Clara y Nicolás no son una pareja común. Viven la era de los nuevos ricos en Varsovia; mantienen —hace seis meses— una relación de superejecutivos que renta un piso lujoso, con una "secretaria electrónica" que acompaña y facilita su rutina.
A primera vista este es el retrato que nos presenta Raúl Martín y su Teatro de La Luna en la obra Ocurre en domingo, protagonizado por Yaikenis Rojas y Luis Manuel Álvarez (en el rol de los novios) y Laura de la Caridad González (Alexa, el aparato vivo de la puesta). La obra ya había sido estrenada durante la semana de cine polaco a principios de año; sin embargo, regresa ahora como parte de la muestra cubana del 18 Festival de Teatro de La Habana.
En aquel momento la crítica favoreció mucho el estreno de esta obra, no solo por el tino de su director en adaptar un texto de la famosa dramaturgia polaca Anna Burzynska, originalmente titulado La mayoría de los suicidios ocurre en domingo, sino por el resultado completo de la obra; en la que se conjuga una buena interpretación de sus protagonistas, un texto perfectamente aclimatado para el público cubano y una escenografía sorprendente.
Pero Ocurre en domingo nos cuenta mucho más que la imagen del inicio, es la historia de dos jóvenes que mantienen una relación “amorosa” por cuestiones como el estatus social, el poder adquisitivo y el glamour de la vida capitalista. El consumo es la principal similitud entre estos dos personajes que, una vez puesta la bomba del “despido” sobre la cama, explotarán las falsas apariencias.
Es una obra para hablar de la mentira que hay que enfrentar una vez que no hay excusas para disfrazar la realidad, del cansancio generacional que parece llegar cuando las riquezas desaparecen, de la frustración de una pareja que no puede soportar un domingo en casa porque de pronto no hay nada sólido en sus vidas más allá de la telaraña inmensa en forma de cama que los atrapa en el escenario durante una hora de revelaciones.
No abandona Teatro de La Luna la comicidad, entreverada en diálogos que juegan con el habla y las frases populares, además de Alexa, una secretaria robot ubicada al fondo de escenario que está para advertirles el tiempo, la hora; pero que a la vez irrumpe de manera sutil en la dramaturgia, al punto de que algunos espectadores creen que el sonido y la especial voz de Laura de la Caridad González son grabadas.
Sin dudas, una obra que reúne ya su público, y que en tiempos de Festival resulta una buena opción para aquellos que deseen disfrutar del teatro contemporáneo cubano.
Fotos: Cubaescena
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