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BNC: Un Lago que no pierde esplendor
11February
Noticias

BNC: Un Lago que no pierde esplendor

Luego de un mes en la cartelera de la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana "Alicia Alonso", el ballet de los ballets: El Lago de los cisnes, de la mano del Ballet Nacional de Cuba culminó por lo alto, sus presentaciones en el coliseo de Prado y San Rafael, La Habana Vieja.

La primera bailarina Viengsay Valdés, designada como subdirectora artística de la compañía hace pocos días, tuvo a su cargo el doble rol de Odette/Odile junto con el primer bailarín Dani Hernández (Príncipe Sigfrido). Juntos, enseñaron una clase de estilo, pasión/fuerza y lirismo en sus actuaciones, para dejar en claro el nivel que los acompaña en las tablas. Viengsay ha llegado a un momento cumbre en su ya larga y fructífera carrera, donde la madurez aflora convertida en gesto/danza. Pero si algo caracterizó su labor durante toda la función fue el control interpretativo de principio a fin, y que ilustra en la danza esa máxima del teatro: un buen artista no actúa sobre el escenario ¡vive!. El personaje protagonista de esta obra tiene su dificultad mayor en recrear un personaje, diametralmente opuesto, en cada acto (segundo/tercero) (cisne blanco/cisne negro), respectivamente. Ella con toda la sensibilidad/talento vertido sobre las tablas en esos instantes, tejió cada uno con inteligencia, bordando cada paso, gesto, acción…Y subrayó desde adentro la frase adecuada, acompañada de una técnica precisa para dialogar en baile/actuación, en la dimensión exacta, y atrapar al personaje y al público, que, delirante, ovacionó todas sus acciones artísticas con fuerza. En el segundo expresó, con todo su cuerpo, un alma enamorada, tierna, angustiada y temerosa, su port de bras, elegante y certero, delineó ese canto lírico que tuvo el éxtasis en el adagio, donde ambos se fusionaron  en un intenso diálogo que fue signo de toda la obra. En el tercero, el cisne negro cautivó por su fuerza, balances,…, y la exquisitez de movimientos que culminó con una ejecución, casi impecable de los 32 fouettés combinados con tres, cuatro pirouettes…, que cerraron con los arabesques sautés (vaquita) en un largo balance... Fue el éxtasis.

 

Lago de los Cisnes. Viengsay Valdés

 

Dani coloreó su ejecución/actuación como todo un príncipe: movimientos, diálogo de pareja y con otros personajes, gestos, saltos, giros en los que no perdió ni la técnica ni la elegancia para demostrar, para evidenciar que es un gran bailarín. Es sin dudas el reflejo perfecto de un espejo donde deben mirarse el resto de los danzantes, para cada día mejorar, fortalecer el estilo que, sin dudas, es talón de Aquiles de los más noveles, y algo en lo que hay que volver a cada instante, desde la clase, los ensayos, el diario bregar  para mantener el prestigio que persigue a la compañía desde hace 70 años. Fue, sin dudas, la mejor función de la larga e importante temporada donde se evidenció, desde los distintos niveles, una juventud que tiene garras para continuar la Escuela Cubana de Ballet.

Valga subrayar el pas de trois del primer acto, que fue bien bailado por Adrián Sánchez, Laura Blanco y Ely Regina, y, a medida que pasó el tiempo se fue consolidando, todos se entregaron con fuerza, pero brilló particularmente, esta última bailarina que dio todo en el final, para cerrar por lo alto este importante segmento bailable. El trío alcanzó una extensa y sonora ovación. Bailando uno y otro día, como sucedió en esta temporada, es como aprenden los más jóvenes. En el pas de six los bailarines/bailarinas mostraron seguridad y bastante buena ejecución, pero el elemento masculino debe tratar de lograr más limpieza, en general, en la técnica y la  terminación de los movimientos. El ballet, es sobre todas las cosas estética y perfección, no lo pueden olvidar las más recientes generaciones.

En la tarde del domingo, la Reina logró particular aliento en el trabajo desempeñado por Yilliam Pacheco, quien ha demostrado mucho profesionalismo a la hora de encararlo, otorgándole a su interpretación los diversos matices del personaje con suma elegancia, para poner en claro que no existen roles pequeños. Diego Tápanes, a pesar de su juventud, regaló un bufón bien elaborado que brilló en la escena, poniendo siempre la técnica en función del personaje, sin dar cabida a ninguna exageración, en la que a veces se peca en el personaje. Los cuatro cisnes (Karla Iglesias, Mercedes Piedra, Chanell Cabrera y Diana Menéndez)) conjugaron bastante homogeneidad-seguridad en el difícil desempeño para  llevarse inmensas ovaciones que agradecían la acertada labor. Ely Regina/Daniel Rittoles  aportaron una nota de frescura en la danza española con su baile preciso, y los dos cisnes (Chavela Riera/Cynthia Villalonga), siempre en estilo y, sobre todo, bailando, al mismo compás y en la misma “dimensión”,  dejaron una agradable imagen. El cuerpo de baile estuvo más parejo en el segundo acto, aunque es menester hacer  hincapié en la posición de brazos/manos para lograr la perfección. En el primero, el cuerpo de baile estuvo más compenetrado, aportando a la acción/drama, en su relación con los protagonistas, conjugando más que en anteriores jornadas esa característica de nuestra Escuela Cubana de Ballet, como actor primordial siempre en función  de las obras.

La Orquesta Sinfónica del GTH Alicia Alonso, liderada por el maestro Giovanni Duarte también estuvo muy atinada, del lado sonoro al traducir la hermosa partitura de Chaikovski, para entregar, todos, en conjunto, una excelente tarde de cierre de la temporada del clásico.

En portada: Lago de los Cisnes con Viengsay Valdés

Fotos: Nancy Reyes