Cuando peor está el temporal, cuando más fuerza tienen las olas, es cuando luce más hermoso el Peine del Viento. Pareciera que Chillida lo creó para rivalizar con esa eterna fuerza del Cantábrico que no para de azotar a la bahía de la Concha, en San Sebastián. Y la escultura siempre gana, porque cuando baja la marea, y la espuma desaparece, ella sigue allí, a los pies del monte Igueldo.
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Aunque parezcan una, el Peine del Viento es en realidad un conjunto de tres esculturas de acero, de 10 toneladas de peso cada, incrustadas en las rocas al final de la Playa de Ondarreta. Las dos primeras, situadas una frente a la otra, simbolizan lo que un día estuvo unido, mientras que la más alejada, el horizonte y el futuro. Su instalación terminó en 1977 y muy pronto se convirtió en símbolo de Donostia.
En su antesala, el arquitecto vasco Luis Peña Ganchegui diseñó un anfiteatro de granito rosa, una especie de plaza con diferentes alturas y unas salidas de aire y agua pulverizada (imitando los geisers), que se abastecen de las olas que rompen contra las rocas y las esculturas.
Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) trabajó en esta serie durante cuarenta años (entre 1959-1999). Algunas de sus versiones se pueden ver en el Reina Sofía de Madrid, el Palacio de la Unesco de París o en su museo Chillida Leku, en Hernani, pero con el tiempo, la ubicada en San Sebastián (la XV) se convertiría en su obra más emblemática y reconocida.
Y es que, además de la genialidad de la obra en sí, para “peinar el viento del mar que entra en la ciudad”, está ubicada en “su lugar, en su patria”, en el sitio al que el niño Chillida se escapaba (como todo buen donostiarra) para disfrutar de la libertad que da ese inmenso mar:
“Este lugar es el origen de todo. Él es el verdadero autor de la obra. Lo único que hice fue descubrirlo. El viento, el mar, la roca, todos ellos intervienen de manera determinante. Es imposible hacer una obra como esta sin tener en cuenta el entorno. Es una obra que he hecho yo, que no he hecho yo”, diría el mejor escultor vasco de todos los tiempos, y quizás, también, el más importante de la España contemporánea.
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Fotos: @yricardo
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