Por Jaime Masó Torres
Apasionado de la caza, la pesca y la aventura Ernest Hemingway vivió en Cuba por un periodo de veinte años y aquí enriqueció buena parte de su obra.
Como resultado de ese amor entre el famoso escritor estadounidense y nuestro país, en La Habana se le rinde homenaje y resguarda el legado de su obra, considerada ya clásica en la literatura del Siglo XX y que ha ejercido una notable influencia tanto por la sobriedad de su estilo como por los elementos trágicos y el retrato de una época que representa.
El Premio Nobel de Literatura, murió hace 57 años, el 2 de julio. Terminaba él mismo con una vida apasionada y un estilo único.
En Hemingway convive un diálogo vivo y verosímil, una descripción desnuda y nítida. Su modo, coinciden los estudiosos, es purificado, a veces telegráfico.
“Como escritor he hablado demasiado. Un escritor debe escribir lo que tiene que decir y no decirlo”, expresó Hemingway cuando en 1954 la academia sueca le otorgó el importante premio.
“Cada libro, para un escritor auténtico, deberá ser un nuevo comienzo donde intentará nuevamente alcanzar algo que está más allá de su alcance. Siempre deberá intentar lograr algo que nunca ha sido hecho o que otros han intentado y han fracasado. Entonces algunas veces -con gran suerte- tendrá éxito”, dijo en aquella ocasión.
En una Cuba, amante de Hemingway hasta los codos, recientemente el Consejo de Patrimonio Cultural y la Fundación Finca Vigía de EE.UU. renovaron un acuerdo establecido desde 2002 para preservar la antigua casa ubicada en la isla caribeña del escritor. Las dos organizaciones culturales extendieron el convenio hasta el 2023, con el objetivo de seguir conservando en buen estado la "Finca el Vigía", propiedad del famoso novelista, ubicada en el centro de La Habana.
Sin embargo, Hemingway prevalece en Cuba más allá de una casa, un famoso trago de ron, un hotel ubicado en el centro histórico de la ciudad, un torneo internacional que lleva su nombre, un poblado costero como Cojímar o una novela que ha recorrido el mundo.
Probablemente, la mayoría de las personas en esta Isla le agradecen a Hemingway, simplemente, el haber escogido a este pequeño lugar del Caribe para escribir y convertirse con más fuerza en uno de los “grandes ciudadanos del mundo”, como lo calificó John F. Kennedy.
Con un disparo, el dos de julio, Papa Hemingway terminó con la vida de un hombre, pero siguió alimentando la leyenda.