Texto: Teresa Melo
El Encuentro de Poetas del Caribe y el Mundo, espacio fundacional de la Fiesta del Fuego de Santiago de Cuba, lleva actualmente el nombre de su fundador: Jesús Cos Causse, conocido también como el Quijote Negro. En aquellos inicios, en que era Taller de Poesía, la figura alta y delgada de Cos convocaba a su alrededor a escritores de una gran cantidad de naciones, atraídos por su carisma y por las posibilidades de una fiesta de abrazos que permite rescatar e interactuar con manifestaciones diversas de la cultura popular y, sobre todo, conocer sus portadores.
Hace once años el poeta, enfermo ya, decidió entregarme la coordinación de su encuentro. Creo haber honrado su espíritu dándole ese carácter más abierto, en recorrido de lecturas por varias instituciones culturales de la ciudad cuya labor vale la pena conocer desde dentro. Una voluntad de servir mediante la fuerza de la palabra nos conduce también a estar presentes en lugares de interés social y humano: hogares de niños sin amparo filial, casas de abuelos, la sala de oncohematología del Hospital Infantil, confiando en la esperanza que ofrece la «poesía para la vida».
El Encuentro de Poetas, al ser uno de los tantos talleres del Festival, trata de insertarse de manera coherente en la propuesta que es el Festival mismo; no defiende una estética específica; apuesta por la inclusión de todas las voces: las muy reconocidas, las menos y las que comienzan a dejarse escuchar por los demás. La poesía como lenguaje necesario y abierto a todos. La poesía, como expresa el verso de Cos que nos preside: «lámpara del mundo».
Visto así, el Encuentro apuesta y seguirá apostando por esa luz, sabiendo que el Caribe es más que su límite geográfico. Es un espacio mental, construido por un imaginario de resistencia, de defensa de todas las voces, el discurso colectivo que es nuestra memoria.
Santiago de Cuba vibra de manera especial del 3 al 9 de julio. El pensamiento, la música, las artes escénicas y visuales, con el trasfondo de una corneta china honrando a los ancestros, al espíritu cimarrón de la montaña, los cuerpos rientes bajo el sol, y la poesía, siempre la poesía, emanando de todo ello en mezcla que alimenta nuestros sueños comunes.