La historia de La Popa
Con el desarrollo actual de las comunicaciones, el viaje no conoce límites y las relaciones entre países trascienden el marco estrecho de una región o dirección determinadas. Hoy da la impresión de que el intercambio y la comunicación con lo exterior se hacen cada vez más extensos, ilimitados y en todas las direcciones.
Decimos esto porque desde esta perspectiva tan amplia de los vínculos entre localidades y personas… ¡qué difícil es retrotraerse a un lugar y a una época en que las ciudades llevaban una existencia aislada y relativamente autónoma, con solo unos pocos nexos con algunas villas vecinas y, por supuesto, con la muy distante metrópoli! Este es el caso de las ciudades cubanas en el tiempo de la colonia y específicamente, el de Trinidad, cuyos orígenes están muy íntimamente vinculados con los destinos de poblaciones del sur de la Isla y de la cuenca del Caribe, muy particular y especialmente con Cartagena de Indias.
Con esa ciudad nos unen infinitos lazos y paralelismos históricos, culturales y económicos, no solo en la época colonial, sino también durante toda la década de los noventa y lo que va de este siglo.
Durante las fundaciones de las primeras villas en Cuba, los españoles tenían un objetivo muy claro: que toda la actividad de conquista se desarrollaría al sur de la Isla; es por eso que la mayoría de los asentamientos se crean, de algún modo, en u orientados hacia la costa sur. El ejemplo más conspicuo es el de Hernán Cortés, el conquistador de México, el cual salió de una ciudad sureña, Santiago de Cuba, y entró a Trinidad remontando el río Guaurabo, cercano a la villa, donde, según la leyenda, amarró su nave capitana en una legendaria ceiba.
Asimismo es conocido el hecho de que Trinidad, desde muy temprano, inicia un intenso comercio de contrabando con embarcaciones foráneas que pasaban por la zona, y con poblados ubicados en la costa sur de Cuba y en la cuenca del Caribe. Desde finales del siglo XVI refuerza su habitual comercio de casabe con las colonias de esta área vecina. Hacia Cartagena se exportaba todo el tabaco, y no a Sevilla como se esperaba.
Sin embargo, lo más significativo ocurrido durante la época de la colonia, que aún permanece inédito y que ha dejado un testimonio consistente y perdurable de los fuertes lazos entre ambas ciudades es la iglesia de La Popa, hoy en ruinas. En Cartagena de Indias existe un barrio y un convento llamado La Popa, cuya ermita se construyó, también como la trinitaria, en advocación a la Virgen de La Candelaria. La ermita de La Candelaria de Trinidad fue fundada por comerciantes cartageneros establecidos en esta ciudad.
Cuenta la leyenda que durante el viaje de dichos comerciantes desde su lugar de origen hacia Trinidad, una tormenta los azotó en el mar de una forma muy violenta, poniendo en peligro sus vidas. Ellos, vecinos del barrio de La Popa de Cartagena y devotos de la Virgen, decidieron encomendarse a ella. Los mercantes se salvaron y prometieron construir, una vez radicados en Trinidad, una ermita en su nombre, en el lugar más alto, como ocurre en Cartagena de Indias. El cerro de La Popa, sobre el que se edificó dicho conjunto —convento e iglesia—, es el sitio más alto de la villa.
Cartagena de Indias fue fundada en 1533 con el nombre de Cartagena de Poniente, para diferenciarla de Cartagena de Levante, en España, ambas con bahías similares. Desde su fundación y a lo largo de toda la época colonial fue uno de los puertos más importantes de América del Sur, donde atracaba la flotilla española que viajaba de Perú a Cuba y después a España. Logra su independencia de la metrópoli el 11 de noviembre de 1811, después de lo cual queda sumida en una gran crisis económica hasta bien entrado el siglo XX.
En la época actual, como se ha anotado más arriba, continúan los paralelismos de Cartagena con Trinidad, esta vez relacionados con la declaración, por parte de la Unesco, de ciudades Patrimonio de la Humanidad en 1984 y 1988 respectivamente y, segundo, con el posterior desarrollo turístico en ambas ciudades.
A pesar de que los primeros esfuerzos por desarrollar el turismo en Colombia comienzan desde la década de los cincuenta del siglo XX, no es sino a partir de los años noventa, contemporáneamente con Trinidad, que en esta urbe colombiana ocurre un verdadero ascenso en el progreso de este importante renglón, transformándose desde 1991 en un distrito turístico y cultural. Por esa fecha su capacidad hotelera era solo de poco más de dos mil habitaciones. Para finales de los noventa ya había duplicado esa cifra, y en la primera década del presente siglo arribaba a casi ocho mil habitaciones, eso sin mencionar la renta de bloques de apartamentos, cuya oferta es muy significativa. Otro aspecto de este avance, y que es importante destacar, lo constituye la mejora en la categoría de sus visitantes. Al final de la década de los ochenta el promedio de los alojamientos de cuatro y cinco estrellas era del 30 %; para el 2010 superaba ya el 45 %.
Con todo esto dicho no sería desacertado presentar y proponer a Cartagena de Indias como una buena referencia en la región, a tener en cuenta por Trinidad en sus aspiraciones y anhelos futuros por incrementar y perfeccionar la oferta turística. Con el advenimiento del turismo norteamericano y con la cada vez más frecuente visita de grandes personalidades mundiales —como ocurre en Cartagena— el estándar de sus alojamientos requeriría una evolución y transformación drástica para lograr atraer y recibir con óptimas condiciones un nivel de turismo acorde con el maravilloso potencial con que cuenta la ciudad.