Beatriz Márquez: "Soy una cantante solista, pero no me siento sola nunca."
Por Jorge Fernández Era
«Sería tanto así poder andar otros caminos, y como antes…». Los primeros acordes de la canción sonaban y volvían a oírse una y otra vez en el viejo radiotocadiscos RCA Victor de la sala de mi casa, donde, sentados en un inmenso sofá y frente al nutrido librero tallado por mi abuelo, la familia cienfueguera asentada en La Habana, la que me enseñó a amar al Benny desde mi niñez, descubría a una muchacha de voz inconfundible que, tras abandonar a Los Barba y emprender su carrera de solista, marcaba la diferencia en un universo sonoro contaminado de masticadas canciones de la península, la que una vez nos colonizó y ahora amenazaba con ídem a través de una música que muchos insisten en calificar de «prodigiosa».
Beatriz Márquez llegaba para recordarnos que el bolero no tiene por qué estar casado con la cursilería, que cada cubano lo lleva adentro de alguna manera, y que la cultura, por qué no, acepta desagravios, traiciones, despedidas, besos furtivos…
Pude andar caminos, y como todo el mundo forjé mi archivo particular de canciones. Años después, ya roto el viejo aparato de la sala, mi mp3 se enriqueció con casi todas las canciones de la Márquez, y no digo que la oí hasta el cansancio, pues ella es de las artistas que no se agota. Y esos rumbos de andar con un par de audífonos enganchados en la oreja me han llevado en calidad de periodista a participar en el Festival de Música Popular Benny Moré, en la misma ciudad donde nació mi madre, en el mismo año en que la artista cumple cinco décadas de trayectoria artística. Tanto así me lleva la suerte, que la tengo cantando frente a mí. Y tanto más que la entrevisto en exclusiva para Arte por Excelencias.
Desde que Orlando Quiroga la calificara como la Musicalísima, se la nombrado así en todos los escenarios. ¿Nunca constituyó para usted una camisa de fuerza ese apelativo?
Es una pregunta difícil… Orlando Quiroga fue muy importante para mí en esa época, porque estuvimos juntos en brigadas, en programas importantes de la televisión como «Buenas tardes», «Juntos a las nueve»…, espacios que representaron mucho para los cantantes de nuestro país.
Yo creo que no: lo de Musicalísima nunca ha sido una camisa de fuerza porque mi sentimiento es la música, y él como amigo y como persona comprometida con la cultura cubana me conoció y me tomó aprecio en aquellos tiempos. Ser la Musicalísima es un gran compromiso, el de respetar ese calificativo con que he sido nombrada, y respetarlo a él.
¿El Premio Nacional de Música 2015 lo recibió como fin de una etapa, como reconocimiento tardío o como consecución de un sueño?
No sé si es tardío… Muchas personas lo piensan así. Lo recibí como un reconocimiento importante a la obra de mi vida, a todos los años de trabajo. Estoy muy agradecida, y mientras tenga vida trataré de seguir mereciéndolo.
Si se presentara la posibilidad de grabar un segundo disco de duetos: ¿a quiénes incluiría, de ser posible, entre los que ya no están entre los vivos?, ¿a quiénes entre los que marcharon a otras tierras?
En la primera edición hay personas que se marcharon, pero en la segunda me gustaría tener tiempo para buscar personas que son muy buenas y que están en nuestra Cuba, en todas las provincias, y son creadores, porque el fin de ese disco [Mis duetos, con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Juan Formell, Vicente Rojas, Descemer Bueno, Leoni Torres, Waldo Mendoza, Amaury Pérez, Gerardo Alfonso, Raúl Torres, Israel Rojas y Pablo FG] fue ese.
La mayor y más fecunda etapa de su carrera ha sido en solitario. ¿Cuánto puede haber de sinónimas entre las palabras solista y soledad?
Soy una cantante solista, pero no me siento sola nunca. Me considero músico, ha sido así desde la primera época en que comencé a cantar. Puede fallar un instrumento, mas siento tras de mí lo que va en una armonía, en una melodía…, te va diciendo hacia dónde debes ir, y con eso basta para no sentirse sola. Va a seguir siendo así hasta que me muera.
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