La edición 39 de la feria de arte contemporáneo ARCOmadrid cerró sus puertas este domingo con un balance muy positivo y un alto ritmo de ventas. Y aunque los visitantes han bajado un 7%, hasta los 93 mil, la crítica considera que ha mejorado en la calidad de las obras y los artistas seleccionados, lo que ha atraído a más coleccionistas nacionales e internacionales.
La bajada de visitantes era de esperar, por el miedo al contagio con el coronavirus –de los que ya hay confirmados en España más de un centenar de casos-. Sin embargo, entre las galerías (209 de 30 países; 11 italianas) y coleccionistas invitados no hubo cancelaciones importantes.
Apenas se vieron mascarillas en los pabellones de IFEMA y la gente se acercaba a los artistas y galeristas con la naturalidad de siempre. También, como de costumbre, los Reyes acudieron a la inauguración, e incluso, visitaron el stand de Massimo y Francesca Minini, de la región de Lombardía, una de las más afectadas por la epidemia en Italia.
Lo que sí no ha salido muy bien parado ha sido el programa especial comisariado It’s just a matter of time/ Es solo cuestión de tiempo, que se dedicó a la influencia de Felix Gonzalez-Torres (1957-1996) en las prácticas artísticas contemporáneas. Más ruido que nueces, se podría decir, porque la peculiar forma del cubano de convertir el dolor en arte daba para más que un puñado de globos o letras esparcidos por el suelo, una inmensa hoja de papel con dobleces o un lienzo de tres colores que simulan la esquina donde el artista dejaba su montaña de caramelos…
Incluso fuera de la sección se podía ver mejor la influencia (o no) de Gonzalez-Torres, como en una parte de la instalación del madrileño Álvaro Urbano, donde ante una puerta cerrada se amontaban cartas, o hasta en la propia montaña de caramelos color rosa (Placebo Rosa), envueltos en la bandera de España, con la que el guatemalteco Esvin Alarcón le quiso rendir homenaje (a la vez que denunciar la colonización española en América).
Como es costumbre, hubo en ARCO firmas cotizadas en millones de euros. La meca de los grandes maestros de la vanguardia y la modernidad estaba en el stand del madrileño Leandro Navarro, un pequeño museo donde podías encontrar desde un Kandinsky, Miró, Dalí o Tàpies hasta una escultura móvil de Calder (Frère), valorada en 1,8 millones.
Mientras que en el de la firma neoyorquina Edward Tyler Nahem había obras de Lam, Rauschenberg y Lichtenstein, además de un picassiano Retrato de Jacqueline, lo más caro de la feria (6,5 millones); seguida por la gran escultura de Chillida que llevó la galería suiza Hauser & Wirth (5 millones).
Pero también vimos piezas muchas más decorativas que artísticas, sobre todo, entre las que se exponían suspendidas del techo: plantas tropicales, animales exóticos, espectros parlanchines, redes de pescar… e incluso absurdas, como mecheros enamorados, muñecas decapitadas, naranjas con ojos, lechugas, coches de arena o una moto futurista con luces de neón.
En el programa general han coincidido dos espacios cubanos. Por una parte, El apartamento, con sus habituales fotografías de Leandro Feal y Reynier Leyva Novo, las pinturas de Diana Fonseca y un par de esculturas en madera de mi coterráneo Orestes Hernández, además de otras piezas de Alex Hernández, Ariamna Contino, Ezequiel Suárez y Levi Orta.
Y el proyecto sociocultural Dedelmu (Detrás del Muro), comisariado por Juan Delgado, donde destacaban dos Fabelos: uno monocromático, reconocible desde la distancia, y otro en forma de Espiral, llena de color… dos caras de una misma saga de artistas: Roberto Fabelo y Gabriel Fabelo Hung. También había piezas de Rachel Valdés, Adonis Flores y Elio Jesús Fonseca, entre otros artistas de la isla que suelen participar en la Bienal de La Habana.
Una de las galerías latinoamericanas que más ha llamado la atención este año ha sido la guatemalteca Proyectos Ultravioleta, que participó en el programa Diálogos con Hellen Ascoli y Naufus Ramírez-Figueroa. Este “espacio para la experimentación en el arte contemporáneo” recibió el Premio Iberia Diálogos –que se entrega por primera vez-, y también el XIII Premio illy SustainArt, que reconoció las creaciones de Hellen Ascoli, donde se funden tradiciones textiles y contemporaneidad.
En sus obras, inspiradas en la erupción del Volcán de Fuego, la guatemalteca afincada en Wisconsin rinde homenaje a la figura artesanal de las mujeres artistas tejedoras de su país. Cada pieza, elaborada “con base de tela tejida en telar de cintura, algodón, tela encontrada, algodón costurado a mano o sobre ganchos diseñados”, responde a nombres de poemas como “Donde nos acuclillamos en amor”, “Mujeres piedra o dónde las piedras cobran vida” o “A veces el cielo se abre”.
Por su parte, el Premio ARCO-BEEP de Arte Electrónico seleccionó la obra “Prosopagnosia”, del artista Joan Fontcuberta (galería Àngels Barcelona). Mientras que la cuarta edición del Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente fue para Irma Álvarez-Laviada, por “Plano y vertical. Pedestal N º 0”.
Y entre las habituales propuestas de los principales diarios españoles, destacamos la de El País, muy sobria en color pero muy profunda en contenido. Solo diez palabras, íntimamente unidas a la política y los medios de comunicación, que se degradan ante los ojos del visitante hasta volatilizarse. “Las palabras son también una forma de arte”, confirma el artista catalán Antoni Muntadas (residente en Nueva York desde 1971), quien ha levantado este espacio con la ayuda del arquitecto Juan Herreros.
Del 24 al 28 de febrero de 2021 ARCO celebrará su 40 cumpleaños, sin Chile como país invitado como querían sus organizadores, debido a la situación política de la nación latinoamericana; aunque ya trabajan en una alternativa que será anunciada próximamente.
Fotos: @yricardo
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