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Pórticos dancísticos en dos festivales musicales
07December
Artículos

Pórticos dancísticos en dos festivales musicales

Los conciertos inaugurales de dos festivales internacionales de música: Mozart-Habana y Habana Clásica, utilizaron importantes obras danzarías del siglo XX, con música del ruso Igor Stravinsky como pórticos de lujo para sus sucesivas programaciones diarias en varias salas de la capital cubana; con la participación de talentosos artistas locales y afamados intérpretes extranjeros en el género de la música de cámara.

El festival bienal Mozart-Habana está organizado por la Oficina habanera del Liceo Mozartiano, con el patrocinio de su homólogo austriaco en Salzburgo y el auspicio fiel de varias instituciones locales y foráneas, entre ellas la Oficina del Historiador de la Ciudad, la Universidad de las Artes (ISA), el Ministerio cubano de Cultura y la New World Symphony, entre otros. Sus curadores eligieron para su concierto inaugural una obra en las antípodas de Mozart: nada menos que Historia del Soldado del ruso Igor Stravinsky, en una versión adaptada al reducido escenario del decimonónico Teatro Martí, con puesta en escena concebida por el director teatral Raúl Martín y la directora orquestal cubano-holandesa Libia Hernández, que dirige una pequeña orquesta de cámara compuesta de 8 músicos cubanos y extranjeros (violín, contrabajo, clarinete, fagot, trompeta, trombón y percusión (donde interviene el holandés Lodewyk Johannes Bles) y el narrador a cargo del destacado actor cubano Freddy Maragoto. Este conjunto fue un vital soporte para una pareja de bailarines, Tahis Suárez y Norge Cedeño, ambo de fuste, carismática presencia, formados en la danza contemporánea. Cedeño es responsable igualmente de la original y creativa escritura coréutica, donde la improvisación se atiene a la traducción fiel de los textos franceses, para esta afortunada ocasión.

Según recuerdos de este observador, Historia de un soldado tuvo su estreno cubano por el Ballet Nacional de Cuba durante las presentaciones en un festival de ballet de La Habana, hace la friolera de dos décadas aproximadamente, en un montaje poco menos que azaroso realizado por Olivier Patey, entonces solista del Ballet de L´Opéra de Paris; tal una reconstrucción vinculada al texto del poeta suizo C. F. Ramuz e inspirada en la coreografía original de 1918, debida a Ludmila Pitoev. La primera represenación en América tuvo lugar en el Jolson Theatre en 1928. Existe en DVD otra versión más reciente creada por el célebe coreógrafo Jirí Kilyan.

Para conocimiento de los aficionados más jóvenes me atrevo a comunicarles que se trata de una composición dodecafónica para 8 instrumentos, un narrador y bailarines. Todos instalados sobre la escena, empero los bailarines deben desempeñarse en un área central separada. Para ello, es necesario contar con la pericia de un diseñador de luces, considerado un artista de las artes visuales.

La historia de esta pieza fue tomada de un cuento de hadas ruso, que narra como un soldado entrega su violín, que cargaba en su mochila; y era para él un instrumento que ´´habla como su propio corazón´´, nada menos que al mismísimo Diablo. El soldado regresa de una misión militar a su casa en una aldea en medio de un bosque, donde vive, después de una larga caminata.

Existe también otro notable ballet, entre los muchos que se han creado con esta partitura, es del norteamericano Eliot Feld, quien abandonó el libreto original por uno nuevo, donde se enfoca en la iniciación sexual del joven soldado al ser manipulado por un proxeneta. Esta obra fue estrenada por el American Ballet Theatre en 1972, y luego, en 1976 fue revisada por Feld para el Shakespeare Festival Public Theatre de Nueva York: allí se revela el tema de la corrupción con fuerte declaración antiguerrerista. El estilo de la danza fue estilizada al extremo sin devenir mimética.

 La responsabilidad de la excelencia en la entrega de la música de Stravinsky en esta inquietante pieza del pasado siglo recayó en directora musical Libia Hernández, poseedora de una formación altamente calificada. Recibió su licenciatura en Artes del City College de Nueva York y la Maestría en música de la Hart School, en la Universidad de Hartford, donde estudió con el mundialmente famoso contrabajista Gary Karr. Fue miembro de la Orquesta Filarmónica de Rotterdam y de los Solistas del Amsterdam Bach. Los estudios de dirección orquestal los inició con el notable pedagogo finlandés Jorma Panula, en Moscú. Tomó clases y participó en talleres con Neeme Jarvi, Riccardo Muti, Michel Tabachnik e Ilan Volkov.

