Por: Egbert Lewis
A pesar de su carácter internacional, es loable el rol protagónico que están alcanzando los autores nacionales conforme va creciendo la Feria Internacional del Libro de Panamá, pero todavía queda mucho camino por andar.
Hace una semana reportábamos que más de 60 libros escritos por compatriotas serían presentados en la feria, además de otros cientos que serían comercializados por las editoriales y distribuidoras que tuvieron un espacio en la FIL-Panamá.
Si bien la feria del libro sirve para que los lectores locales tengan contacto directo con los escritores que nos visitan, contribuyendo así a ese roce indispensable, todavía queda mucho por hacer para que los nacionales -aquellos que en realidad tienen un nivel superior- puedan gozar, por lo menos, del mismo grado de exposición que los visitantes.
Durante una de las presentaciones a las que asistimos, uno de los expositores manifestó que la novela que recomendaba (escrita por un panameño) era tan buena que podía competir con muchas de las que ofrecen las grandes editoriales, pero con la diferencia de que estas vienen aparejadas por inmensas maquinarias de publicidad y promoción y sus autores están respaldados con una imagen bien trabajada que les permite seducir a la audiencia, sin siquiera hablar mucho del contenido de su obra.
De lo que se trata entonces es de afinar algunos aspectos en los que todavía tenemos déficit. Es decir, que no solo bastan los concursos y las presentaciones de los libros, sino que los mismos deben ser acompañados con un programa de difusión y promoción constante que permita que la gente los conozca y los tenga en mente.
Así, eventualmente, los lectores irán a la Feria Internacional del Libro de Panamá no solo a buscar a los escritores visitantes que cuando llegan aquí también se constituyen en los consentidos de los medios, sino que además sabrán reconocer a los buenos escritores locales -que los hay por decenas- y también irán a la feria para verlos, porque ya sabrán quiénes son y sobre qué escriben.
Ese es un salto que tenemos que dar, un reto que deben enfrentar la Cámara Panameña del Libro, el Inac, las editoriales y, por supuesto, los escritores. Entonces se habrá cerrado del todo el círculo virtuoso.
Fuente: http://www.panamaamerica.com.pa