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Pongamos que hablo de Madrid… o de Milán, Pekín, Nueva York o La Habana
24March
Artículos

Pongamos que hablo de Madrid… o de Milán, Pekín, Nueva York o La Habana

El mundo anda loco. Cuando debía llegar la primavera, volvió la lluvia y el invierno. Y con el gris de estas tardes de marzo, el confinamiento en nuestras casas. A esta hora debería a estar abrazando a mis amigos daneses y sin embargo sigo en este balcón que es mi única puerta y ventana al mundo exterior.

En este trozo de ciudad distópica solo se ven perros paseando a sus dueños. Dichosos los que tienen perro, o niño, o abuela... Ellos tienen la compañía y el reino. Y, además, son los únicos autorizados a romper este encierro que ya pasa de una semana y no sabemos cuándo acabará.

Hay que esperar los aplausos de las ocho para saber que seguimos vivos. Que al menos nosotros seguimos vivos. Es raro oír susurrar a los vecinos, verlos desde la distancia ir a comprar o a tirar la basura… entre tanto, la gente sigue reciclando, no sé si por amor al planeta o por demorar un poco más esos pocos segundos al aire libre.

 

COVID- 19

 

Sin embargo, cuando me asomo a mi ventana nada delata esta crisis, más bien parece un domingo normal (si no fuera porque es lunes, martes, jueves…). Los semáforos siguen cambiando sus luces y controlando un tráfico invisible. Las campanas del Metro se escuchan a ratos. Las luces de las calles se encienden invariablemente a las 7:30, mientras dos o tres aviones despegan (semivacíos, supongo) del cercano aeródromo.

Una de estas tardes, una mujer muy elegante pasa bajo mi balcón. Lleva guantes de látex que no pegan con sus vestidos ni con los de quienes la miramos desde esta altura, enfundados en modestos chándales desde que empezó el aislamiento. Pasará mucho tiempo antes de que las empresas de moda vuelvan a vender sus productos, aunque se esfuercen en hacernos ofertas de comercio electrónico, flexibles en precio y plazos de entrega y devolución.

 

Covid 19

 

Ahora mismo no las necesitamos. Ahora mismo solo se vende comida, papel sanitario, cervezas y vino... Y en eso se mide nuestra capacidad para resistir el encierro, en la cantidad de cervezas, vino y papel que nos queda en la despensa.

Lo dicho, el mundo anda loco, y nosotros no sabemos qué hacer con él. O peor aún, no sabemos cómo aparcar nuestras vidas hasta que todo esto pase.

Fotos: @yricardo