Por: Taissé Del Valle Valdés
La música, idioma universal que nos une, fue la más auténtica protagonista de uno de los encuentros de la 33 edición del Festival Internacional de Jazz de La Habana, en el que convergieron Joe Lovano de Estados Unidos, Ray Lema de Jamaica, Joãu Galindo de Brasil y el maestro Joaquín Betancourt de Cuba. El intercambio ocurrió en el Comedor de Aguiar del majestuoso Hotel Nacional de Cuba.
Fue esta una oportunidad para evocar las jornadas de los años ochenta cuando el saxofonista estadounidense Joe Lovano vino a Cuba como invitado al festival y este evento se realizaba en la Casa de la Cultura de Plaza. Con el sello “Soulnote” grabó el primer disco a su nombre titulado Tones, Schapes and Colors en cuarteto con el pianista Ken Werner, el bajista Dennis Irwin y el baterista Mel Lewis.
Hacia 1990 deja “Soulnote” y firmó un contrato con el sello discográfico “Blue Note”. Allí graba “From the Soul” en 1991 considerado por la crítica especializada, uno de los grandes discos de jazz del último cuarto del siglo XX.
En el año 2002 grabó el disco “Viva Caruso” dedicado a las composiciones del tenor italiano Enrico Caruso.
Lovano aterriza en La Habana para ofrecer un concierto junto a la Orquesta Sinfónica Juvenil del Conservatorio Amadeo Roldán y la Joven Jazz Band, dirigidas por el maestro Joaquín Betancourt y que tendrá como invitado especial a César López. El encuentro tendrá lugar el 19 de enero a las nueve de la noche en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional.
Por otro lado, Ray Lema de Jamaica y João Galindo de Brasil llegan a la capital cubana para ofrecer un concierto junto a los estudiantes de la Jazz Band de la Universidad de Las Artes. El pianista congoleño afincado en Francia, Ray Lema y el director de la compañía de Jazz Sinfônica de São Paulo, João Galindo convergen en la Habana para regalar su arte como lo han hecho en otras partes del orbe.
Joe Lovano, Joaquín Betancourt, Ray Lema, Joãu Galindo y otros: un festival de jazz y un panel de lujo en el que la fortaleza de las raíces musicales, tal y como sentenció el maestro Joaquín Betancourt, está en que ellos estuvieran sentados precisamente allí.
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