A diez kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, en el Parque Nacional Baconao, se encuentra el Prado de las Esculturas, un sitio especial en la geografía de la nación, pues allí, con el mar Caribe y las montañas de la Sierra Maestra como testigos, se entrelazan medio ambiente y creaciones humanas, una suerte de diálogo cómplice entre arte y naturaleza.
Muy cerca de la Gran Piedra y de sitios de relevancia cultural e histórica, en un lugar conocido popularmente como El Sapo —por la presencia de un gran número de rocas— algunos de los precursores del desarrollo de la escultura ambiental en Cuba tuvieron la feliz idea de dejar un legado artístico para las futuras generaciones.
«En el año 1988 este grupo de creadores decidió complementar el sitio, que de por sí ya era bello pues en Cuba es difícil otro tramo tan corto que tenga la riqueza de una zona semiárida y exuberantes bosques, pero agregaron esos elementos hechos por los artistas, y que tristemente fueron muy dañados por el huracán Sandy en octubre de 2012», asegura Alberto Lescay, presidente de la Fundación Caguayo. «Nos propusimos rescatar este tesoro de la cultura cubana y universal, que originalmente estuvo conformado por veinte piezas de escultores cubanos y de otras naciones del mundo».
La conservación de cada una de las obras la realizan profesionales de la restauración. «Se hizo un estudio detallado de cada una de ellas, porque están realizadas en diferentes materiales, como acero, ladrillo y madera, y a partir de la combinación de ellos, también pretendemos volver a montar una que desapareció completamente por diversas causas. Se trata de Círculo mágico, de la autoría de la mexicana Helen Escovedo. Además restauraremos el resto de la colección, a partir de la investigación que realizamos y las fotos de los proyectos originales que encontramos», explica Lescay.
De esa forma, cada día que avanza la restauración del Prado de las Esculturas vuelven a la vida obras emblemáticas de este arte ancestral, con gran arraigo en Santiago de Cuba, como las piezas Círculo mágico o Nube en el espacio, del cubano Francisco Hernández, entre otras que parecían perderse entre el marabú, las pisadas insolentes de los animales sueltos en el área, el irrespetuoso saqueo de algunas personas y el paso arrollador del huracán Sandy.
Para que la restauración de estas cuarenta hectáreas sembradas de rocas, metal, madera y hormigón sea un regalo para el futuro, el trabajo se realiza de forma intensa y detallada.
Eduardo Franco Castro, especialista en restauración, asegura que el primer paso fue acceder al sitio, donde se había enseñoreado el marabú, y luego consolidaron estructuralmente las piezas con soldaduras, aplicar convertidores de óxido y medios anticorrosivos, y más tarde utilizar las pinturas según los proyectos originales.
«Gracias al apoyo del Gobierno y el Partido, hoy se restaura esta colección con lenguaje contemporáneo, que desde el punto de vista turístico, artístico y patrimonial es el conjunto de obras ambientales de carácter internacional más importante de Cuba», asegura Alberto Lescay. «Forma parte de la Ruta del Café, pues originalmente estuvo concebido como espacio para descansar y tomarse un refrigerio, para la recreación sana y el senderismo, además de recibir a aquellos que decidieran visitar La Gran Piedra y las ruinas de cafetales franceses. Aquí el arte se integra a la naturaleza y a la historia», acota.
Para desafiar el tiempo y su paso implacable, además de los elementos de la naturaleza se impone que luego de terminar la restauración del Prado de las Esculturas se realice un proceso de conservación que incluya visitas sistemáticas al lugar y, sobre todo, impedir que el deterioro convierta en su presa este importante conjunto artístico.
Con especial énfasis, se requiere de una conciencia en la población para evitar actitudes irresponsables, como la mutilación de las obras.
(Tomado del periódico Sierra Maestra).