PARÍS: Hasta el 29 de noviembre permanecerá abierta en la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo la muestra Né dans la rue (Nacido en la calle), que rinde homenaje al graffiti y el arte callejero, movimiento creativo vital desde su surgimiento en las calles de Nueva York, a comienzos de los setenta.
El propósito de Né dans la rue es abordar los límites del vasto y complejo territorio del graffiti, y la multitud de técnicas, ideas y tendencias que engloba en la actualidad.
Para ello la Fundación Cartier ha dispuesto un muro exterior para graffiteros callejeros de la ciudad que desembarcan a diario con sus sprays de pinturas y sus cascos de música, y redecoran el mural a la vista de los transeúntes.
Como parte de la muestra, una docena de artistas han sido invitados a invadir in situ los espacios del imponente edificio, ideado por Jean Nouvel. Graffiteros consagrados como el veterano neoyorquino JonOne y jóvenes representativos de las nuevas olas como el chileno Basco Vazko y el brasileño Cripta –representante del pixaçao, una variante de graffiti propio de São Paulo– han realizado especialmente para la muestra gigantescas obras efímeras en diferentes soportes, incluidas y fachadas del inmueble.
La Fundación también se ha puesto en contacto con la Asociación parisina Le M.U.R., que lleva años luchando para que el graffiti se considere arte. Así, el centro de arte expone dos murales diferentes de artistas de la asociación de cuatro metros por tres, que cambian cada mes en el interior del edificio y en el jardín. Y cuando salen de la Fundación, vuelven... a la calle. Concretamente al único muro "legal" (autorizado por el Ayuntamiento) que existe en París, en el barrio bohemio de Oberkampf.
Sin embargo, el grueso de la exposición está dedicado a los primeros tiempos. Proyecciones de películas sobre los pioneros del movimiento; reportajes fotográficos que dan constancia de las primeras pinturas de P.H.A.S.E.2 o Part One, de cómo apareció el estilo bubble en los años ochenta para poco a poco dejar paso a unas líneas más rectas y decididas; reliquias como los sprays de pintura de las primeras horas disimuladas en envoltorios diversos como desodorantes; o el traje de trabajador del metro de Nueva York que utilizaba el graffitero Seen, son algunos elementos de los que se puede impregnar el visitante.