LA PAZ: En homenaje al bicentenario de la ciudad y dedicada al artista boliviano Arturo Borda, el Museo Nacional de Arte está presentando la muestra Borda: el ajayu de Chuquiyawu Marka, en el Patio de Cristal del mismo centro cultural.
La muestra está integrada por Diálogo de cronos con la muerte, Diana cazadora; una treintena de dibujos preparatorios y apuntes de obras capitales de la producción del artista como el Triunfo del arte, entre otras valiosas donaciones de la familia francesa Servant, que retornan al país después de más de 40 años, y también por piezas de colecciones privadas.
Poco reconocido en vida, Arturo Borda (La Paz, 1883-1953) fue un gran pintor autodidacta. Empezó a pintar en 1899. Presentó una exposición de pintura en el Círculo de Bellas Artes de La Paz en 1919. Realizó 14 exposiciones en La Paz y una en Uyuni. En Buenos Aires expuso en 1919 y 1950. Su obra está representada en museos de La Paz y en colecciones privadas.
Vendió un cuadro en vida, El Yatiri, de 1918, y con ese dinero pudo viajar a Buenos Aires, donde expuso 78 lienzos, y recibió críticas muy elogiosas.
La obra Retrato de mis padres, fue destacada en la revista de The New York Times por John Canaday, uno de los críticos más importantes de la época, quien la calificó como “una de las obras más significativas del arte latinoamericano”.
Los últimos años de su vida los pasó en la miseria y sólo después de su muerte su trabajo fue reconocido con exposiciones retrospectivas y de homenaje.
Hoy en día su obra es ampliamente reconocida por su expresividad y carácter simbolista con los que ha logrado reflejar sus particulares ideas sobre el arte y la vanguardia, cuestionar la sociedad paceña de la época y por su aproximación existencial hacia el oficio artístico en Bolivia.
Su trabajo simbolista está influenciado por elementos locales como el Illimani, la kantuta y la estética paceña de la primera mitad de siglo, entre otros.
Borda no sólo se dedicó a la pintura, también fue un activista político e incursionó en la literatura con su obra El loco, publicada después de su muerte, actualmente considerada una de las obras cumbres de la literatura boliviana. La única edición de esta obra está hoy agotada y es altamente cotizada por especialistas y coleccionistas.