival de Asunción, en Paraguay.
Le fue conferido el Premio Nacional de Cine, en Cuba del año 2006, por un jurado que tuvo en cuenta su «notable labor de toda una vida vinculada al cine, como creador y pedagogo, que ha incursionado en diversas disciplinas artísticas, así como por su valiosa colaboración en la formación de nuevas generaciones de cineastas».
Pineda Barnet, fue asimismo fue fundador de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, más tarde del grupo Teatro Estudio y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC); fue un creador muy polifacético; a la par de su labor como director cinematográfico, fue guionista, escritor de novelas, poemas y cuentos; su pieza El Juicio de la Quimbumbia obtuvo mención de Teatro en Casa de las Américas 1960.
También se desempeñó como profesor universitario, periodista, crítico, publicista, locutor y actor de teatro, de radio, de televisión y de cine.
En el año 1954, con la compañía Las Máscaras, defiende el personaje central de Marino, en el estreno mundial de la obra Lila la mariposa, del dramaturgo cubano Rolando Ferrer (Santiago de Cuba, 1925-La Habana, 1976), pieza indispensable del teatro cubano prerrevolucionario.
De gran relevancia para la filmografía nacional muy recordada y visionada, es la filmación del ballet clásico Giselle, interpretado por la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, con Azari Plizetski, en el rol de Albrecht, y Mirta Plá, en el de Reina de las Willis, que constituyó un éxito rotundo, y un clásico de los filmes existentes sobre ballet, ganador de un Diploma al Mérito, otorgado por el Jurado del Dance Film Award Competition. Dance Films Association Inc. Nueva York, Estados Unidos. 1979.
Hablar de Pineda Barnet, es siempre volver a La Bella del Alhambra, un filme que constituyó un fenómeno extraordinario de público en Cuba, uno de los diez filmes más significativos del año 1989, según la Selección Anual de la Crítica ; solamente en los cines del país, tuvo más de dos millones quinientos mil espectadores.
Esta película fue aspirante al Oscar a Mejor Película Extranjera, 1991, y conquistó el Premio Goya 1990, de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España; Mejor filme y Mención Especial de mejor actuación femenina a Beatriz Valdés, en el Festival Internacional de Cine de Troia. Portugal. 1990; Premio Mano de Bronce en Festival Latino de New York, 1991. Premio Pitirre en Festival Cinemafest de San Juan, Puerto Rico, 1991. Premio Quebracho (del público). Festival Cinematográfico Internacional de Ciudad de Asunción. Paraguay.
Esta cinta resume, un sentimiento muy especial del cineasta hacia el teatro cubano. Aunque El Alhambra cerró sus puertas definitivamente el 18 de febrero de 1935, el cineasta logró revivirlo en su película, a través de la adaptación de la novela testimonio Canción de Rachel, del Premio Nacional de Literatura Miguel Barnet.
El artista consiguió evocar, no solo la época de esplendor de este templo de la dramaturgia criolla sino que construyó un retrato de la época republicana, pletórico de cubanía a lo que aportó en gran medida la música dirigida por Gonzalo y Mario Romeu, la eficaz ambientación y un ritmo cadencioso y sensual como del alma nacional.
Enrique Pineda Barnet, será recordado siempre por su talento, sensibilidad y sapiencia, pero sobre todo por la excelencia de su obra y sus grandes aportaciones al desarrollo de la cultura nacional y al enriquecimiento del espíritu de sus compatriotas desde diferentes ámbitos esenciales.
En portada: Enrique Pineda Barnet recibe el Premio Excelencias Cuba de manos de Verónica de Santiago, directora de la oficina Excelencias en Madrid
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