Actualmente, comparte su tiempo en Países Bajos, Estados Unidos y Cuba, como Asistente/Directora de la Sinfónica de Nueva Jersey y Directora/Coordinadora del Proyecto Holanda-Cuba, con la participación de la Fundación Mozarteum de Salzburgo; el Real Conservatorio de La Haya; la Academia Sinfónica Nuevo Mundo, de Miami, y la Universidad de las Artes de La Habana.

Festival Habana Clásica

En las Salas de Concierto del Centro Histórico de la Habana Vieja, desde el día 11 de noviembre, se han desarrollado las jornadas musicales internacionales Habana Clásica, bajo la dirección artística y musical del reconocido joven pianista cubano Marcos Madrigal, actualmente con residencia en Italia, quien es también su protagonista y dramaturgo, en eficiente coordinación con el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas (dependencia de la Oficina del Historiador de la Ciudad) bajo el liderazgo de la musicóloga Miriam Escudero. El maestro Madrigal ha resultado ser un real mecenas del arte, al convocar a amigos de talento afirmado hasta la Mayor isla de las Antillas, bajo el amparo de múltiples instituciones y personas amantes de la buena música.

Según la Dra. Escudero, esta temporada de conciertos (más de dos semanas) se fundamenta en la excelencia del ´´performance´´, en la habilidad de convocar y presentar música de alta factura, protagonizada por intérpretes de gran competencia.

Los curadores han tenido el buen tino de inaugurar el evento con la presentación de la ´´primera coreografía integral cubana´´ de la bailarina y coreógrafa Sandra Ramy sobre la Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky; y, casi seguro, también según Escudero, que se escuchará por primera vez en Cuba su versión para piano a cuatro manos. En el mismo programa, ocupó la primera parte del concierto en el mismo escenario del Teatro Martí (1885) el estreno en Cuba de los Tres Preludios Sinfónicos para el Edipo Rey de Sófocles del italiano Ildebrando Pizzetti (1880-1968, en una transcripción para piano a cuatro manos de Mario Pilati.

El equipo de producción de este espectáculo único estuvo conformado por artistas muy comprometidos, que demostraron fehacientemente su potencial de talento creativo. Entre ellos, Luis Ernesto Doñas, cineasta autor de laureados documentales, quien puso su impronta en la original puesta en escena, con el efecto dialógico (con el piano sobre la escena) y el especular, con los grandes espejos instalados con pericia por el escenógrafo y diseñador de luces Guido Gali. Y sin duda, la elección de Abel Rojo, bailarín de danza contemporánea (invitado del grupo MalPaso), robusto y carismático, dotado de habilidades para la improvisación y la comunicación sin apartarse de los tempos y los armónicos endiablados de la magistral partitura de Stravinsky, en este material coréutico minimalista de Ramy.

Hemos dejado para el final, no por menos importantes, a los dos protagonistas de excepción, intérpretes relevantes en el Grand concert piano Steinway de este hermoso coliseo habanero, quienes entregaron su poderosa ejecución, coherente y precisa de esta obra portentosa y polémica del siglo XX, son ellos: el italiano Alessandro Stella y el cubano Madrigal.

La poética conceptual que sostiene esta producción ha sido expresada en el programa de mano por la maestra Ramy, y estimo que merece ser reproducida ahora:

´´No recordamos otro estado anterior a nuestro nombre. No conocemos más que ese acto de perpetuo sacrificio y consagración, una y otra vez nos entregamos a la dictadura de los otros, madres, padre, hermanos, amigos, enemigos, fantasmas. Todas ilusiones, entregadas cada uno al mismo gesto repetitivo frente al mismo espejo´´. Esto está visualizado en el perpetuum mobile del danzante Abel Rojo.

Como dato curioso, conocemos de otra versión de esta pieza estrenada en 1980, creada por Paul Taylor con el soporte musical de esta misma transcripción del autor para piano a dos manos, que denominó The Rehearsal (Rite of Spring), con abandono del rito pagano ruso; y ha concebido un melodrama detectivesco hollywoodense, que fue muy bien recibido por la crítica y las audiencias norteamericanas.

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