Por: Yaíma Guilarte Hernández
Decir que expone en la colección transitoria del Centro George Pompidou, sea quizás una muestra indiscutible de su reconocimiento internacional. El artista camerunés Pascale Marthine Tayou es parte de la nómina de Galleria Continua y ha participado en dos ediciones de la Bienal de La Habana. Retorna ahora como parte de la exposición colectiva Follia Continua!, emplazada en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, con dos obras. Según Jorge Fernández en los días previos a la inauguración se le podía ver improvisando y meditando en el espacio, encargándose de la energía propia del lugar, relacionándose con él y tratando de entenderlo.
Lorenzo Fiaschi, uno de los directores de Continua, lo ha llamado jocosamente “un personaje terrible” y ha confiado en que su trabajo puede resultar enriquecedor para el público cubano. La instalación Cuba, mi amor está conformada con materiales autóctonos que devienen una especie de playa-tsunami compuesta por arena, cocos, lumínicos, madera, sonidos silvestres, una botella de Havana Club y cervezas Cristal. “Es una obra pensada para Cuba aunque tenga elementos de otras que él ha hecho anteriormente”, asegura Fernández.
Tayou dialoga además con la mirada de Occidente al arte africano y caribeño al tiempo que irrumpe en los grandes centros simbólicos con un discurso profundamente local y aprovechando las potencialidades y la energía de cada contexto. A pesar de tener elementos sonoros, esta propuesta trasciende lo tecnológico, plantea una apropiación con el objeto y una vuelta a la idea del espacio. “Es una exposición totalmente analógica”, comentó Fernández.
A disposición del público cubano está también Pascale´s Eggs, propuesta instalativa que ocupa la fachada del Lam con varias docenas de coloridas estructuras ovoides fabricadas de alabastro. Dispuestas de modo casi ornamental y a pesar de que la armoniosa belleza del conjunto parece incuestionable, sería ingenuo pensar que es su fin último. Quien escuche hablar al artista sabe que en él nada es accesorio y todo se entronca en su cultura e historia personal.
El camerunés vive entre su país natal y Bélgica, su obra ha sido acogida por prestigiosas salas expositivas, entre ellas la Serpentine Gallery de Londres, y ha participado en significativos eventos como la Bienal de Venecia. Este abogado de formación ha dejado atrás las leyes para transmutarse en un autodidacta que experimenta con diversos modos de expresión: diseño, performance, fotografía, instalación, video. Se considera un viajero y un explorador; sin embargo, no renuncia a crear desde presupuestos africanos y pretende desmitificar los estereotipos que se ciernen sobre el arte de su continente.
Tayou afirma que Follia marca un momento importante: “Estuve en Cuba en 1996 y luego regresé algunos años después. Ya tengo una relación especial con este país. El hecho de estar aquí invitado por la galería es una muestra de madurez y me da la posibilidad y libertad de decir las cosas con gran apertura. Tengo una relación muy particular con Galleria Continua -no significa que sea diferente a la de mis otros colegas- porque todo está regido por el espíritu del encuentro. Un compromiso con una galería es también una mezcla de sabores y experiencias. Con Continua comprendí que no era importante ser un artista, que era mucho más importante ser un hombre y para mí ser un hombre significa amar a los otros, por eso propuse este proyecto: Cuba, mi amor”
Sobre esta muestra particular expresa: “La exposición antes que nada es un laboratorio, hay que ponerse en una posición de tubo de ensayo y del producto a verificar. Cuando ustedes miran una obra, la obra los mira a ustedes también. Nos sentimos en una posición muy cómoda en Cuba, porque aquí hay una visión surrealista. A los cubanos les gusta mucho mirar”.