“La percepción del color no sólo es subjetiva, sino también, sujeta a la experiencia”.
J.W. Goethe
En la galería Zielinsky de Barcelona, expone sus recientes trabajos el joven artista argentino Gonzalo Maciel (Buenos Aires, 1990). La galería Zielinsky abrió sus puertas el año 2015, representando a artistas emergentes y consagrados principalmente dentro del ámbito latinoamericano. También cuenta con otra galería en Brasil y en 2018 inauguró un nuevo espacio en El Maresme, cerca de Barcelona, denominado Zielinsky FAB, como lugar que fusiona arte, diseño y residencia de artistas.
Es la primera vez que el público barcelonés puede contemplar su obra en directo, aunque en Madrid sí que la ha mostrado, concretamente en el año 2014 con motivo de la feria de arte JustMad, a través de la galería Panal 361. De todos modos, su primera exposición la hizo muy joven, en 2007, en la galería bonaerense Prima, donde se exhibían una serie de pinturas sobre papel de estilo figurativo. También ha expuesto en el Centro Cultural Recoletos de Buenos Aires y ha participado en las bienales de Bahía Blanca de Arte Joven en 2017, ambas celebradas en su país.
Ahora Maciel presenta una serie de obras bajo el título Proyecto horizonte, siendo la comisaria la argentina Laeticia Mello, que reside actualmente en Barcelona. En este proyecto sólo se vislumbra la luz, ya que se trata de mostrar haces luminosos que se juntan en planos cromáticos, lo que origina a su vez la aparición de los horizontes. De hecho, se fusionan todos los colores del propio horizonte en una misma obra, ya que los colores que existen en el cielo son los primarios: azul, rojo, amarillo. Los colores secundarios aparecen con la mezcla de dos primarios obteniéndose el naranja, el verde y el violeta.
Según Laeticia Mello, en las obras del artista se producen unas “veladuras cromáticas construidas a través de la física, donde la paleta de color empleada en las fotografías, se produce al sumar luz con luz. Para que esto ocurra, es necesario vincular tres conceptos: tiempo, espacio y color”.
De algún modo, los trabajos de Maciel evocan el minimalismo del artista conceptual Dan Flavin, considerado como el “escultor de la luz fluorescente”, en que los tubos de color producen diversos efectos ópticos, aunque a diferencia del creador argentino, Flavin pinta la luz, o sea, los tubos están tratados cromáticamente, y en cambio en la obra de Maciel, es el tratamiento de la propia luz la que produce estos efectos de color.
En total se exponen diez piezas creadas en su mayoría el año pasado, aunque también hay algunas de 2017 y de 2019. Todas ellas están realizadas a través de una secuencia de luces en loop, backlight, LEDs, RGB, acrílico y madera, o bien, en impresión de tintas pigmentadas sobre papel Hahnemühle. En ellas se aprecia como el artista va alternando diferentes posibilidades cromáticas para formar los horizontes mediante la aparición de diversas gradaciones que van desde el violeta al azul, pasando por el amarillo. No se trata de visualizar un horizonte, sino varios horizontes. Es como si en un paisaje, en este caso una marina, aparece en primer plano la arena, después el mar, la línea del horizonte y el cielo, aunque la separación de estos elementos la delimita el propio pintor. De algún modo, esta distribución del color en el espacio recuerda las composiciones de Mark Rothko, con sus enormes campos de color rectangulares donde surgen una especie de horizontes, que son los límites donde se produce el cambio de color.