Cuando de fiestas se trata, Colombia se destaca por sus celebraciones. Una de las más conocidas es el Carnaval de Barranquilla, declarado por el Senado de la República en el año 2002 Patrimonio Cultural de la Nación y posteriormente, en noviembre de 2003, Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco.
Esta fiesta se adoptó como celebración de la colonia española, y la idiosincrasia del costeño le dio un toque picaresco y divertido al festejo. El Carnaval de Barranquilla es representación del folclor y manifestación cultural tradicional, contemporánea y moderna, adaptando sus personajes a la realidad social y política del país. Los coreógrafos y artistas se preparan con meses de anticipación a la celebración. Las tradiciones caribeñas le incorporan elementos rítmicos indígenas, españoles y africanos que caracterizan el mestizaje de la región.
La danza tradicional se diversifica durante el Carnaval y encontramos varias manifestaciones artísticas: La danza del garabato, Danza del congo, Mapalé, entre otras. Las parejas de hombres que desfilan durante el trayecto usan prendas brillantes con adornos de lentejuelas, canutillos y encajes, mezclan gran variedad y brillo en los trajes, y hacen de este festival una fiesta de colores, aromas y formas. Los hombres utilizan pantalón con parches en las rodillas en forma de copa y pecheras decoradas con figuras de animales. La mujer hace presencia con alegría, belleza y esplendorosos trajes al ritmo de la música que se escucha durante todo el recorrido.
La cabeza de los danzantes es adornada con un turbante multicolor en el que se destacan las flores y espejos, y en su parte trasera cae una franja ancha y larga de tela que llega a los talones bordeada de cintas de color, encajes, y brillos de toda clase. En este majestuoso colorido resaltan los directores de danza por su tradicional sombrero adornado de cintas de colores. En otro punto del festejo y durante el trayecto de la Via 40 de Barranquilla, se pueden apreciar los congos, personajes pintados de blanco en el rostro, con un círculo rojo en las mejillas y sus tradicionales gafas oscuras, machete en mano y una simbólica culebra de plástico para acentuar su vestuario.
La música, alegría, espuma y serpentinas acompañan a los barranquilleros. En la coquetería de las mujeres resalta su sonrisa, con trajes y decorados que distraen la atención de los turistas, gracias a atuendos y llamativos accesorios utilizados para la danza. En cada traje está plasmado el trabajo de los artesanos, quienes acuden a todo tipo de materiales para resaltar las comparsas, donde se aprecia la flora y la fauna de la región, en vistosos colores y llamativas formas que adornan las carrozas junto a disfraces de animales.
Tanto turistas como curramberos (barranquilleros) viajan por el tiempo durante la celebración del Carnaval. En cada cuadro presentado por los danzantes la marcación armónica de los ritmos se hace mediante un tradicional movimiento en el que se acentúan cuatro tiempos a derecha y cuatro a izquierda, con un melódico balanceo donde los brazos se extienden hacia arriba semejando un guerrero listo para la batalla. Disfrutar el Carnaval de Barranquilla es participar de un recorrido donde la danza, las comparsas, disfraces, comedias y letanías hacen la diversión de los asistentes. Si se quiere hacer memoria de carnavales anteriores existe la Casa del Carnaval, que recoge las fotos e imágenes de celebraciones anteriores.
El Carnaval de Barranquilla es una fiesta ancestral, evidencia musical y folclórica de una tradición en la que ancianos, jóvenes y niños participan en el desfile, cada personaje disfrazado de marimonda (máscara con una nariz larga, grandes orejas, traje de parches, con la ropa al revés, creada para molestar a la alta sociedad de la época) es un barranquillero que personifica la alegría, la burla y el desparpajo del costeño, y el disfraz de corbata grande hace burla de aquellos funcionarios públicos que cobran sueldo sin trabajar.
Curramba la Bella disfruta el carnaval no solo por tradición, sino porque además en este tiempo se olvidan las penas y la vida se hace más llevadera. El humor de los danzantes, la exótica comida, el colorido de los trajes, las mujeres hermosas y la variedad de ritmos acompañan este importante evento previo a la semana santa. Aquellos que participan en el jolgorio saben que «Quien lo vive, es quien lo goza».