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Recordándote, Guayabero
27March
Artículos

Recordándote, Guayabero

En la Ciudad de los Parques…

El anuncio de su muerte parecía una broma de algún mal actor sin nada que representar en el Día Internacional del Teatro. Aunque los que seguíamos de cerca su estado de salud, sabíamos que la noticia podía ser cierta. Y lo era… Un día después, una apretada muchedumbre de holguineros y amigos de toda la Isla acompañaron hasta el cementerio local el cuerpo del mayor de nuestros juglares.

Faustino Orama pasó sus últimos días en el hospital Lenin, con una enfermedad hepática, agravada por complicaciones renales y cardiovasculares, que le arrancó la vida.  El 27 de marzo de 2007 la ciudad de Holguín amaneció de luto, pero no de ese luto de las abuelas y villas de antaño donde el silencio apagaba el dolor por la partida del ser querido. El Guayabero merecía irse de este mundo como había vivido, rodeado de guitarras, música y gente, muchísima gente.

 

muerte del GUAYABERO

 

Y así fue: frente al céntrico parque Calixto García, en el Museo La Periquera, sus compatriotas rindieron homenaje a uno de los mejores y más aclamados compositores cubanos contemporáneos. Un desfile de personas de todas las edades pasó por allí. Mientras fuera, las agrupaciones del territorio interpretaban sus míticas canciones…

 

muerte del GUAYABERO

 

En un pueblito de Oriente…

La historia de Faustino Orama comenzó allí mismo, hace más de un siglo: el 4 de junio de 1911 –aunque algunos estudios biológicos y valoraciones científicas aseguran que, al morir, su edad superaba los 103 años; o sea, que en realidad había nacido unos cuantos años antes…

La picardía y el doble sentido fueron las claves de sus composiciones, quizás por haber crecido en un entorno familiar extremadamente pobre. Aprendió la música de manera autodidacta y a la temprana edad de 15 años formó parte del "Tropical Band" tocando las maracas y también  como cantante. La banda incluía tres guitarras, maracas, una trompeta y un bajo.

En 1938 compuso "En Guayabero", la canción que le diera su apodo y lo llevara a la fama: "Soy un personaje público gracias a la inspiración de una trigueña. O más bien a un marido celoso de un lugarcito de Oriente llamado Guayabero, adonde fui a cantar para ganarme la vida y por poco encuentro la muerte. Ella fue amable, muy amable conmigo, y la gente del bar se lo dijo al marido, un cabo de la Guardia Rural. ¿Resultado? Salí echando con mis músicos y en el camino surgió: Trigueña del alma, no me niegues tu amor / En Guayabero mamá, me quieren dar...”.

Sus temas fueron parte del repertorio de orquestas nacionales afamadas, como la de Pacho Alonso y Neno González. En los cuarenta se conocerían en el extranjero, cuando la argentina Libertad Lamarque popularizó su “Tumbaíto”. Y ya al final del siglo XX, sus colaboraciones con el Buena Vista Club Social, especialmente con Compay Segundo e Ibrahim Ferrer, le darían fama internacional.

Como los antiguos juglares, Faustino anduvo por el mundo “contando la crónica de nuestra vida cotidiana, con su potente voz, unos octosílabos inmejorables y el criollísimo humor de doble sentido”, atributos que lo han hecho famoso y hasta imprescindible en la memoria de la música popular cubana.

 

GUAYABERO

 

En la Cultura…

El destino no quiso que me encontrara en la ciudad en el momento de su muerte. Ni cuando un año después sus admiradores peregrinaron hasta el camposanto. Nunca he estado en su tumba. Para ser sincero, esta es la primera vez que la veo –gracias a estas fotos que me envía un colega desde Holguín.

Sin embargo, tal “abandono” no es involuntario. Nunca me he resignado a su muerte; prefiero seguir viéndolo entrar a la Casa de la Trova, rasgar la guitarra, cantar sus composiciones, discutir con el grupo cuando no querían seguirle el ritmo… pasear en aquel descapotable alrededor del parque, como cuando se le dedicó la Semana de la Cultura y Faustino parecía un archiduque centenario, con el pecho lleno de medallas y condecoraciones.

O mejor aún, recordarlo reír a carcajadas, cantando y contando la historia de Marieta frente a aquel grupo de estudiantes de periodismo de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, que se había fugado de las clases solo para verlo, y cantar nosotros también, junto a cientos de extranjeros presentes allí, nos gusta “que baile Marieta”… aunque sin ti, Faustino Orama, Guayabero, la canción, la cultura cubana, no volverá a estar completa.

 

GUAYABERO

 

muerte del guayabero

Fotos: Archivo Centro de Comunicación Cultural La Luz