El paisaje cultural cafetalero también incidió en el proceso de reconocimiento y toma de conciencia del ser santiaguero
La transformación del paisaje natural de las zonas montañosas próximas a Santiago de Cuba, impulsada por la implantación cafetalera, provocó la asimilación de estos territorios como elementos constituyentes de la identidad local. La ciudad, que había mirado hacia el mar, comenzó a percibir las montañas como un recurso no solo económico, sino también cultural e identitario. Este momento resultó de gran importancia en el proceso de reconocimiento y toma de conciencia del ser santiaguero.
La huella material todavía subsiste en el paisaje arqueológico conformado a partir de las ruinas de las haciendas cafetaleras, fomentadas por los emigrados franceses en las primeras décadas del siglo XIX. Las zonas montañosas, que circunvalan a Santiago de Cuba, proporcionaron suelos fértiles y un clima adecuado para el cultivo del grano; en ellas la ubicación del asentamiento se escogía cuidadosamente por el propietario para obtener el mayor aprovechamiento de los recursos naturales, razón por la cual se percibían distribuciones espaciales diversas.
Los componentes arquitectónicos estuvieron determinados por sus funciones productivas y/o domésticas dentro del sistema agroindustrial. Para su fabricación se utilizaron materiales extraídos del entorno natural, como la piedra caliza que se obtenía de canteras cercanas al asentamiento y se empleaba en bloques o se procesaba en los hornos para elaborar la cal necesaria para los morteros. El uso de abundante agua en el proceso industrial del café fue la clave del éxito de los caficultores franceses, quienes haciendo uso de las indicaciones de manuales de expertos de la época y de sus propias experiencias en Saint-Domingue, construyeron obras extraordinarias de ingeniería hidráulica para garantizar la producción de las haciendas.
Por su esencia, el sistema de plantación esclavista llevaba implícita la coexistencia y enfrentamiento de dos ámbitos culturales: el del hacendado y el del esclavo; ambos hicieron aportes permanentes a la memoria histórica de la localidad con su accionar en el territorio. Los múltiples aspectos transmitidos a la memoria de la localidad por la cultura cafetalera originada a partir de la inmigración francesa a Santiago de Cuba, han trascendido las fronteras nacionales para instituirse en dos paradigmas del patrimonio tangible e intangible de la humanidad: el paisaje arqueológico de las primeras plantaciones cafetaleras del sudeste de Cuba y la Tumba Francesa «La Caridad de Oriente».
Tomando como punto de partida el devenir histórico, el centro de la acción lo constituye el café desde todos los puntos de vista: patrimonio material e inmaterial, agricultura, producto turístico como fuente de recursos propios para la sostenibilidad de la acción en el tiempo. De ahí el interés de materializar el proyecto Los Caminos del Café dentro de una acción pertinente y que permita unir tanto a las poblaciones locales como a los turistas, incluyendo una interacción fuerte con el sector privado, los elementos materiales emblemáticos y simbólicos que se deben preservar: la hacienda Fraternidad y el circuito de cuatro ruinas en la zona rural, así como la casa Dranguet en la zona urbana.
Para obtener este resultado colaboran la Fundación Malongo, la Unión Europea y la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, de conjunto con una serie de instituciones y asociaciones cubanas y foráneas afines a los intereses y acciones del proyecto.
Y claro, el turismo desempeña un rol determinante para el éxito del proyecto. En efecto, como fue el café en el pasado, actualmente el turismo está en el centro de los intercambios económicos y culturales, pero responde a exigencias internacionales que impactan el conjunto de la acción (estéticas, atención al cliente, naturaleza de los bienes y actividades culturales propuestas, gestión, promoción a nivel local, nacional e internacional). Estas exigencias tienen una repercusión directa sobre las formaciones realizadas al respecto en la zona y se inscriben en las nuevas posibilidades brindadas por los lineamientos económicos y sociales implementados por el gobierno cubano, los cuales están enunciados bajo la forma de favorecer el turismo de naturaleza, patrimonio y aventura.
La actividad turística permitirá también la creación de fondos para el proceso de conservación del patrimonio y el desarrollo del producto turístico, como se realiza en la actualidad en el Centro Histórico de la ciudad de Santiago de Cuba.
Todo comienza con la restauración de Fraternidad, de su jardín, de las ruinas próximas, de los caminos que relacionaban el conjunto con la ciudad, con el puerto, con el mundo. Simbólicamente, estos caminos vinculan cada sector de la sociedad cubana actual con cada elemento componente del proyecto para cumplir el objetivo del desarrollo socioeconómico, sobre la base del patrimonio y de la cultura, sostenido por un turismo responsable.