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ARTE CUBANO EN ASIA
06October

ARTE CUBANO EN ASIA

La pintura de Arturo Montoto (Cuba, 1953) ha tenido este año la oportunidad de ser exhibida en dos ocasiones en China: Art Shanghai y Sanghai Art Fair. Sobre la importancia de estos dos eventos para su obra y trayectoria artística comenta en esta entrevista.

¿Montoto, por qué esa preferencia sorpresiva por el mundo asiático?
Hay que tener en cuenta una cosa importante, y es que los artistas de hoy trabajamos de algún modo para el mercado. Más allá del pensamiento propio de cada artista, de lo que crea o no sobre este fenómeno, es el mercado el que domina al mundo del arte, y el mercado contempla a todas las instituciones artísticas. A nivel mundial las economías asiáticas en general se están moviendo a un ritmo aceleradísimo comparado con las economías occidentales. Y las iniciativas artísticas en Asia han experimentado últimamente –lo hemos visto en la industria del cine, en la plástica, en la música, en el teatro, en la danza– una especie de abordaje fastuoso. Yo siempre había tenido ciertas curiosidades hacia el mercado asiático, básicamente me había interesado el contexto de Japón, pero era un mercado en el cual yo no había explorado absolutamente nada. Pero más bien tenía la curiosidad de saber si la estética de mi obra podría ser aceptada en ese mundo que conocemos y que se diferencia sustancialmente del mundo occidental, con una visión más contemplativa del arte.

Sabemos también que el mundo asiático está dando un giro, un vuelco interesante desde el punto vista cultural, la mentalidad asiática ha estado mirando a occidente. El Oriente actual no es el Oriente de siempre, es un Oriente occidentalizado, porque Occidente ha permeado la cultura Oriental. Se ha producido una mezcla interesante, una interacción muy buena entre los aspectos propiamente orientales de esas culturas asiáticas y las influencias de Occidente. Eso trae como consecuencia que los artistas llamados occidentales, incluyéndonos a los cubanos que entramos dentro de ese campo de la occidentalidad, tengamos la posibilidad de entrar en esa visión asiática y ser aceptados, del mismo modo en que nosotros aceptamos también sus buenas películas, su buen cine, su buena plástica…

He tenido la oportunidad de ser llamado a participar en las ferias de arte Art Shanghai y Shanghai Art Fair de China, país que –como todo el mundo sabe– dentro de las economías asiáticas ha tenido la suerte y la inteligencia de hacer reformas sustanciales dentro de la propia economía socialista, y ha logrado una economía de mercado eficiente, la satisfacción de las necesidades más elementales de la gente, y un nivel de felicidad en apariencia bastante sólido. Eso ha estimulado un nivel artístico, un nivel de crecimiento de las instituciones, de inversiones y financiamientos importantes que hace que se estén moviendo a un ritmo más interesante las cosas vinculadas al arte.

Sin embargo, acabas de participar también en otra muestra colectiva, en un escenario artístico diametralmente opuesto, el de Rusia. ¿Este país genera para ti las mismas expectativas que China?
Aunque yo estudié diez años de mi carrera profesional, universitaria, en Rusia, había perdido durante todos estos años mis vínculos con ese país. Tengo vínculos de tipo sentimental más que otra cosa, y he visitado varias veces Rusia después de la caída de Berlín, pero a nivel artístico no me había propuesto nunca ninguna incursión en esa región. Sé que los rusos están en una fase desbocada de neovanguardia, como están desbocados también en su naciente capitalismo, a causa de una demanda excesiva de libertad, después de haber sido coartada durante muchos años… En las artes, por lo que he podido comprobar personalmente, ha habido profundos cambios. Por ejemplo, la Feria de Moscú y la Bienal de Moscú son eventos que a mí me sorprendieron por lo magnánimos y lujosos que se presentan; son eventos casi de boutique, con una exigencia extraordinaria como pocas veces uno puede ver en otros certámenes del mundo; hay galerías lujosísimas, con un nivel de precios de las artes extraordinarios, se mueve hacia allí una burguesía internacional buscando artistas y obras… Yo tuve la suerte de que Génesis, con la galería La Acacia, y los organizadores de la Feria escogieran algunas obras mías, incluso he recibido comentarios favorables sobre la acogida de mi trabajo en esos eventos.

¿Qué tipo de obra presentaste en Rusia y en China?
Para Moscú mandé piezas de formatos pequeños y más comerciales, con esas composiciones más conocidas de mi trabajo, en las que aparecen objetos y frutas, que dicho sea de paso muchas personas piensan que esa estética está asociada con la estética de tradición rusa porque estudié allí; y para nada, le debe mucho más a la estética occidental, italiana, española. Pero como la escuela rusa también ha estado muy vinculada a una visualidad italianizante y españolizante, ese tipo de obra mía les convino bien.

Con Asia sucedió otra cosa; como tuve toda la autonomía para escoger, envié piezas de formato grande, que son las piezas que expuse en la galería Villa Manuela hace unos dos o tres años; obras que no sólo se salen del formato físico, sino del formato estético en el que yo he venido trabajando, son obras en las que yo desvinculo el objeto de representación de ese andamiaje existencial, de un tipo de ámbito donde ellos siempre están situados o colocados. Esta vez son puramente retratos que hablan de sí mismos.

He escuchado algunos comentarios de que estás preparando un nuevo tipo de obra para China. ¿Eso es cierto? ¿Podrías adelantarnos algo?
Esta vinculación mía con Asia parece que se va a mantener por un buen rato y voy a estar participando en las sucesivas ferias de Shanghai, incluso en Seúl, Corea, y quizás en un futuro también en Japón… De todos modos he hecho una conexión directa a partir de todo lo que hasta ahora se ha ido presentando con una exposición que mostraré próximamente en la Biblioteca Nacional "José Martí", en La Habana, que se va a llamar El jardín de Epicuro.

Constituye un conjunto de siete piezas de gran formato, que no abandonan del todo la estética en la cual yo siempre he trabajado, es decir básicamente apoyado en el concepto de hedonismo, de disfrute y placer, de la parte degustativa que hay en la obra mía. Pero esta vez –sin narrarte ahora mismo lo que voy a hacer– serán objetos más impresionantes desde el punto de vista hedonista y ya de algún modo están vinculados para una posible exposición en China. Yo tengo la esperanza de que estas piezas funcionen perfectamente dentro del ámbito asiático, como funcionaron las otras, porque tienen un interés marcado en ese lado decorativo, un poco perverso, que está presente en toda la tradición asiática en general. Ese decorativismo y ese esteticismo que hay en la obra mía actual van a funcionar perfectamente con toda su carga de cinismo e ironía.