La noche puede ser un lugar común

Por Jorge Fernández Era

El espacio La Pared Negra, de la Fábrica de Arte Cubano (calle 26 esquina a 11, El Vedado, La Habana) acoge desde el pasado 3 de agosto, con el auspicio de la Embajada de Argentina en Cuba, dos muestras fotográficas: La noche, un invento del hombre, del argentino Mariano Manikis, y Lugares comunes / Common places, del cubano Carlos Ernesto Escalona (Kako).

«Yo estuve en La Habana hace dos años —declara Mariano Manikis—, con un grupo de arquitectos, invitados por la Oficina del Historiador de la Ciudad, para dibujar La Habana Vieja. Llegué de noche, y cuando me desperté en la mañana y bajé, me sentí en mi barrio. Y a partir de ese instante, sentí una empatía con esta ciudad y con su gente que no había sentido con ninguna otra en el mundo. Circunstancias de mi vida me llevaron a una noche interna. Me encontré sacando fotos y no me daba cuenta de que eran imágenes de mi propia noche. Yo ya había visto la Fábrica de Arte Cubano cuando vine y me quedé profundamente emocionado, porque en Buenos Aires no tenemos ni por casualidad un lugar como este, con la energía y con la cantidad de cosas que en él se hacen, con la estética que se vive en cada centímetro cúbico. Y cuando me dijeron que me habían aceptado para exponer aquí: ¡aleluya! Mi exposición es una metáfora de cuando el hombre prende la primera antorcha, ilumina la oscuridad y le da fisonomía a la noche».

Arte por Excelencias tomó nota también de los propósitos de la muestra fotográfica del artista cubano. Common places —«una partida de ajedrez en plena calle, una llamada de teléfono que suena entre el gentío, un viaje en tren de vuelta a casa…»— es el resultado de un periplo de más de tres años de Kako por varias ciudades de Cuba y de Estados Unidos, en las que observó y captó con su lente muchas situaciones de las dos realidades sociales. «Lugares comunes —dijo Carlos Ernesto Escalona en la inauguración— es una reflexión sobre las similitudes y diferencias del acontecer de ambos pueblos, como deseando cerrar las brechas entre la realidad y la fabulación que persiste en ambas partes a través de arquetipos, como si de una vez y por todas fuera posible llegar a conocernos, a respetarnos y a saber nuestros límites sin que ello imposibilite mirarnos como seres humanos que comparten el mismo aire, luchan por conseguir sus sueños y se preocupan por igual por la felicidad de sus hijos».